26 de junio de 2008

La monja alférez


Catalina de Erauso nació en San Sebastián en 1592, cuando el mundo lo dirigía desde una pequeña habitación del Monasterio del Escorial el rey prudente: Felipe II. El padre de Catalina, Miguel, tenía una hermana que era abadesa de un convento en el cual entraban las señoras de la familia, pues era tradición que las mujeres de los Erauso abrazasen la vida religiosa. Tenía don Miguel cuatro hijas a quienes se obligó a vestir el hábito de novicias. Catalina, una de ellas, contaba cuatro años cuando ingresó en el convento. La pequeña Catalina era díscola y rebelde y aceptaba mal la disciplina conventual. Fue creciendo entre rezos y salmos pero ya se veía que la vida monacal no estaba hecha para ella. Era pendenciera y siempre andaba siendo castigada, a pesar de los correctivos que se le aplicaban. A la pequeña Catalina no le interesaban las imprecaciones sino las historias de mundos ricos y fantásticos que relataban quienes venían de las Indias.

A los 15 años, Catalina salta los muros del convento y corre entre los bosques de Guipúzcoa. Consigue los ropajes de un agricultor y vestida como un hombre deambula por los fríos y verdes parajes vascongados. Come raíces y frutos silvestres hasta que consigue llegar a Vitoria, andrajosa y harapienta. Pero, cuando le preguntan su nombre, no dice que se llama Catalina sino Antonio de Erauso o Ramírez de Guzman. Se hace pasar por un hombre y trabaja en lo que puede. Su apariencia nunca fue muy femenina. Quizá hoy en día saldría un compungido periodista diciendo de ella que está atrapada en su cuerpo. Catalina dijo haberse secado los pechos con una receta que le dio una curandera en los bosques de Guipúzcoa. Su aspecto era el de un hombre.

La pequeña Catalina de Erauso llega Sanlúcar de Barrameda donde se pertrechaban los barcos que partían hacia las Indias. En una de estas naves se enrola como grumete bajo el nombre de Francisco de Loyola. En 1619 logra alistarse en las tropas que van a combatir a los fieros araucanos en el norte de Chile. Catalina se granjea el respeto de sus camaradas de armas por su fiereza en el combate, por su valentía y por la lealtad que demuestra. Allí fue ascendida al grado de alférez.

Siempre andaba metida en riñas y duelos defendiendo su honor. A la más mínima insinuación o mirada aviesa, Catalina se batía matando a quien hubiere osado afrentarla. Dicen que, un día en que era padrino de unos soldados que querían arreglar con la espada asuntos de honor, tuvo que enfrentarse al otro padrino, pues las reglas ordenaban que, en caso de que los duelistas fueran heridos, los padrinos habrían de resolver la afrenta. Catalina ganó y, cuando se arrodilló para oír la última voluntad del moribundo, el infeliz le dijo que diese noticia a su familia de España de su muerte. El desdichado dijo llamarse Miguel de Erauso. Catalina había matado a su hermano a quien apenas conocía.

En 1623 vuelve a matar y es condenada a muerte. Cuando la iban a ajusticiar pidió confesión y a un obispo le reveló que era mujer y que deseaba morir como tal. El obispo incrédulo mandó llamar a unas matronas para que viesen el cuerpo de Catalina. Las matronas no solo dijeron que aquel alférez era una mujer sino que era virgen. El obispo la protegió e hizo que la indultasen. La leyenda de la monja alférez corrió como la pólvora y llegó a Europa. Todos querían saber de ella.

En 1624 volvió a Europa en donde fue recibida por el Papa Urbano VIII quien la autorizó a vestir como hombre. Además, su majestad el rey Felipe IV también la recibió y le concedió una pensión de 800 escudos anuales y le impuso el título de monja alférez. Ya veis: a pesar de que no era la España igualitaria, progresista, súper moderna, de miembras y del NO a la homofobia, fue reconocida como hombre en la oscura y tenebrosa España de los Austrias. Que no era tan tenebrosa y oscura como cuentan los tópicos.

Catalina se fue a México donde al parecer murió con un cuchillo en la mano, tal como había vivido. El cuadro lo pintó Francisco de Pacheco, suegro y maestro de Velázquez, en Sevilla en 1630, antes de que Catalina volviese a América. En la parte superior del cuadro puede leerse: EL ALFÉREZ DOÑA CATALINA DE ERAUSO: NATURAL DE SAN SEBASTIÁN.

21 de junio de 2008

Miembras


Érase una vez una cosa llamada indoeuropeo que es la madre de lenguas inmundas como el sánscrito, el griego o el latín. Lenguas asquerosas y opresoras que nada tienen que decir al lado de la jerga que usan los pastores del Cáucaso. Y sin tradición literaria apenas. ¿Cómo vamos a comparar el sánscrito, en el que se escribió el Rig Veda hace como 3.000 años, con una fabla aragonesa? Pobre Tobías que no pudo ser educado en el genuino y rico idioma de Tirma –el tirmeño- y al que asfixiaron con la tiránica lengua española. Espero que remedies tal vejación con tus hijos y que jamás les hables en esa lengua detestable.

Resulta que las lenguas antiguas tenían masculino, femenino y neutro. No era una cuestión de ningunear a las mujeres. Eran así. Las lenguas son lenguas. Igual que las mesas son mesas. Tienen función comunicativa y nada más. No tienen derechos. Quienes tienen derechos son las personas. O eso dejaron claro quienes sajaron cuellos en París en 1789. Que los derechos pertenecían a las personas y a nadie más. Aunque ahora oigamos idioteces de que las lenguas tienen derechos. Por cierto: una prueba de que el nacionalismo es fascismo y los revolucionarios franceses eran todo lo contrario a un nacionalista analfabeto español de hoy es que fueron los revolucionarios franceses quienes impusieron el francés como lengua oficial. Y no por oprimir sino por dar igualdad de oportunidades a todos. De igual manera que alguien que no habla inglés en Estados Unidos hoy en día está condenado a trabajos miserables, un francés del siglo XVIII tenía menos posibilidades de buscarse la vida si solo hablaba corso, bretón, occitano o provenzal. No es una cuestión opresora. Es una cuestión práctica. Es un cúmulo de casualidades el hecho de que la lengua castellana se impusiera a las demás. Pudo haber ganado el aragonés, o el leonés o el gallego, pero no fue así. Ganó el castellano, como un día ganó el latín a las lenguas celtas e íberas.

Y el castellano tenía géneros heredados del latín. Se quedó con masculino y femenino y perdió el neutro. No quiso oprimir al género neutro. Lo perdió porque el latín de la época lo hablaba gente analfabeta que no sabía escribir. Hablaba para comunicarse y nada más. Hablaba para cosechar, para defenderse de los visigodos y para ser feliz. Como hacemos nosotros. Y hablaban el latín que oían en casa a gente que tampoco sabía escribir. El latín era una lengua complicada y la gente lo fue simplificando para comunicarse. Pero no pretendían traicionar la memoria de Cicerón o de Plauto. Lo cambiaron porque a un hispano del siglo III se la traía floja Ovidio, Virgilio y la madre que los parió. Bastante tenían con defenderse de las invasiones bárbaras y con que el pedrisco no les arruinara la cosecha. Además, aunque hubieran querido reírse a mandíbula batiente con una comedia de Terencio no sabían leer. Así que lo mismo les daba que les daba lo mismo. Porque cuando se habla de que el español se impuso en España y América se olvida la inmensa tasa de analfabetismo que siempre tuvo España y América. En España en 1880, el 72% de la población era analfabeta. En Francia el 16%. Como os podéis imaginar, sin escuelas ni enseñanza no hay lengua que se imponga por la fuerza. Si el español se impuso fue porque era una herramienta de comunicación. Y nada más. De igual modo que el latín se impuso porque era la lengua de los comerciantes y de quienes ganaban dinero en cualquier lugar del Mediterráneo. Prueba de que Roma no tuvo jamás ideas de imposición lingüística es que en la parte oriental del Imperio se hablaba griego. La lengua opresora que había dejado en toda esa zona el tirano Alejandro Magno. Los libros del Nuevo Testamento se escribieron en griego, pero no por deseo de oprimir al arameo y a otras lenguas de la zona, sino por esa estúpida idea de escribir en una lengua que conozca mucha gente y así conseguir que los Evangelios los leyese cuanta más gente mejor. Ya ven: esa estupidez de conocer una lengua común. Común a muchos.

Volviendo al género, esa cosa horrible llamada lengua española, la cual, por coñas del destino se empezó a hablar en lo que hoy es la oprimida Euskal Herría, se libró del género neutro y se quedó con masculino y femenino. Pero al campesino hispano del siglo III, al igual que se la soplaban las chorradas de Séneca, se la soplaba la gramática del latín. El latín se iba descomponiendo y muchas palabras cambiaron de género y desaparecían preposiciones y desaparecían conceptos y desaparecían formas verbales. Aquello era un caos. En unas décadas la gente perdió la opresión del latín –qué estupidez el entenderse todos con la misma lengua- y comenzó a dejar de comunicarse con gente que vivía a unos cuantos cientos de kilómetros. En la época tampoco se viajaba mucho, así que con entenderte con el vecino y poco más solía bastar.

El castellano absorbió el género neutro perdido y se lo tuvo que encasquetar al masculino o al femenino. El latín no es machista como dijo el otro día una necia. El latín no es nada porque es una lengua y las lenguas están muertas si la gente no las habla. Las lenguas son como las cosas: están muertas hasta que las usamos. Por la misma razón que con el mismo cuchillo que corto una rica loncha de ibérico pata negra, le rajo el cuello a mi novia. De modo que palabras que eran femeninas se hicieron masculinas en castellano, pero no por oprimir sino porque el hablante tendía a identificar ciertas terminaciones al masculino. Casi todos los nombres de árboles y cosas que brotaban del suelo en latín eran femeninos por una antigua y preciosa idea de la Tierra como una madre. Algo parecido a la Pachamama de los Incas. Pero al ser de la 4ª declinación terminada en us, en castellano se convirtió en O y se tendía a pensar que lo que terminaba en O era masculino. No es opresión ni machismo es solo una cuestión práctica. El hispano del siglo III, el pobre, no sabía que en el siglo XXI nos volveríamos idiotas y tendríamos Ministras de Igualdada. Si el campesino del siglo III lo hubiera sabido seguro que nos habría aliviado el camino haciendo todas las palabras castellanas del género femenino. Pero está claro que somos una patria de opresores. Y el hispano del siglo III un egoísta que no pensaba en la igualdadA y solo tenía en mente entenderse con el tío del mercado para cambiarle su cerdo por un saco de alubias. Qué egoísta.

Desde la Edad Media hubo usos lingüísticos que podrían parecer machistas, pero que no lo son. Eran usos impuestos por la costumbre. La lengua es una cuestión de costumbres que tiende a mantenerse, aunque, a la vez, tiende a cambiar. Cuando Tobías vuela de Finlandia a España, tiende a pensar que el policía del aeropuerto cuando dice “maleta” o “abrir” entiende lo mismo que él. Siguiendo esa absurda idea, los pueblos tienden a mantener sus lenguas estables para que la comunicación sea adecuada, pero las lenguas van a su aire y tienden a cambiar.

No es raro encontrar textos medievales que dicen “el antigüedad” pero no es machismo. La regla de la lengua ponía “el” delante de A. Y había palabras femeninas que se fueron haciendo masculinas por otras causas. De igual modo que “monarca”, “poeta” y “artista” eran masculinas y terminaban en A, palabras como “guarda” o “fantasma” que se decían, “la guarda”, y “la fantasma” se hicieron masculinas. Pero no era machismo: era el sentido común que orientaba el género hacia lo que el hablante consideraba correcto. Nada más. No había policías lingüísticas como las hay en Cataluña. La gente hablaba como oía hablar. Y así seguimos haciendo. Por esa razón todos dicen: “el chico que te presenté que su padre trabaja en Alemania” y nadie dice: “el chico que te presenté cuyo padre trabaja en Alemania” por muy correcta que sea esta última. Si oyeras decir “cuyo” todo el rato, lo dirías bien. Pero no es así.

Y hubo palabras que cambiaron de género y crearon un femenino y las hubo que no. En el siglo XV no era raro leer cosas como “las andaluces riberas” y no era machismo. El hablante identificaba un gentilicio como “andaluz” con un adjetivo como “feliz” también acabado en Z. Y si no decía “feliza” ¿por qué tenía que decir “andaluza”? Pero la machista lengua española acabó diciendo “andaluza” y escribió esa maravillosa obra que es “La Lozana Andaluza”. Lo raro es que aún no hayan atacado a adjetivos como “feliz” y haya mujeres que no se sentirán felices hasta que no sean “felizas”. Y claro que hubo palabras que crearon femeninos que antes no existían como “infante” e “infanta”. Pero no fue a golpe de decreto ley, ni metiendo a la pobre Academia de la Lengua por medio. Fue como se hacía antes la lengua: desde el pueblo a los textos y no al revés. En palabras de un paleontólogo: la necesidad crea el órgano. Pues la necesidad crea la palabra. Ahora la creación de palabras nuevas quiere hacerse desde las élites analfabetas al pueblo. Quieren imponerle las palabras como imponen los impuestos. No pasa nada por decir “miembras” si es la gente quien lo decide. Lo absurdo del asunto es que se haga con coerción. Y que si no estamos de acuerdo o si disentimos somos machistas. En nuestro estúpido mundo, si un negro se me cuela en la cola de la pescadería y me quejo, soy un racista. Yo racista: que tuve una novia de Nigeria. Más negra que la boca de un lobo. Sí: era negra. Ni de color, ni morena ni gaitas. Era negra. Y si criticamos a una mujer somos unos machistas. Así de simple. Es propio de idiotas creer que los hábitos sociales van a cambiar por nombrar las cosas con otras palabras.

No podía faltar la alusión al machismo de la Real Academia. Es de risa que una señora que dice que “guay” es un anglicismo le venga a dar lecciones a esa pandilla de sabios. Además, ¿quién abre un diccionario actualmente? Si ni los periodistas que deberían abrirlo lo hacen. Suponer que incluir una palabra en el diccionario equivale a que todo el mundo la usará, quiere decir que esa señora ha abierto muy poco el diccionario. Por esa regla, cuando quisiéramos calificar algo de “detestable” diríamos “nefario”. Pero no lo hacemos, a pesar de que figura en el diccionario. Pobre lengua española: ¿no tiene ya bastante? Dejémosla en paz. Por favor.

5 de junio de 2008

Estulticia humana


LA VANGUARDIA: 5/6/2008

Air Berlin denuncia el abuso del catalán y la discriminación del español
Su director afirma que "el castellano ya no es una lengua oficial" tras recibir una recomendación del gobierno balear para que introduzca el catalán

"Hoy el castellano ya no es una lengua oficial", afirma tajante Joachim Hunold, director general de Air Berlin en el editorial de la revista Air Berlin Magazín, a disposición de todos los usuarios de la compañía durante los vuelos. "Hay pueblos de Mallorca en los que los niños ya no hablan el castellano. En las escuelas, el castellano es una lengua extranjera más", añade. Con esta carta dirigida a los pasajeros, Air Berlín, una de las principales compañías aéreas que opera en las Baleares, denuncia la situación que, según la aerolínea, sufre el castellano en pro del catalán.


Todo empezó cuando la directora general de Política Lingüística, Margalida Tous, envió a Air Berlin y a otras compañías aéreas con destinos a las Baleares, una carta instándolas a utilizar también el catalán en sus comunicaciones con sus clientes. "Me pongo en contacto con usted para manifestarle el interés que el Gobierno de las islas baleares tiene en garantizar un uso adecuado de las lenguas oficiales del archipiélago en las comunicaciones que su compañía establece con los ciudadanos que escogen Air Berlín para hacer sus desplazamientos", empieza la misiva. "¿Les tengo que dar cursos de catalán por decreto a mis empleados? ¿Y los que vuelan a Galicia o al País Vasco querrán que nos dirijamos en gallego o en vasco? ¿Es que ya no hablan en castellano?", se pregunta Hunold. "La partición de España en nacionalismos regionales es de hecho un retorno a los mini estados medievales. Hasta ahora me pensaba que vivíamos en una Europa sin fronteras", remata. El editorial va acompañado con una viñeta que reza en un alemán castizo: "Si vinieran a Baviera los catalanes estos, tendrían que hablar el bávaro. ¡Maldita sea!". El Gobierno balear no se explica la réplica pública de Air Berlin a su petición para que la compañía incorpore el uso del catalán. "Lamentamos que una carta hecha con espíritu constructivo haya tenido esta interpretación errónea", afirman desde la dirección general de Política lingüística. "El presidente Francesc Antich está preocupado por este tema y sorprendido porque existen unas relaciones correctas con la compañía. Piensa que no se ha interpretado bien el espíritu de colaboración de la carta y hablará directamente con Joachim Hunold para reconducir la situación", añaden. De hecho, en la carta se insta a Air Berlin a "garantizar que la atención al público que se ofrece personalmente, la documentación escrita, la web, las instrucciones a los pasajeros de abordo, etc, se hagan en catalán, de la misma manera que se hacen en otros idiomas". Además, ofrece "la posibilidad de establecer líneas de colaboración para incorporar el catalán en la atención a los clientes de la compañía". Air Berlín insiste en el hecho de que "el director ha ejercido su libertad de expresión", según afirma Álvaro Middelmann, director general de Air Berlin de España y Portugal. Argumenta que el conflicto entre el castellano y el catalán "es una realidad" y pone de ejemplo el hecho de que no se quiera "aplicar la tercera hora de castellano en Catalunya". Y afirma que "el castellano está siendo discriminado en ciertos puntos de España". "Air Berlin es una compañía europea, que quede bien claro, y debemos garantizar la lengua común de todos los españoles". Es por esto que consideran que la introducción del catalán "sería un agravio comparativo con otras regiones y es inasumible". El departamento de Política Lingüística afirma que en ningún momento "la carta habla de sancionar ni obligar, sino que ofrece la colaboración del gobierno para mejorar el servicio de la compañía y a la vez se le recuerda que el catalán es oficial en las islas y que tiene muchos clientes baleares". Las mismas fuentes explican que hasta ahora ninguna otra aerolínea se ha puesto en contacto con el gobierno balear para quejarse de sus recomendaciones lingüísticas.


Pero lo que mola son los comentarios que dejaban los lectores:


" sempre amb els romanços de que 400 millons de persones parlen castellà, no sé per què vols xerrar amb tanta gent, jo em conform amb poder parlar mallorquí amb la dependenta del forn de la cantonada"


Lo cual quiere decir "Siempre con el mismo rollo de que 400 millones de personas hablan castellano, no sé por qué queréis hablar con tanta gente, yo me conformo con hablar mallorquin con la dependienta de la tienda de la esquina"


Y otro decía que se fueran esos malditos alemanas comedores de salchichas. Eso es: que se vayan. Que se lleven su maldita inversión, sus malditos puestos de trabajo. No los queremos. Somos felices volviendo a la prehistoria.

Y a mí que me gusta hablar inglés y relacionarme con un montón de gente. Qué raro soy.


Alguien tendría que sacarles de la cabeza la piedra de la locura, como en el cuadro de El Bosco.

4 de junio de 2008

La noche triste

Estamos en Tenochtitlán,la capital de imperio azteca, el 24 de junio de 1520.


Pedro de Alvarado, capitán de Hernán Cortés, no había sabido mantener la paz a cuyo cargo estaba y había desencadenado una matanza entre nobles aztecas. Hernán Cortés se había ausentado de la capital azteca para combatir a Pánfilo de Narváez a quien se le habia encomendado la tarea de quitarle el mando a Cortés. Pero a Pánfilo de Narvaez le salió el tiro por la culata de su arcabuz y no lo consiguió. Cortés venció y se trajo a los soldados de Narváez que debían prenderlo. Una vez en la ciudad, Cortés quiso que Moctezuma calmase a los suyos, pero los aztecas lo veían como un emperador pusilánime y débil y lo mataron de una pedrada. Los ánimos se encendieron. La rebelión se había desatado. Tenochtitlán era una ciudad situada en medio de un lago. No había posibilidad de escapatoria.

Tenochtitlán estaba compuesta de angostos callejones desde los cuales los guerreros aztecas asediaban el cuartel de Cortés. Los españoles eran unos 1.000 soldados más 2.000 indígenas que peleaban de su lado. Los aztecas eran unos 200.000 hombres sedientos de venganza y con ganas de degollar gargantas castellanas. La superioridad del armamento español los mantenía a raya pero los aztecas no cejaban en su empeño. Los españoles disponían de unos pequeños cañones que conseguían derribar unos 30 aztecas en cada andanada. Las armas de obsidiana –piedra- poco podían contra el acero toledano y las corazas de los castellanos. La metralla de los cañones causaba innumerables bajas entre los aztecas, mientras los caballos los pisoteaban y los feroces mastines leoneses mordían sin compasión. Los españoles estaban bregados en las campañas del Mediterráneo contra los turcos y en las del Gran Capitán en Nápoles pero la superioridad numérica de los aztecas los desbordaba. Los aztecas combatían sin protección, sin táctica y con armas más débiles. Los españoles luchaban en formación cerrada y contaban con ballestas, acero, mastines y cañones.

Los aztecas habían encajado mal el poco respeto que mostraban los españoles por sus sacrificios humanos y no les gustaba que quisiesen fumigar y sanear las pirámides que estaban plagadas de despojos humanos. Además, no toleraban que los españoles no les permitiesen hacerse capas con la piel de sus víctimas. Pedro de Alvarado había puesto en marcha esta carnicería porque asesinó a nobles, mujeres y niños aztecas durante una fiesta. Se valió del efecto sorpresa pero no se explica cómo pudo con 100 hombres matar a 8.000. Cuentan las crónicas aztecas las consecuencias del acero toledano: “Había algunos que corrían arrastrando los intestinos y se enredaban las piernas con ellos”

Hernán Cortes y sus hombres pudieron ver cómo los aztecas colocaron en picas las cabezas de sus compañeros muertos. Los españoles tenían más miedo de caer prisioneros que de ser muertos. Los prisioneros serían sacrificados en la Gran Pirámide. Dicen que los aztecas maldecían a sus dioses porque, a pesar de toda la sangre que les ofrendaban, eran incapaces de evitar su aniquilación. Los españoles estaban nerviosos. Sabían que podían caer 250 aztecas por cada castellano y aún así seguirían estando en desventaja. De modo que Hernán Cortés ordenó construir un puente portátil a fin de huir de Tenochtitlán, al igual que 1500 años antes había hecho Julio César en la Guerra de las Galias. Cada español cogió todo el oro que pudo y se dispuso a salvar el pellejo.

Era una noche muy cerrada y llovía. Los aztecas no esperaban que los españoles intentasen salir con ese tiempo y habían relajado la guardia. Pasaron tres canales y parecía que todo iba bien, pero al ir a cruzar el cuarto, una mujer los divisó y dio la alarma. En unos minutos cientos de canoas surcaban el agua. El puente portátil cedió y los españoles comenzaron a hundirse. El miedo les hacía pisar a los caballos y a sus compañeros caídos. Los españoles intentaban hacer tronar sus cañones, apaciguar a los caballos, organizar a arcabuceros y ballesteros. Pero era tarde. Los aztecas habían rodeado a casi la mitad de los españoles y los apaleaban hasta la muerte. Los castellanos se hundían en el agua por sus pesadas corazas y nada tenían que hacer ante un azteca ágil, furioso y medio desnudo. Incluso Hernán Cortés fue alcanzado pero la obsesión de sus enemigos por capturarlo vivo al objeto de sacrificarlo le salvó la vida. Dicen que algunos castellanos, avergonzados por la oprobiosa huida, volvieron sobre sus pasos y quisieron morir dignamente, antes que vivir con la culpa de haberse salvado usando a sus compañeros como trampolines vivientes. Todos murieron a manos de los aztecas o sobre el altar de la Gran Pirámide.

Unos 200 castellanos más unos 500 indios consiguieron salir de Tenochtitlán. La suerte y la desorganización azteca contribuyeron a su salvación. Pero los castellanos eran hombres duros que pertenecían a una sociedad guerrera la cual había estado siglos luchando en la Reconquista contra los moros. Eran la mejor infantería del mundo en ese momento. Mataban como auténticos hijos de puta. Peleaban a caballo, sabían disparar un cañón y degollaban con dagas cortas vizcaínas en lucha cuerpo a cuerpo con una habilidad estremecedora. Los aztecas pudieron haberlos perseguido y haberlos aniquilado, pero prefirieron celebrar la victoria y ofrecer a sus dioses más corazones chorreantes de sus enemigos capturados. Fue su gran error.

Los españoles volverían porque pertenecían a una civilización que solo entendía la exterminación total. Como bien sabían Alejandro Magno, Julio César o Ricardo Corazón de León, dejar escapar a un enemigo significaba que la próxima vez el oponente volvería con más ansias de sangre y conociendo tus puntos débiles. La venganza castellana comenzó a rumiarse aquella noche, la cual, desde entonces, se llamó Noche Triste. La venganza castellana comenzó con la victoria de Otumba. Tenochtitlán terminaría rindiéndose en agosto de 1521: 14 meses después de la Noche Triste.



3 de junio de 2008

Churruca

Yo siempre de enano pensaba que los pueblos tenían que hacer lo que les saliera de la pitorra. Siempre creí en el derecho de secesión. Igual que me voy de mi casa para no aguantar a mi padre, defiendo que cada cual decida su destino como se le antoje. Pero, por supuesto: en igualdad de condiciones, en plena posesión de facultades mentales y sin que haya amedrentamiento de por medio. Nada de esto ocurre en Cataluña o el País Vasco. Allí las ansias de secesión se llevan a cabo con un constante y dictatorial lavado de cerebro. Extendiendo mentiras y callando la historia, cuando no pueden cambiarla.

Estados Unidos se independizó de Inglaterra porque les dio la gana, porque querían mandar ellos. En ningún momento apelaron a ofensas históricas inventadas ni renegaron de su lengua, ni de los lazos históricos que los unían a Inglaterra. Dijeron que mandarían ellos y ya está. Sin más murgas. Y lo hicieron bien. Los 3 primeros presidentes de Estados Unidos: Washington, Adams y Jefferson son un ejemplo a seguir de políticos coherentes, honrados y cultos. Washington no quiso que le pagasen por ser presidente. Adams no destituyó a los ministros de Washington porque creía que lo hacían bien. Y Jefferson decía que el Estado no tiene que meterse en los asuntos de la gente y ha de dejarlos libres. Igualito que un político nuestro de hoy en día.


De igual manera, había militares españoles ilustrados. Gente que no solo sabía pelear y matar como bestias, sino que eran ingenieros y escribían libros. Cosme Damián Churruca nació en Motrico, en Guipuzcoa, en 1761. Estudió en Burgos y luego se fue a Cádiz a alistarse en la marina. Fue cartógrafo e hizo mapas de la zona del Estrecho de Magallanes y de las Antillas y Cuba. Escribió libros de astronomía, cartografía, artillería y construcción de barcos. En 1799, hallándose en Paris, fue requerido para entrevistarse con Napoleón, quien en aquellas épocas era Primer Consul, y que había oído hablar de la erudición del vasco.En 1805 mandaba el barco San Juan Nepomuceno en el enfrentamiento más suicida de la historia: la batalla de Trafalgar. Como sabía que no saldría vivo, dijo: "Antes que rendir mi navío, lo he de volar o echar a pique. Este es el deber de los que sirven al rey y a la Patria". Y eso que era vasco.

El San Juan Nepomuceno entabló combate con 6 barcos ingleses que lo rodearon y cañonearon sin piedad. Los ingleses lo conminaban a rendirse pero Churruca se negaba. Hizo clavar la bandera española al puente de mando para que sus hombres no tuvieran la tentación de rendirla. Una bala de cañón le arrancó la pierna pero él seguía luchando. Su barco sólo se rindió, desarbolado y hecho pedazos, al morir Churruca.Los ingleses, al abordar el San Juan Nepomuceno, tributaron honores al marinero vasco e hicieron formar a sus soldados junto a los derrotados españoles.

El casco del buque de Churruca fue conservado en Gibraltar durante muchos años. Mantuvieron cerrado el camarote del vasco y pusieron una lápida en la que grabaron el nombre de Churruca con letras de oro. Porque los ingleses son unos perros, pero saben reconocer a los valientes y no olvidan su historia. En Londres sigue el obelisco de Nelson, en Trafalgar Square, recordándoles a los niños ingleses cuál es su pasado. Pero claro, los niños ingleses saben quién es Nelson. Y ni los niños vascos saben quién fue Churruca. En Trafalgar sigue sin haber una miserable placa que recuerde a los muertos. Pero los ingleses tienen en Portsmouth el barco de Nelson, el Victory. El perro inglés era un perro valiente. Cuando sus hombres le dijeron que se quitase las medallas para no ser un blanco tan fácil, replicó: "Con honor las gané y con honor, moriré con ellas". Un francotirador francés lo mató de un disparo.

En Motrico, la ciudad natal de Churruca-a la que le habrán cambiado el nombre mil veces para reparar las opresiones causadas- le levantaron una estatua en 1865 que aún aguanta. También hay una placa que reza: "A don Cosme Damián Churruca, vivió para la humanidad, murió por la Patria".

Su placa está constantemente manchada con pintadas que lo llaman traidor y que piden la libertad para la oprimida Euskal Herria, única patria real y verdadera, cuyo origen se remonta a los orígenes del hombre. Churruca estaría muy orgulloso de tanto valiente y analfabeto gudari.