26 de julio de 2008

El casco corintio

El casco corintio surgió a finales del siglo VIII antes de Cristo y se hacía con una sola lámina de bronce, cuestión que hoy costaría mucho reproducir. El interior se forraba con un material acolchado como lana o fieltro que se cosía al bronce por medio de los agujeritos que se ven en los bordes. Esta parte mullida tenía una importancia vital pues evitaba que el hoplita resultase aturdido por un golpe que podría ser letal aunque el casco no fuese agujereado. Después, el acolchado comenzó a pegarse en lugar de coserse y también hubo hoplitas que llevaron una especie de gorra bajo el casco, similar a las que usaban los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.

Un casco corintio pesaba unos tres kilos y debía de dar un calor espantoso en verano que era cuando tenían lugar las campañas en la antigua Grecia. Se podía llevar en posición alzada -calado a media cabeza para las marchas- o completamente puesto. Seguramente, el hoplita que lo llevaba apenas oía y apenas veía por los lados. Pero al ser un tipo de combate de formación cerrada no importaba demasiado, ya que el compañero de al lado protegía el flanco de manera sucesiva. Pruebas hechas hoy en día han demostrado que no era posible atravesar un casco corintio de un solo golpe con el filo de una espada. Además, a veces el casco corintio llevaba un penacho de crines de caballo para dar un aspecto más fiero o quizá para proteger de un golpe que viniese directamente desde arriba, perpendicular a la cabeza. A Alejandro Magno lo salvó su penacho en la batalla del Río Gránico cuando un persa le asestó un mandoble. El segundo mandoble lo paró uno de sus generales, Clito el Negro, al que luego Alejandro mataría en una noche de alcohol. Pero no siempre era así. En el canto VI de la Ilíada se cuenta cómo Áyax mata a un guerrero: “Lo acertó en la cimera del casco adornado con crines y la punta del bronce logró atravesarle los huesos y profundas tinieblas cubrieron los ojos del héroe”.

Aunque la consecuencia más directa del casco corintio fue la crueldad y la saña en las guerras. Diversos soldados de conflictos modernos han hablado de que el casco del enemigo exacerbaba su fiereza y los volvía más coléricos. Parece que es un mecanismo psicológico bastante lógico el que hace al soldado más brutal cuando ve a su enemigo con una apariencia más salvaje y agresiva. Por esta razón el gladiador romano llevaba cascos que no dejaban verle la cara. De esta manera resultaba más fácil matar a quien había sido tu amigo minutos antes. El proceso deshumanizador del casco era completo. El hoplita entraba en combate con un casco que apenas le dejaba ver hacia adelante y casi nada de cuanto ocurría a los lados. Apenas oía. No oiría los gritos de su enemigo al sajarlo y al mutilarlo. Era más fácil cercenar miembros y gargantas al no oír los gritos suplicando piedad del enemigo. El calor agónico, el polvo que se levantaría -que haría respirar con mucha dificultad- y el estrés de matar y que no te matasen, harían el resto.





24 de julio de 2008

Fuego griego


Las armas incendiarias son tan viejas como el hombre. Hay bajorrelieves asirios del siglo IX antes de Cristo en los que se ven armas incendiarias. La mayoría era una especie de vasijas de cerámica dentro de las cuales se echaba alguna sustancia inflamable, seguramente, petróleo. Los griegos también usaban brulotes: unos barcos incendiarios que ya describe Tucídides. Los ingleses usaron naves de este tipo contra la Armada Invencible. Es Tucídides quien describe el primer lanzallamas: un tubo hueco de madera con enormes fuelles en uno de los extremos; el aire lanzaba a través del tubo una mezcla de carbones encendidos, pez y azufre. Más tarde, el primer griego que habla del arte de la guerra, Eneas el Táctico, describe una mezcla más letal: pez, azufre, incienso molido, serrín de pino y estopa. Parece probable que estos fueran los ingredientes que conformarían el fuego griego. Pero se entiende como fuego griego una mezcla de sustancias inflamables que el Imperio Bizantino emplea a partir del 673 después de Cristo. Los bizantinos, que se nombraban a sí mismo como romanos, jamás lo llamaron fuego griego. Fueron los cruzados quienes le dieron este nombre al saquear Constantinopla en 1204.

Los bizantinos se vieron empujados por la fortísima expansión musulmana que tuvo lugar durante el siglo VII. Las crónicas cuentan que un refugiado que huía de la Siria ocupada por los musulmanes ofreció un arma secreta a los bizantinos: un arma incendiaria que podía usarse desde los barcos. Con estos lanzallamas se defendió Constantinopla y se arrasó la flota árabe en 673. En Bizancio se tomaron la receta del fuego griego como un secreto de Estado –casi como la fórmula de la Coca Cola- cuyos ingredientes sólo conocía el emperador y la familia que lo fabricaba. Parece que el fuego griego era una pasta que, o bien se inflamaba al contacto con el agua, o bien no se apagaba. Se arrojaba con lanzallamas metálicos y solo se apagaba con orina o vinagre. El ingenio mecánico que lo impulsaba sería una especie de sifón ideado por ingenieros griegos del siglo III antes de Cristo. Al parecer se producía un ruido atronador cuando se lanzaba, similar al aire comprimido.

Todo lo que rodea al fuego griego está impregnado de leyenda. Por lo tanto, es un batiburrillo de conjeturas y suposiciones. Los componentes esenciales serían el petróleo que se encontraba con abundancia en el Cáucaso y Mesopotamia, junto con cal viva, la cual originaba un inmenso calor en contacto con el agua lo que podía servir de detonador y mantenía la ignición en el medio acuático. Además, había salitre que, al descomponerse por la acción del calor, generaba mucho oxígeno que mantenía el fuego encendido con más fuerza. Pero la mezcla podía ser tan peligrosa para quien la preparaba como para quien la recibía. Por esa razón se extendió el uso de la pólvora: mucho más segura. Las quemaduras ocasionadas por el fuego griego debían ser tan espantosas como las que vimos en Vietnam. Muy similar debió ser el fuego griego al napalm que arrojaron los yanquis en el Sureste Asiático. Apocalypse Now en el siglo VII después de Cristo.

22 de julio de 2008

Los Cuernos de Hattin

La batalla de los Cuernos de Hattin tuvo lugar junto al Lago Tiberiades o Mar de Galilea, sobre cuyas aguas un día caminó, dicen, Jesús de Nazaret. La ciudad de Tiberiades había sido fundada por Herodes Antipas, el hijo del Herodes bíblico que mataba niños, en honor del emperador Tiberio. La batalla se dio el 4 de julio de 1187 entre el Reino Cruzado de Jerusalén y las tropas de Saladino. Jerusalén estaba en poder de los cristianos desde la Primera Cruzada, ya que habían conquistado la ciudad en 1099, el mismo año en que murió en España, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Saladino se había erigido en líder de los musulmanes acabando con sus enemigos y quitándoles sus territorios. De forma que en 1187 toda Tierra Santa se hallaba en poder de los musulmanes excepto el reino de Jerusalén, rodeado y hostigado por el Islam. Saladino, por azares del destino, había nacido en Tikrit, la misma ciudad en que nacería siglos más tarde: Sadam Hussein.

Saladino sitió Tiberiades porque sabía que la esposa de uno de los caudillos cristianos, Raimundo de Trípoli, estaba allí. A pesar de eso, Raimundo optó por dejar caer la ciudad y no entrar al trapo del ardid de Saladino. Pero el espíritu caballeresco de imaginarse a la afligida dama acosada por los crueles sarracenos les hacía dudar. Aun así resolvieron no atacar a Saladino. Pero Gerardo de Ridefort, el Gran Maestre de los Caballeros Templarios, insistía en atacar. Tan bravucón él, afirmaba que un templario no podía desperdiciar la oportunidad de vengarse de un infiel. Guido de Lusiñán –rey de Jerusalén y quien tenía que dar la orden de marchar hacia Tiberiades- se dejó seducir por los ardores guerreros del jefe de los templarios y mandó que el ejército se dirigiese a Tiberiades.

La mañana del viernes 3 de julio de 1187, bajo un sol terrible, los cristianos abandonaron Seforia con dirección a Tiberiades. El paisaje se tornó de unas huertas verdes y fértiles en un erial pedregoso y seco y en unas yermas colinas. No había agua a lo largo del camino. Las pocas fuentes habían sido envenenadas por Saladino. Los hombres y caballos empezaron a padecer la sed. Los caballos morían. El agotamiento los hacía caminar muy lentamente. Los musulmanes hostigaban la vanguardia y la retaguardia con sus arqueros y sus veloces caballos. Por la tarde los cruzados llegaron a la planicie de Afín. Frente a ellos había un volcán apagado con dos cráteres llamado Los Cuernos de Afín. Los cruzados acamparon en las faldas de los Cuernos. No les quedaba más agua que la que había en sus odres. Las fuentes estaban secas o envenenadas. El calor y la deshidratación les hacían tener delirios y alucinaciones. Los musulmanes se reían y se burlaban de ellos desde su bien surtido campamento, diciéndoles que el agua les sobraba.

El ataque de Saladino comenzó después del amanecer. Los musulmanes incendiaron los arbustos que rodeaban las tiendas cristianas a fin de ahogarlos y desorientarlos. Los cristianos se lanzaron a la desesperada hacia el lago pero fueron contenidos por las llamas y los musulmanes les cortaban los pasos. Los jinetes cristianos rechazaron uno tras otro los ataques de la caballería de Saladino pero sus fuerzas iban menguando. El hijo de Saladino que aquel día presenció su primera batalla escribió sobre el valor de los francos: “Cuando el rey franco se había retirado al pico de la colina, sus caballeros lanzaron una valiente carga y obligaron a nuestros hombres a retroceder. Yo observaba su desesperación. Los rechazábamos pero ellos volvían a atacar” Al final los cristianos fueron copados. Uno de los grandes talismanes de la época, la Vera Cruz, fue capturada por los infieles. La Vera Cruz era una cruz hueca de metal en cuyo interior se hallaba un trozo de madera de la cruz en la que, supuestamente, fue crucificado Jesús de Nazaret.

Se condujo a los caudillos cristianos a la tienda de Saladino donde se les dio agua. A uno de ellos, Reinaldo de Chatillón, Saladino le cortó la cabeza con su propio alfanje. Se perdonó al resto de jefes cristianos pero la casi totalidad de los templarios y hospitalarios que sobrevivieron fueron muertos por los sufíes. Los cristianos que fueron llevados a Damasco a fin de que los vendiesen como esclavos causaron un súbito desplome de los precios. Se podía cambiar un par de sandalias por un cristiano. El viernes 2 de octubre de 1187, Saladino entró en Jerusalén sin apenas resistencia. Habían pasado 88 años desde que los cruzados la capturasen. En toda la Cristiandad hubo miedo por el resurgir musulmán y por el liderazgo de Saladino. Se resolvió organizar la Tercera Cruzada a cuya cabeza se pondrían varios reyes europeos. El rey más aguerrido y de convicciones religiosas más hondas fue el rey Ricardo I de Inglaterra. Más tarde conocido como Ricardo Corazón de León. Todo un personaje a quien le interesaba más combatir que gobernar. Que se rebeló contra su padre cuando era un adolescente de 15 años. Que no quiso ceder ni un territorio jamás a sus hermanos. Y que se casó con una española, Berenguela de Navarra, en Chipre, con quien no tuvo hijos, dicen, porque a Ricardo Corazón de León le gustaban más los chicos que las chicas.









17 de julio de 2008

Arrodilladas


Tiene lugar en Madrid estos días la Conferencia Mundial del Diálogo promovida por el rey Abdalá de Arabia Saudí. Al parecer se hace en Madrid porque en Arabia Saudí está prohibida cualquier práctica religiosa que no sea musulmana. Arabia Saudí es un país donde los judíos no pueden entrar en la Meca, porque lo tienen prohibido y, durante el Ramadán, fumar, comer o beber en público es delito de cárcel para los saudíes o expulsión directa para los extranjeros. Uno de los asistentes es William Baker un curioso personaje que fue del Ku Klux Klan y que se relaciona con organizaciones integristas islámicas de Florida. ¿Un nazi llevándose bien con un islamista radical? Están locos estos romanos, que diría Obélix. En fin: todo muy tolerante y moderado.

La conferencia no ha sido hecha a escondidas, pues la han inaugurado el Presidente Zapatero y el Rey. También acude el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, quien considera que algunos elementos de la doctrina cristiana son ofensivos para los musulmanes. No especifica qué elementos son los ofensivos. Ni tampoco dice los elementos del Islam que son ofensivos para el Cristianismo. En Arabia Saudí las mujeres no pueden viajar sin permiso paterno o conyugal, tampoco presentarse ante cualquier autoridad estatal sin estar acompañadas por un hombre o conducir un vehículo. Pero estas nimias e ínfimas cuestiones no se tocarán en la reunión. El monarca Abdalá sostiene que el Islam es la religión de la moderación, la ponderación y la tolerancia y aboga también por un diálogo constructivo entre los seguidores de las religiones. Supongo que empezarán por dar a los cristianos del mundo musulmán las mismas facilidades para construir iglesias que los musulmanes tienen en el mundo occidental para hacer mezquitas.
En Sevilla se erigirá una tras un acuerdo entre el Gobierno municipal y la Comunidad Islámica para construirla en la Avenida Carlos III, en la Cartuja, donde estaba la Expo 92, que no cuenta con el visto bueno de los empresarios de Cartuja 93 ni de la dirección del parque tecnológico. Esta ubicación la consideran inapropiada. Y parece que en la Conferencia no se hablará del velo islámico y menos después de que la vicepresidenta Fernández de la Vega dijera que el Gobierno respetaba mucho el velo islámico. Polisémico y confuso el verbo respetar. Como siempre, nunca dejarán de asombrarme aquellos que quieren para los demás lo que no quieren para sí mismos. ¿O dejaría la vicepresidenta, tan avanzada y feminista, que su hija se casara con un musulmán y se pusiera un burka o un chador?

El siguiente artículo está escrito por Rosa Montero, quien lleva 30 años trabajando para El País –por lo tanto, nada sospechosa de ser fascista- en el que se ve las piruetas ideológicas que lleva a cabo la izquierda –sobre todo la española- para justificar y acercarse a doctrinas tan poco amigas de la libertad como son el nacionalismo y el islamismo. Quizá como un modo desesperado de buscar proletarios que llenen de votos sus urnas, sin darse cuenta de la ideología profundamente tiránica y contraria a la libertad que supuran los inspiradores y practicantes de estas corrientes. El artículo habla de mujeres arrodilladas, como las deliciosas hermosuras cuya foto podéis admirar y que lo pasarían muy mal en un país islámico. Como decían Siniestro Total: “Ayatola, no me toques la pirola”.


El 10 de enero de 1979, Francia padecía una terrible ola de frío. Estaba todo nevado y las radios lanzaban llamamientos para que no se utilizaran los coches. La cita era con el imán Jomeini, que vivía los últimos días de su exilio, antes de tomar el poder en Irán, en Neauphle le Château, a unos 70 kilómetros de París.El sha estaba a punto de rendirse y de abandonar el país, y la corte volante de Jomeini, el líder chiíta que había encabezado la revolución, se apiñaba en dos pequeños chalets medio enterrados en la nieve crujiente. Una de las casas era la residencia del imán; la otra, más grande, acogía a la variada tropa de políticos, clérigos, ayudantes, ministeriables y rendidos admiradores de Jomeini. Había comenzado ya la cuenta atrás para la toma de Irán y todos querían estar junto al ayatola, porque ese viejo de rostro sombrío, cejas enredadas y expresión de trueno encarnaba en ese momento todo el poder de su atribulado país. Y ya se sabe que el poder atrae tanto a los humanos como el estiércol a las moscas.Cinco veces al día salía el imán de su retiro, cruzaba la carretera y entraba en el chalet comunal a dirigir los rezos. Eran los únicos momentos en los que sus seguidores podían verlo y lo esperaban transidos de emoción durante horas, en la gélida intemperie, con los pies pegados ya a la costra de hielo. Estos eran los creyentes, los fieles silenciosos y anónimos. Pero además, y sobre todo, en Neauphle le Château se conspiraba, se constituían consejos revolucionarios provisionales, se buscaban alianzas. El mundo entero contemplaba con atención este pequeño pueblo. Con atención y, dejémoslo claro, con indudable simpatía, sobre todo entre la izquierda. El razonamiento al uso era el siguiente: el sha es un tirano, Jomeini va a derrocar al sha, luego Jomeini es progresista.


Un silogismo fatal semejante al que se aplicó en el siglo XIX sobre unos nacionalismos reaccionarios que, por el mero hecho de enfrentarse al poder imperial central, fueron considerados también fuerzas del progreso.Sea como fuere, en aquellos tiempos simplistas e inocentes todos los izquierdistas del mundo adoraban al ayatola. Releo ahora mi reportaje y veo los patéticos esfuerzos que hice por comprender y justificar algo que a todas luces me resultaba bárbaro e incomprensible: “Es otro mundo, y como tal hay que juzgarlo”, repetí varias veces en el texto. Pero no pude evitar contar lo que veía. Y lo que veía era inquietante. Como la ciega adoración que depositaban en el imán, o los oscuros pañuelos y las informes túnicas negras que ocultaban a todas las mujeres. Nada más llegar, yo también fui provista de un pañuelo. Me obligaron a llevarlo durante todo el tiempo que estuve en el pueblo, y a cubrirme con él hasta las cejas (“más adelante, écheselo más adelante, tiene que taparle todo el pelo”). Y, cuando por fin conseguí que Jomeini me recibiera, me dijeron que mantuviera mi cabeza siempre más abajo que la del imán. Cosa disparatadamente difícil, porque el ayatola estaba sentado en el suelo, de modo que tuve que ponerme de rodillas y casi tumbarme delante de él. Ha sido la entrevista más absurda y extravagante que he hecho en mi vida. Por no mencionar las ideas que sostenían.

Los seguidores del imán aseguraban que querían implantar una república islámica por sufragio universal, rareza que nadie sabía bien en qué consistía. Pero, entre otras cosas, Jomeini me dijo: “En el Islam, la religión interviene en todas las actividades del hombre, ya sean políticas o sociales, y las reglamenta”. Y también: “Hay terrenos en los que el hombre concibe mejor los problemas que la mujer. El Islam prohíbe las cosas que atacan su dignidad y su castidad”. No se puede decir que fueran pensamientos muy alentadores, pero, aunque ahora parezca mentira, cuando salió el reportaje recibí algunas críticas por no haberme mostrado suficientemente entusiasta con la revolución chiíta. Para ser justos, hay que señalar que muchos iraníes tampoco tenían claro dónde se estaban metiendo. A Neauphle le Château habían llegado corriendo, llenos de idealismo revolucionario, muchos chicos y chicas iraníes apenas veinteañeros, que habían abandonado sus estudios universitarios en Estados Unidos o en Inglaterra para unirse a la causa. Ellas, sobre todo, me impresionaron. Se habían puesto sus pañuelos y sus informes mandilones negros sobre vaqueros ajustados, y me decían, enardecidas, que lo que los occidentales pensábamos sobre la supeditación de las mujeres en el islam era mentira. Me acordé de ellas hace poco cuando vi a mujeres parecidas explicando en televisión, desde Teherán, el miedo que sentían ante la reciente victoria del nuevo presidente de Irán, el integrista Ahmadineyad.Hubo un tipo a quien entrevisté que no quiso darme su nombre. Tenía unos cuarenta años, los ojos líquidos, un impecable abrigo azul, corbata de seda. Dijo ser ingeniero y portavoz del Frente Nacional, un grupo socialdemócrata que colaboró con Jomeini (como también hicieron los socialistas y los comunistas) para echar al sha: “Yo no soy creyente” –me explicó– “y en Irán, los que mueven de verdad el país, los intelectuales, los estudiantes, no son precisamente creyentes”. El, como los otros ministrables cultos y europeizados que se movían en aquellos días por Neauphle, creía que estaban utilizando a Jomeini como quien utiliza una bandera; que el imán sería una herramienta unificadora que serviría para cambiar el régimen, y que después podrían relegarlo a su papel de líder religioso y desarrollar una democracia. Algunos meses después, cuando empezamos a ver por televisión las ejecuciones públicas que llevó a cabo el régimen iraní, me pareció reconocer al hombre de los ojos líquidos entre un grupo de desdichados que fueron ahorcados en un estadio.También hablé allí con otro clérigo, el ayatola Jaljali. Y me dijo: “El gobierno se elegirá por votación y la república islámica tendrá libertad de prensa, de opinión, respetará todo tipo de creencias religiosas y contará con todos los partidos”. Palabras mentirosas que se apresuró a traicionar con entusiasmo, porque, pocos meses después, este mismo Jaljali dirigió los tribunales revolucionarios y condenó a la horca a centenares de personas. Era tan intransigente y tan cruel que lo llamaban el juez del patíbulo.

A los veinte días de mi entrevista, Jomeini entró en Irán. Y diez meses más tarde se aprobó la nueva Constitución, que le otorgaba la jefatura del Estado con carácter vitalicio. Después vendría lo que hoy todos sabemos, las ejecuciones en masa, la fatwa contra Rushdie, los atentados. Como el asesinato de Bajtiar, opositor del sha y antiguo primer ministro, al que degollaron y cortaron las manos en su casa de París. Todo ese dolor y toda esa sangre que por entonces, en Neauphle le Château, aún no manchaba la nieve inmaculada del pueblecito.

Podéis leer el artículo íntegro de Rosa Montero en:http://www.elpais.com/articulo/reportajes/rodillas/Jomeini/elpepusocdmg/20050814elpdmgrep_2/Tes/

Siguiendo la amable indicación del señor Ramiro Nogal, declaro: que la foto arriba insertada es de su absoluta e intransferible propiedad y que solo ha sido usada para ilustrar la entrada de este cuaderno de bitacora.

15 de julio de 2008

Bambi



“Yo solo quiero que se haga justicia” Es una frase manida y que rezuma impotencia por todos lados. No entiendo por qué la gente a quien un bastardo le ha matado a su hijita de 6 años tiene que comedirse, morderse las uñas y no blasfemar. ¿Por qué se ha de renegar de la venganza como si no fuera un sentimiento tan humano como el amor, la pasión, la envidia, y el dolor? Supongo que lo próximo será que no me dejen llorar cuando vea a mi madre fría y muerta. Debe ser por ese proceso estúpido que ahora los muertos salen de las habitaciones de los hospitales tapados y envueltos en cajas inodoras y amorfas. Al final uno tiene que pedir perdón por morirse y por amargarle la paella al colega de la habitación de al lado. Cuando fui celador de un hospital durante un verano, me tocaba llevar muertos por los pasillos y la gente le tapaba los ojos a sus hijos y se apartaban de mi camino igual que de los leprosos en Ben-Hur. Hemos llegado a tal grado de idiotez que vemos la muerte y el dolor como un proceso anormal y arrinconamos el colesterol en una agotadora carrera de ser los más sanos, los más insípidos y los más descafeinados. Parece que si nos metemos un chute de soja cada mañana, ya no nos moriremos y seremos felices a tutiplén. Debe ser por ese afán de querer ser unos híbridos de Bambi y Heidi, que me llaman fascista porque hablo de historia militar. Yo les llamo ignorantes porque el mundo es como es debido a las batallas, a la muerte y a la destrucción. Y porque en las guerras sale lo mejor y lo peor del ser humano: desde lo más valiente y noble a lo más rastrero y cobarde. Si 300 espartanos no se hubiesen dejado matar en el Paso de las Termópilas, no habría existido ni Aristóteles ni Sócrates. Por eso hay una conexión entre el Paso de las Termópilas y que yo esté aquí escribiendo estas idioteces y que, como mucho, me insulten y me llamen fascista. Esta conexión era obvia hace años, pero ahora hay que estar recordándola, porque ya nadie sabría lo que ocurrió en el Paso de las Termópilas si no hubiera sido por la película “300”. Los espartanos ayudaron a que yo esté aquí escribiendo idioteces y demostraron que la libertad también se defiende a hostias. Cosa que es fascista y reaccionaria. Pero bueno: me he vuelto un carca y una antigualla.

Ahora todo el mundo de esa cosa llamada Occidente se empeña en ser como Bambi, Heidi y Marco de los Apeninos a los Andes. Supongo que os acordaréis de esa señora italiana llamada Pippa Vacca que iba vestida de novia predicando el buen rollito y el amor universal y que fue violada y estrangulada por un turco. Según dijo su hermana, Pippa iba vestida de novia porque “El traje era una metáfora del encuentro con el otro, la unión y la búsqueda de la parte femenina positiva, de la mujer como fuente de vida, estabilidad y sensatez". Y la gente seguía sin entender cómo la podían haber violado con la de paz universal que traía. Pero eso le ocurre por ser tan idiota de creer que esas chorradas que decía en su salón al volver de colaborar en la ONG de su barrio eran aplicables a todo el mundo. Se les olvida que el resto del planeta es un sitio hostil, duro y feroz y que todavía, aunque les parezca increíble, no se han dejado arrullar por los cantos de sirena de Bambi, Pedro y Niebla. Pero, como la nueva religión de Occidente es el buenismo –gran palabra de nuevo cuño- , aquí todos se disputan el honor de decir la imbecilidad más grande y parecer los más acérrimos seguidores de Bambi y expandir el buen rollito por todo el planeta. E insisten en creer que nuestros valores los comparte todos los habitantes de la Tierra. Como si a un talibán cabreado con un kalashnikov en la mano le importase mucho la Alianza de Civilizaciones.

Debido a ese buenismo ahora le pedimos perdón a un desgraciado por meterlo en la cárcel. ““Usted perdone, es que ha matado a 25 personas y tengo que encarcelarlo. Ya sé que soy un fascista y un represor, pero, no se preocupe que con buena conducta y unos apañitos… Hala, no me guarde rencor. ¿Pelillos a la mar?”” Los poderosos y progresistas juristas insisten en que el pobre de Juana Chaos mató a esos 25 infelices por nuestra culpa. Porque lo oprimimos desde que nació. Aquí todas las culpas siempre son colectivas. La responsabilidad individual no existe. Es como la extensión del bíblico pecado original. Si Adán peca, todos somos pecadores. Si los camioneros las pasan perras, nosotros también. Si De Juana Chaos mata, es nuestra culpa. El anormal de Rousseau se debió quedar a gusto con su deseo de culpar a la sociedad de todo lo que hace el individuo. Además de rameras, ponemos la cama.

A causa de nuestro buenismo la venganza se ve como algo terrible y no como algo higiénico que alivia el dolor y que repara, al menos en parte, los daños causados por el crimen. Supongo que es casual que nos guste que el malo muera en las películas. Supongo que es casual que nos alegremos cuando a un canalla le dan su merecido. Pero también hay quien ve a esos malnacidos como víctimas y como pobres enfermos a quien hay que compadecer. Y se les llena la boca de bambismo, de heidismo, de buenismo necio en cuanto tienen oportunidad de dárselas de modernísimos. Porque lo moderno es compadecer al bastardo que ha matado a 25 personas y encima se cachondea y llama fascista y represor al juez. Vaya. Cuando él disparaba no era represor. Era un valiente gudari ejerciendo su libre derecho a apretar el gatillo en la nuca. Podían aprender de los niños palestinos que apedrean por delante y enseñando la jeta los tanques israelíes. Son más valientes esos niños que los oprimidos gudaris.

O podríamos tomar nota de los odiados Estados Unidos que protegen su sociedad sin complejos. El asesino de Bobby Kennedy, Sirhan Bishara Sirvan, sigue en la cárcel 40 años después. Y mató a un solo hombre. De igual modo que el asesino de Lennon o el colgado de Charles Manson siguen pagando sus canalladas. Aquí en España ya estarían en La Noria vendiendo sus años de cárcel y en Corazón Podrido hablando de cuán crueles fueron los carceleros. Y habría que ver a Patricia, a Ana Rosa, con gesto conturbado diciendo que, hay que ver, qué poco buen rollito que tenemos que metemos en la cárcel a la gente que mata. Pero claro: son Estados Unidos; la patria del fascismo represor, por lo tanto, sus ejemplos no cuentan. Aunque en Estados Unidos viven y escriben gente como James Petras y Noam Chomsky. Chomsky suele decir lindezas como que Estados Unidos es el mayor estado terrorista del mundo. A pesar de esto, tiene su despachito en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y puede ir andando por la calle sin temor a que nadie le corte el cuello.

Si aquellos en quienes delegamos la aplicación de la justicia nos fallan, nos sentimos ninguneados, estafados y frustrados. Eso supone que terminamos por no fiarnos del Estado. Luego les extraña que no votemos –yo al menos- y que no nos impliquemos ni participemos. Cualquier paisano se da cuenta de que nuestro estúpido y eterno miedo a no parecer fascistas nos acaba haciendo parecer gilipollas. Somos un país tonto y lleno de complejos, donde un montón de idiotas se siente muy satisfecho porque el ilustre y pacífico ciudadano don José Ignacio de Juana Chaos ya ha salido de su injusto cautiverio y vivirá en una cómoda casa junto a sus víctimas. Dicen los ilustres comentaristas como Ignacio Escolar que justicia no es venganza. ¿Y por qué no? Qué tipo de sociedad tenemos que no puede defenderse de esta gentuza. Qué sociedad tenemos que al final quien nos tiene que dar pena no es el que recibió el tiro en la nuca sino el pobre oprimido que apretó el gatillo.

Ulises al volver de Troya mató a los que se querían tirar a su mujer y se habían estado comiendo su comida y bebido su vino. Luego ahorcó a sus sirvientas que habían retozado con los pretendientes. Siempre podré leer la Odisea y gozar con ese humano y delicioso sentimiento de hacer lo que te han hecho. Ojo por ojo, diente por diente. Lo extraño es que no hayan prohibido La Odisea como libro fascista. Aunque todo se andará. El rey Juan Carlos inauguró el 7 de julio la Casa Árabe en Madrid, la cual es una institución imprescindible teniendo en cuenta lo similar que es la vida en España y un país musulmán y teniendo en cuenta que tenemos los mismos valores. No hay más que ver lo bien vista que estaría cualquier niña de las que enseñan el tanga en cualquier ciudad árabe. O lo bien que quedan los homosexuales ahorcados en las grúas de Irán. Ya que hay tanta prisa por inaugurar Casas Árabes no estaría mal que se inaugurasen Casas de Grecia y Roma, para que todos los chavales supiesen quiénes fueron Eneas, Patroclo, Aristófanes, Leónidas, Pausanias, Pompeyo o Cicerón. Ya que la Casa Árabe quiere ser un mayor acercamiento entre España y el mundo árabe y se quiere que refuerce las relaciones y cree puentes entre España y el mundo árabe y musulmán, alguien podría preocuparse de crear puentes con el mundo grecolatino.

Pero no pasa nada. Somos chicos buenos y perdonamos a todos y nos enfadamos mucho cuando una madre, a cuyo hijo el señor De Juana Chaos le pegó un tiro, protesta por tener al señor De Juana Chaos viviendo en su barrio. Ahora el señor De Juana Chaos vivirá como un ciudadano más e irá a hacer la compra y pedirá la vez en la frutería. O quizá se cuele y nadie se atreva a decirle nada. O quizá le veamos tirar un folleto de publicidad en el portal y, si le llamamos la atención, nos apuntará con el dedo y se reirá. Me preguntó qué sentiría si el señor De Juana Chaos viviera en mi portal y tuviera que cruzármelo y darle los buenos días. No nos enfademos: seamos heidianos, bambistas y buenistas. Apenas mató a 25 personas y ha estado 21 años en la cárcel. A menos de un año por muerto. Pobre Ulises: cuán fascista era. Pobre Homero.

Leed el profundo artículo del buenista Ignacio Escolar sobre que la justicia no es venganza:
http://www.escolar.net/MT/archives/2007/01/de_juana_chaos_1.html

Y ved el tráiler de un documental llamado El Infierno Vasco que no ha encontrado distribuidores.
http://www.youtube.com/watch?v=a9cgL9lP4fQ&eurl=http://elinfiernovasco.com/Trailer/Trailer.html

Y leed un artículo bambista acerca de lo incomprendida que era la señora Pippa Bacca y cuánta razón tenía.
http://homines.com/noticias/20080616.htm

12 de julio de 2008

Voluntarios Catalanes

A raíz de los independentistas catalanes que quemaron un retrato del rey hubo reacciones de varios tipos. Hubo a quienes les pareció muy mal y dijeron que atacaba la libertad de expresión. Hubo a quienes les pareció correcto porque se aplicaba la ley. Y hubo a quienes les pareció una pena exigua y exigían más dureza. Tanto si se quema una bandera española o un retrato del rey, parece estéril hablar del objeto en sí mismo. Estamos de acuerdo en que una bandera es un trapo. No daña físicamente a nadie que se le prenda fuego. Pero una bandera representa algo. Hablar de la quema de una bandera diciendo que es solo un trozo de tela es una bobada. Es como querer analizar el hecho de que hay gente que usa agua bendita para santiguarse al entrar en una iglesia, analizando la composición química del agua. El agua bendita y el agua normal son dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Decir eso no explica la razón de que haya gente que quiera santiguarse al entrar en una iglesia. O de que haya quien desee que un sacerdote católico derrame agua fría y bendita sobre la cabeza de su hijo recién nacido. Es igual de necio que querer explicar el motivo por el que la gente se droga analizando la composición química de la sustancia. Tanto el agua bendita, las banderas, los crucifijos, la heroína y el hachís forman parte de una compleja e inadvertida cadena de rituales y símbolos.

Si una bandera no significase nada, la gente habría salido con reproducciones de Las Meninas, con jamones de Jabugo, o con volúmenes del diccionario de la Real Academia cuando España ganó la Eurocopa de fútbol. Habría elegido símbolos que representasen algo de una supuesta cuestión española, pero escogieron una bandera. De todos modos, curiosamente, quienes son tan comprensivos con las quemas de banderas ajenas, no suelen serlo tanto cuando les queman las propias. De igual manera que ,quien proclama siempre que el hombre es bueno y que la sociedad lo pervierte y que las cárceles no deberían existir, suele exigir pena de muerte y cadena perpetua cuando le matan a un ser querido. Es curioso cuánta gente desea para otros lo que no desea para ellos mismos.

Pero en 1859 se desencadenó una guerra contra Marruecos porque unos marroquíes derribaron y patearon una columna en que había grabado un escudo de España. La columna estaba en las afueras de Ceuta y formaba parte de un avanzadilla en territorio marroquí que los españoles querían controlar para proteger mejor Ceuta. Es decir: se estaban metiendo en territorio que no era español según los últimos tratados que se habían firmado. Obviamente era una excusa por razones estratégicas. El control del Estrecho de Gibraltar era la razón de fondo. Y la prueba es que los ingleses –siempre tan simpáticos con España- daban armas y entrenamiento militar a los marroquíes. Lo difícil de entender hoy en día es que mucha gente en España se ofendiera en aquel momento porque unos moros pateasen un escudo español. Hoy sería de lo más normal y habría muchos a quienes les parecería genial y dirían que es justo castigo por nuestra opresión, nuestro colonialismo y nuestro feroz capitalismo. Como un señor de La Coruña, que se apellidaba González, que en una carta al director del diario El País afirmaba rotundo que él era moro. Pues bien. Allá cada cual. Yo muy moro no creo que sea. Me gusta el vino, el jamón ibérico y me encanta que las chicas vayan por la calle con escote y minifalda. Supongo que eso es machismo opresor. Pero cada vez tengo más claro que soy una antigualla. El caso es que en la España de 1859, que nunca existió y que es solo fruto de la opresión y el centralismo, hubo mucha gente que pedía la guerra contra Marruecos. La gente se presentaba voluntaria para ir a la guerra. El País Vasco recaudó 4 millones de reales. Y se crearon tropas voluntarias como el Tercio de Álava de Voluntarios Vascongados o los Voluntarios Catalanes que se distinguirían en batalla. El abad de Montserrat bendijo a los Voluntarios Catalanes antes de partir hacia África. La mayoría de lo que sabemos acerca de la guerra de 1859 se debe a Pedro Antonio de Alarcón –de quien leímos cuando éramos chavales “El Sombrero de Tres Picos”- que fue un pionero en ser corresponsal de guerra. También hubo pintores como el catalán Mariano Fortuny –aún no había fotógrafos- que fueron allí a retratar lo que vieron. Hasta tiene su gracia imaginarse al tío con el papel y el carboncillo en medio de los tiros y los cañonazos. Hoy a los dos les habrían dado premios.

El general que más se destacó en la guerra contra Marruecos era catalán y se llamaba Juan Prim. Había nacido en Reus, en Tarragona, y llegó a ser presidente del Consejo de Ministros. Lo mataron en un atentado cerca de la calle Barquillo en Madrid en 1870, bajo una intensa nevada. Juan Prim – o Joan Prim, como queráis- dirigía la División de Reserva en África. En un encontronazo con los marroquíes, que se denominaría Batalla de los Castillejos, se vieron desbordados y los soldados comenzaron a dejar sus mochilas en el suelo para combatir mejor. Al retroceder iban perdiendo los macutos. Es el momento en que Prim le quita la bandera española a un soldado y suelta: “Soldados. Podéis abandonar esas mochilas, pero no podéis abandonar esta bandera que es la de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas. ¿Permitiréis que caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro general?” Este tipo de frases debe darle sonrojo a un nacionalista catalán en la reivindicación de su hecho diferencial. Pero hacen lo que hacen siempre: el más absoluto silencio. Pretender que nunca pasó.

Con la fuerza renovada los españoles contraatacaron pero el resultado no estaba decidido. Ahí es cuando se produce un episodio digno de recordarse. En ese momento apareció a la carga el señor Leopoldo O’Donnell que era el Jefe del Gobierno Español. Es decir: el presidente del Gobierno de aquellos años ¿Os imagináis a Aznar, González o Zapatero con un sable en la mano cargando contra los moros en el norte de África? Está claro que los tiempos han cambiado. Las balas le rozaban las orejas al señor O’Donnell. Se arriesgó tanto que el general Prim lo regañó por exponerse al fuego enemigo. Hoy los jefes de gobierno mandan a otros a matar en su lugar.

El 3 de febrero de 1860 –un mes después de Castillejos- llegaron los Voluntarios Catalanes. Eran unos 500 y venían con su indumentaria típica como se ve en el cuadro de Francesc Sans i Cabot. Lo más reconocible es la barretina -el gorro rojo y caído- que aún usan. Aunque los nacionalistas intentan hoy darle otra intención, como es normal. El general Prim pidió integrarlos bajo su mando, cuestión a la que O’Donnell accedió. Al día siguiente de llegar tuvo lugar la Batalla de Tetuán, que Mariano Fortuny inmortalizó, y los Voluntarios Catalanes quisieron ponerse en vanguardia. Más de 60 cayeron y hasta su comandante Sugrañes murió. A bayonetazo limpio se fajaron con los marroquíes. Más tarde Prim y los Voluntarios treparon por la Alcazaba cuando ya habían tomado la ciudad. Y usaron los cañones enemigos para dispersar a los marroquíes que aún permanecían. Años más tarde se usaría el bronce de estos cañones para hacer los leones que están en la entrada del Congreso de los Diputados.

La guerra terminó aunque la gente estaba decepcionada porque querían que España hubiera comenzado a conquistar África al igual que ya hacían Inglaterra, Francia o Bélgica. Se añoraba el imperio perdido de América. Las tropas volvieron a Madrid y, como si fuera un parque temático, se instalaron al norte de la ciudad para que todos vieran de cerca cómo se organizaba un ejército. Los soldados hacían simulacros de combates y disparaban salvas para regocijo y divertimento de los ociosos madrileños. Hasta la reina Isabel II acudió al campamento. Se instalaron bares, fondas, tabernas, burdeles y todo tipo de negocios en los que pudiera dejarse la paga un soldado. Fue el comienzo de un barrio que aún sigue llamándose Tetuán.

10 de julio de 2008

Diego de Almagro


En la conquista de Perú había dos personalidades demasiado fuertes que chocaban entre sí: Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Pizarro quería alejar a Almagro de su centro de poder. Además, los incas animaban a Almagro a que se fuera del Perú a fin de dividir a los españoles. Engatusaron a Almagro con historias de la riqueza de un reino que se hallaba más al sur: Chile. 


Almagro organizó y equipó una hueste de 500 españoles, unos cien negros y varios miles de aborígenes auxiliares o yanaconas, con los que se dirigió a Chile. No se sabe bien qué edad tenía Almagro pero a buen seguro que rondaba los 60 años: ya no era un chaval. La expedición salió en julio de 1535 de Perú y en agosto debía encontrarse cerca de los Andes. Recordemos que en esa época es invierno en el hemisferio sur, así que, por esas latitudes, el frío hubo de ser espantoso. La ruta partió de Perú, entró en Bolivia, luego en Argentina, entró en Chile y luego volvió a Perú. Cojamos la expedición en Chicoana, que en la actualidad es el noroeste de Argentina. Chicoana era el último lugar con víveres antes de Los Andes. Había que acopiar maíz y forraje para los animales. Los indios se rebelaron o huyeron y los españoles tuvieron que deshacerse de muchos bastimentos y provisiones pues no tenían quién los cargase. De manera que, con escasa comida, se dispusieron a enfrentar Los Andes.

Diego de Almagro iba delante con otros 20 españoles: todos a caballo. Los puertos que cruzan los Andes tienen, en estas regiones, una altura media de 4.000 metros. Se ignora por qué paso pudo cruzar Almagro pero se cree que pudo ser el Paso de San Francisco a 4.500 metros de alteza –que así se decía- o el Paso de Come-Caballos. Debido al nombre de este último topónimo parece probable que fuese por ahí por donde cruzó Almagro, pues, seguramente, el hambre les hizo comerse los caballos. El Paso de Come-Caballos tiene unos 4.300 metros de altitud y aún se conservan viejos caminos incas de los que debieron de valerse los españoles.

Se cree que la temperatura sería durante el día de unos 5 grados sobre cero y por la noche descendería a unos 20 bajo cero. José de San Martín cruzó por este paso –en 1817- y registró 10 grados bajo cero en febrero por la noche, que 
allí es pleno verano. El frío era horrible. Ninguno iba pertrechado para soportar semejante frío. Hasta los alpinistas más preparados sufren congelaciones. Las crónicas cuentan que muchos perecieron y que la nieve y el frío quemaban los ojos, las narices y las orejas. No tenían leña ni lumbre para encenderla. Al parecer las mayores bajas se dieron entre los negros que eran quienes menos habituados estaban al frío. Dicen que la gente se helaba junto a sus caballos y se quedaban de pie, rígidos, como estatuas de hielo. Las expediciones sucesivas encontraron a estos hombres junto a sus monturas en la misma posición en que murieron. Las crónicas hablan de un castellano a quien la nieve le abrasó los dedos, le hizo caer las uñas y mudar los cueros de la mano como si fuera Fuego de San Antón, que es como se le llamaba al ergotismo y que produce gangrenas y mutilaciones. 


De otro integrante, Jerónimo Costilla, dijeron que "se le pegaron los dedos de los pies a la bota de tal suerte que, cuando lo descalzaron a la noche, le arrancaron los dedos, sin que él lo sintiese ni lo echase de ver hasta el otro día en que halló sus pies sin dedos". Hubo canibalismo y los vivos se comían a los muertos, aunque al parecer los españoles se negaron a hacerlo por cuestiones religiosas y fueron los indios quienes se comían al prójimo. Además, había que contar con el mal de altura. La hipoxia –falta de oxígeno en tejidos y células- se produce a partir de los 2.500 metros. A la falta de alimentos había que sumar que respirar era un suplicio. Debido a la altura no había apenas hierbajos con que se pudiesen alimentar las monturas. Toda la región por la que viajó Almagro es el Altiplano o Puna, algo parecido a la meseta castellana pero a 3.000 metros.

Con muchas penurias, Almagro dejó atrás Los Andes y llegó al Valle de Copiapó en lo que hoy es Chile. En esta región los ayudó un castellano llamado Calvo de Barrientos que se había desterrado para no vivir en Perú con el oprobio de ser El Desorejado. Calvo de Barrientos era soldado de Pizarro y había sido castigado a que le cortasen las orejas porque lo sorprendieron robando. A fin de no vivir humillado, Calvo de Barrientos se fue al sur, razón por la que es el primer español en llegar a Chile. Era normal en la época desorejar como un modo de castigo. 



Barrientos persuadió a sus anfitriones indios de que no se resistiesen a los castellanos. Los indios de la zona sintieron pavor ante los caballos, las armaduras, el acero toledano y los arcabuces –tubos de trueno los llamaban-. Al igual que sucedió con los aztecas en México, estos lares estaban habitados por indios que pagaban tributos a los incas. De modo que no hacía falta mucho para convencerlos de que se rebelasen contra los incas y se hicieran aliados de los españoles. Las misiones que Almagro había hecho o mandado hacer no dieron el fruto deseado, por lo que resolvieron volver al Perú. Barrientos – El Desorejado- indujo a Almagro a que volviese a Perú por el desierto en vez de por la cordillera.

Los españoles se aprestaron a recorrer 400 kilómetros del desierto más seco del mundo, el desierto de Atacama, que está al norte de Chile. Almagro hizo dividir sus fuerzas en grupos pequeños para que el agua que encontrasen se repartiese sin codicia. A lo largo del desierto de Atacama había unos pequeños pozos llamados jagüeys que los españoles usaron. Almagro hizo que la vanguardia fuese dejando señales de dónde se hallaban los jagüeys y que escarbasen al objeto de que brotase más agua.



Dicen las crónicas que la sed entraba por la gorja –la garganta- y el pecho y que se hacía violenta y seca en los miembros, rasgaba las tripas y hacía temblar la cabeza y requemaba los sesos. La sed era una estaca ardiente y, en cuanto echaban adentro el agua sucia, las entrañas se les sacudían. Siguen diciendo las crónicas que los españoles entendían que morirían y que serían carne de momia, pues vieron que la carne no se pudría del calor tan asfixiante. El aire era irrespirable y pesado y muy malo de sufrir. Amén de los pesares del viaje, Almagro hubo de hacer frente a dos traidores que abandonaron la comitiva y quisieron cegar los pozos por donde habrían de pasar los castellanos. Aunque más tarde, por justicias del destino, los encontraron muertos al salir del desierto. Dos años tardó Almagro en lograr su empresa.


Es difícil saber la distancia que recorrió Almagro pero fácilmente pudieron ser unos 5.000 kilómetros a pie y a caballo. Un poco menos que ir desde Madrid a la Cordillera de los Urales. 




Diego de Almagro volvió al Perú en donde se desencadenó una guerra civil entre él y Francisco Pizarro por el control de esas tierras. Cosa rara e inusual ver a españoles matando españoles, ¿no? Hasta en América nos matamos. Almagro perdió en la Batalla de las Salinas y fue ajusticiado con garrote vil el 8 de julio de 1538 en la Plaza Mayor de Cuzco y luego lo decapitaron. 



De Diego de Almagro dijeron que era de cuerpo pequeño, de feo rostro y tuerto. Era pobre como todos los castellanos de la época. Y se hizo a sí mismo. Una de las razones pueriles con las que se suele descalificar a los conquistadores españoles es su afán de lucro y su poca cultura. Nadie le pidió certificado de estudios a John Smith que se restregaba con Pocachontas, ni a todos los ingleses, franceses, holandeses y portugueses que fueron a América. Y ¿por qué es malo querer ganar dinero? El afán de lucro ha hecho que el mundo avance y vivamos hoy mejor que hace 5 siglos. ¿No iban a ganar dinero los ingleses que plantaban tabaco en Virginia? Diego de Almagro se hizo a sí mismo. Medró con su esfuerzo individual. Su hazaña fue, y es, puro capitalismo.

Vean más en dos páginas muy completas. Una contiene un vídeo con un documental hecho por ingenieros chilenos que quisieron buscar la ruta por la que Almagro debió de cruzar Los Andes, pero armados con satélites, GPS, y toda la parafernalia tecnológica. Sólo habla del paso de Los Andes. La otra es una página con un relato bastante completo y con fotos de los parajes por donde pasó Almagro.




9 de julio de 2008

Miguel Hernández




Miguel Hernández era comunista y murió en 1942, en la cárcel, tras la Guerra Civil. Hoy en día sería un poeta considerado fascista, centralista y machista. Era comunista pero creía que España existía, como la mayoría de los comunistas de esa época. Supongo que los socialistas y comunistas, que tan alegramente apoyan a los nacionalistas, jamás leyeron ni piensan a leer a Miguel Hernández.



LLAMO AL TORO DE ESPAÑA

Alza, toro de España: levántate, despierta.

Despiértate del todo, toro de negra espuma,

que respiras la luz y rezumas la sombra,

y concentras los mares bajo tu piel cerrada.

Despiértate.


Despiértate del todo, que te veo dormido,

un pedazo del pecho y otro de la cabeza:

que aún no te has despertado como despierta un toroc

uando se le acomete con traiciones lobunas.

Levántate.


Resopla tu poder, despliega tu esqueleto,

enarbola tu frente con las rotundas hachas,

con las dos herramientas de asustar a los astros,

de amenazar al cielo con astas de tragedia.

Esgrímete.


Toro en la primavera más toro que otras veces,

en España más toro, toro, que en otras partes.

Más cálido que nunca, más volcánico, toro,

que irradias, que iluminas al fuego, yérguete.

Desencadénate.


Desencadena el raudo corazón que te orienta

por las plazas de España, sobre su astral arena.

A desollarte vivo vienen lobos y águilas

que han envidiado siempre tu hermosura de pueblo.

Yérguete.


No te van a castrar: no dejarás que llegue

hasta tus atributos de varón abundante

esa mano felina que pretende arrancártelos

de cuajo, impunemente: pataléalos, toro.

Víbrate.


No te van a absorber la sangre de riqueza,

no te arrebatarán los ojos minerales.

La piel donde recoge resplandor el lucero

no arrancarán del toro de torrencial mercurio.

Revuélvete.


Es como si quisieran arrancar la piel al sol,

al torrente la espuma con uña y picotazo.

No te van a castrar, poder tan masculino

que fecundas la piedra; no te van a castrar.

Truénate.


No retrocede el toro: no da un paso hacia atrás

si no es para escarbar sangre y furia en la arena,

unir todas sus fuerzas, y desde las pezuñas

abalanzarse luego con decisión de rayo.

Abalánzate.


Gran toro que en el bronce y en la piedra has mamado,

y en el granito fiero paciste la fiereza:

revuélvete en el alma de todos los que han visto

la luz primera en esta península ultrajada.

Revuélvete.


Partido en dos pedazos, este toro de siglos,

este toro que dentro de nosotros habita:

partido en dos mitades, con una mataría

y con la otra mitad moriría luchando.

Atorbellínate.


De la airada cabeza que fortalece el mundo,

del cuello como un bloque de titanes en marcha,

brotará la victoria como un ancho bramido

que hará sangrar al mármol y sonar a la arena.

Sálvate.


Despierta, toro: esgrime, desencadena, víbrate.

Levanta, toro: truena, toro, abalánzate.

Atorbellínate, toro: revuélvete.

Sálvate, denso toro de emoción y de España.

Sálvate.


MADRE ESPAÑA

Abrazado a tu cuerpo como el tronco a su tierra,

con todas las raíces y todos los corajes,

¿quién me separará, me arrancará de ti,

madre?


Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,

si su fondo titánico da principio a mi carne?

Abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa,

¡nadie!


Madre: abismo de siempre, tierra de siempre: entrañas

donde desembocando se unen todas las sangres:

donde todos los huecos caídos se levantan:

madre.


Decir madre es decir tierra que me ha parido;

es decir a los muertos: hermanos, levantarse;

es sentir en la boca y escuchar bajo el suelo

sangre.


La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.

El otro pecho es una burbuja de tus mares.

Tú eres la madre entera con todo su infinito,

madre.


Tierra: tierra en la boca, y en el alma, y en todo.

Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.

Con más fuerza que antes, volverás a parirme,

madre.


Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella,

volverás a parirme con más fuerza que antes.

Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:

¡madre!


Hermanos: defendamos su vientre acometido,

hacia donde los grajos crecen de todas partes,

pues, para que las malas alas vuelen, aún quedan

aires.


Echad a las orillas de vuestro corazón

el sentimiento en límites, los afectos parciales.

Son pequeñas historias al lado de ella, siempre

grande.


Una fotografía y un pedazo de tierra,

una carta y un monte son a veces iguales.

Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,

madre.


Familia de esta tierra que nos funde en la luz,

los más oscuros muertos pugnan por levantarse,

fundirse con nosotros y salvar la primera,

madre.


España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos

de dolor y de piedra profunda para darme:

no me separarán de tus altas entrañas,

madre.


Además de morir por ti, pido una cosa:

que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,

vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,

madre.


8 de julio de 2008

Las Navas de Tolosa


La batalla de las Navas de Tolosa fue consecuencia de una guerra de desgaste llevada a cabo tanto por moros como por cristianos y un pequeño afán de revancha que anidaba en el pecho del rey castellano Alfonso VIII, quien había sido derrotado y casi muerto en la batalla de Alarcos en 1195. Alfonso VIII se había casado con Leonor, hermana de Ricardo Corazón de León, y se pasó la vida combatiendo a los almohades. La batalla de las Navas de Tolosa tuvo lugar cerca del puerto de Despeñaperros, en la provincia de Jaén, al lado del pueblo de Santa Elena, el 16 de julio de 1212. Hemos pasado por allí muchas veces de camino a Almuñecar, Granada o Salobreña. Menuda jartá de caló que tuvieron que aguantar ambos bandos con las armaduras, las cotas de malla y el estrés que te entra cuando tienes que matar y no quieres que te maten.

En la Península había 5 reinos cristianos: el más grande y potente era Castilla; además estaba la Corona de Aragón, Navarra, León y Portugal. No era raro que los reinos cristianos luchasen entre sí para regocijo de los almohades que ni tenían que molestarse en organizar batallitas, ya que los cristianos se bastaban y sobraban para matarse entre ellos. Españoles al fin y al cabo.

El Papa Inocencio III andaba de los nervios y no ganaba para disgustos, ya que, aparte de la disensión entre cristianos en España, tuvo que aguantar que Saladino reconquistase Jerusalén a los cruzados. Se temía que el poder musulmán se extendiese por Europa entrando por España. De los 5 reinos cristianos, solo se mojaron en las Navas de Tolosa: Castilla, Navarra y Aragón. Los leoneses aprovecharon que Alfonso VIII estaba ausente para quitarle unos pueblecitos a Castilla. Todo muy español. Incluso, en 1196, un combinado de almohades y leoneses atacó Castilla hasta que el Papa les dijo que se cortasen un pelo y que se diesen cuenta de quién era el enemigo real. Cuando Alfonso VIII se puso en marcha, el papa Inocencio III se lió a lanzar amenazas de excomulgar a todos los que se aprovechasen de la debilidad de Castilla. El rey de Aragón, Pedro II, que era primo de Alfonso VIII, las pasó perras a fin de conseguir dinero con el que financiar sus tropas. Tuvo que hipotecar varios castillos y varias villas al rey de Navarra. Ignoramos a qué interés variable y mensual y cómo andaba el Euríbor por esos años.
Pedro II de Aragón fue quien más tropas aportó. Y muchos nobles catalanes participaron en la batalla, porque Cataluña formaba parte de la Corona de Aragón. Nombres de nobles catalanes que las crónicas registran son: Guillén de Cervera, Guillén de Cardona, Ramón de Falcón y, quizá, Dalmau de Creixell. También hubo vascos como Diego López de Haro, señor de Vizcaya y que mandó la vanguardia castellana.

Varios miles de cruzados que eran principalmente franceses, aunque los había alemanes e italianos, llegaron a Toledo al olor de la garganta musulmana lista para ser degollada y del dinero fácil. Pero los problemas de orden público que se suscitaron fueron tremendos con tanta gentuza camorrista e indisciplinada. Además, los cruzados no entendían cómo los españoles aguantaban a esos malditos judíos con los que convivían sin matarlos en tropel. Para los cruzados, un judío no era más que la basura que mató a Cristo. Eso demuestra que en España las religiones se soportaban relativamente bien. No es que se respetasen: eso es una mamarrachada del siglo XX. Es un mito la coexistencia de las tres religiones. La existencia de juderías, que eran auténticos guetos, lo demuestra. Pero se soportaban y lo sobrellevaban lo mejor que podían.

De modo que el contingente salió de Toledo. Su primera víctima fue la plaza de Malagón en Ciudad Real. Los ultramontanos -que así se llamaba a los cruzados que venían de más allá del monte, más allá de los Pirineos- querían marcha y hundir sus espadas en carne fresca. Los cristianos quisieron rendirla por las buenas pero los cruzados ultramontanos pasaron a todos a cuchillo. A los habitantes no les hizo falta salir de Málaga para caer en Malagón. Después, los cristianos pusieron sitio a Calatrava la Vieja donde sí pudieron pactar y salvarle la vida a los moros en contra del criterio de los ultramontanos. Tras este suceso se produce la deserción de los cruzados. Los franceses y alemanes que habían venido a España a proseguir la Santa Cruzada estaban decepcionados y se largaron con viento fresco a sus lugares de origen, dejando a los cristianos con un palmo de narices. Los cristianos avanzaron al lema de mejor solos que mal acompañados y vieron que, para plantarle cara a los moros, tenían que sortear Sierra Morena y muchos de sus angostos pasos. Dicen que un pastor llamado Martín Halaja les mostró el mejor camino. La leyenda se encargó de asegurar que quien les había indicado la senda era San Isidro, aunque seguramente era solo un pastor. Los cristianos se prepararon para la batalla con sus pesadas indumentarias antes de que amaneciera. La intención era principiar la contienda en cuanto se levantase el sol. No hace falta decir el calor que hace en Jaén en julio. Dicen que lo que más preocupaba a los cristianos era deshidratarse, de manera que bebían vino o vinagre mezclado con agua.

La tienda de Al-Nasir, el jefe de los almohades, servía para guardar pendones y estandartes y estaba custodiada por una muralla humana. La leyenda contaba que eran negros que se enterraban hasta la rodilla para no retroceder y que morían antes que rendirse. El cuadro de Marceliano Santa María muestra a la guardia negra, encadenados entre sí, siendo superada por los caballeros cristianos. Los infantes almohades se cubrían con grandes escudos y tocaban el suelo con la rodilla de la pierna izquierda. Detrás se ponían arqueros. Al parecer se hundieron en una especie de trinchera y se ataban por los muslos para evitar las deserciones. Dicen que esta costumbre bereber se mantuvo hasta el siglo XIX.

Los cristianos avanzan. Suenan los tambores musulmanes. Las mujeres de las tribus árabes lanzan agudos chillidos a fin de enardecer a sus tropas. El choque de los aceros retumba en los montes de Sierra Morena. Los cristianos avanzan pero son detenidos cerca de la tienda de Al Nasir y, puesto que su retaguardia sigue empujando, empiezan a ser aplastados entre los moros y sus propias fuerzas. En ese momento la milicia del concejo de Madrid se retiró: no se sabe si por cobardía, por falta de paga, o porque eran antecesores de cualquier escaqueado madrileño de hoy en día. Desertar en la época era muy grave, porque se les mataba, se derribaban sus casas y se embargaban sus bienes. Los almohades contraatacaron e hicieron retroceder a los cristianos. Fue cuando entraron en liza las reservas castellanas y los otros dos reyes que terminaron por arrollar a los moros. Incluso Pedro II de Aragón fue herido pero su cota de malla lo protegió. Los cristianos capturaron una ingente cantidad de oro y joyas, además de armas y pendones. Dicen que un pendón de la batalla aún puede verse en el Monasterio de las Huelgas en Burgos, aunque se duda de su autenticidad. Y las cadenas que rodeaban la tienda de Al-Nasir se llevaron a Navarra y aún figuran en su escudo. Pero no se confía en que las cadenas conservadas en Roncesvalles sean auténticas sino posteriores.

Las Navas de Tolosa serían el comienzo del fin de los almohades. Las conquistas de Fernando III de Castilla y de Jaime I de Aragón les darían la puntilla final.

1 de julio de 2008

El diario Público

El diario Público es un ejemplo de información objetiva, veraz, contrastada y sin sesgos ideológicos. Como esta noticia aparecida el 25 de junio de 2008.

Parecía que el congreso del PP había conseguido orillar las tesis más españolistas – No sé a qué se refieren con españolismo. No entiendo si hay una definición clara pero supongo que lo quieren asociar con fascismo o nacionalismo. Pero el espejismo ha durado tres días. Ayer, el PP unió fuerzas con 18 intelectuales españolistas –otra vez españolistas- , próximos a UPyD y liderados por el filósofo Fernando Savater, que presentaron el lunes en Madrid un manifiesto reivindicando la preeminencia del castellano sobre el resto de lenguas y que ha tenido eco en la derecha mediática- El manifiesto no dice eso. Habla de la riqueza de una lengua común y en la que muchos se entienden. Además, reivindica esa estúpida manía de los revolucionarios franceses de 1789 que decían que quienes tienen derechos no son las lenguas ni los territorios sino las personas.

El texto, que denuncia políticas que el PP ha apoyado o promovido donde gobierna o lo ha hecho –eso es cierto, el PP critica lo mismo que ha hecho en Valencia y Galicia- , pretende que el castellano sea vehicular en la enseñanza y exige adaptar la Constitución y los estatutos a dicha supremacía.- el manifiesto dice que, en lugares donde haya más lenguas, la gente pueda ser educada en castellano, si así lo desea: una ordinariez. El uso del sustantivo “supremacía” destaca el carácter antiopresivo y libertario de esta noticia. En cuanto a exigir, es un sinsentido. Yo puedo exigir ser Nacho Vidal y no por eso me lo concederán. El manifiesto usa el verbo “solicitar”.

Después de saberse la adhesión de Rajoy (pero también de ex diputados del PSOE como Joaquín Leguina o José Acosta) Savater cargó contra el Gobierno afirmando que “la lengua común es un bien” que se niega “para tapar miserias”.Las administraciones catalanas están habituadas a manifiestos así (hace tres años uno simular alumbró a Ciudadanos). El uso del verbo “habituar” le confiere al texto un manto de resistencia ante el centralismo despiadado y mesetario y le añade un toque de “me la refanfinfla lo que digáis”. Le falta decir que lo emplean en los retretes de la Generalitat.

Desde la convicción de que en Catalunya no hay conflicto lingüístico se lo toman con flema. No podía faltar el respeto sagrado al hecho diferencial usando el dígrafo NY para representar el fonema nasal, palatal, sonoro que en la opresora lengua española se representa con Ñ. El cual no es un signo opresivo sino un signo que representa la pereza de los copistas medievales que, como escribían a mano, ponían una vírgula sobre la N, a fin de evitar escribir dos enes, pues así se escribía la Ñ: Espanna. Además, todos sabemos que Catalunya es menos humillante que Cataluña.

Joaquim Nadal, del PSC, en función de conseller portavoz del Govern, afirmó que preservarán su modelo “para que se pueda vivir en catalán y en castellano”.En Catalunya sólo una minoría percibe la lengua como problema –Excepto el centralista y mesetario y españolista Carmelo González que se puso en huelga de hambre para pedir que su hija pudiera escolarizarse en castellano. Como no pudo, ahora manda a su hija a un colegio privado, uno de esos colegios donde estudian los hijos de los altos cargos de la Generalitat. Quienes no quieren para sus hijos lo mismo que quieren para los hijos de los demás. Menuda muestra de igualdad y de ausencia de clasismo.

"y el PP catalán huye del debate, sabedor que les complica alianzas con CiU. Se asume que el apoyo a la lengua es, a menudo, proporcional a su buena o mala salud.El caso del catalán es paradigmático. Se habla en cuatro países" No sé si se refiere a los países donde se habla catalán o los países que forman la entelequia de los Países Catalanes. "En el Estado español" Que no falte decir Estado español, ojo con la minúscula, ya que, si se dice España, el pulso se acelera y se entra en coma. Evitar decir España es un concepto religioso, al igual que los judíos evitan decir Jehová pues lo consideran una blasfemia. en Catalunya, País Valenciano, Baleares y Aragón.

Los datos de uso y conocimiento tienen mucho o todo que ver con su estatus. Hace un siglo su área lingüística era monolingüe. La fantasía de los territorios monolingües solo existe en la mente del redactor. Si acaso, las tierras que formaban la Corona de Aragón en plena Edad Media, tenían preponderancia de catalán y aragonés, pero en el siglo XIX se hablaba castellano en todos esos sitios. Los territorios monolingües jamás han existido.

Donde mejor salud tiene es en Andorra –única lengua oficial– y en Catalunya, donde ha alternado prohibición y protección.El catalán agoniza en cambio en Pirineos Orientales (Francia), donde lleva cuatro siglos proscrito. No sé a qué se refiere con que está proscrito. Supongo que no es casual emplear el verbo “proscribir” y "agoniza" para darle al lector la sensación de que hombres de negro y con guadaña van asesinando a quien habla en catalán. En el sur de Francia se habla catalán, pero no es oficial como sí lo es en Cataluña.

Situación similar atraviesa en l’Alger, en Cerdeña. De nuevo, el redactor dice que el catalán está proscrito en Alguer, que es una ciudad de Cerdeña. Cosa que no es cierta. Aún hay gente que habla catalán desde los tiempos en que la Corona de Aragón dominaba gran parte del Mediterráneo. Pero la historia cambia y ahora se habla italiano. No es opresión: es la libertad del hablante en usar la lengua que le dé la gana. Según ese concepto de proscripción, el español está proscrito en Flandes, Nuevo México, Texas, California, Haiti y Filipinas, lugares en que fue dominante pero ya no lo es. Y queda muy antifascista escribir l'Alguer en lugar de Alguer.

En Baleares y el País Valenciano, donde el PP ha gobernado gran parte del periodo democrático, ha perdido vitalidad ¿a qué se refiere con que ha perdido vitalidad? ¿ a que la gente habla como le dé la gana y en la lengua que escoge y que conoce?

y pagado la bronca en torno a su unidad lingüística. La lengua ocupa parte del debate en Galicia. Hace semanas, el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, del PSdG, oteó la ofensiva “política, cultural y social” contra su política lingüística. Meses antes, el decreto que regula los usos lingüísticos en la enseñanza provocaba un arduo debate entre el bipartito y el PP. El decreto establece el uso de las dos lenguas al 50%.Lo que sucede en Madrid en este tema no resulta inadvertido. La web del PPdeG, que se elaboró en gallego cuando Fraga hacía y deshacía, es ahora bilingüe.Euskadi tampoco esquiva la polémica. La consejería de Educación (EA) prevé eliminar los actuales modelos lingüísticos A (en castellano con el euskara como asignatura), B (bilingüe) y D (en euskara con el castellano como asignatura). Establecerá el euskara como lengua principal con críticas de PSOE y PP.

Y, cómo no, decir euskara, con a, es menos opresor que decir euskera, o eusquera. Todo muy antifascista, muy antiopresor, muy libertario y muy diferencial. Igualito que el cuadro de Delacroix.

La noticia es esta:
http://www.publico.es/espana/129452/nacionalismo/espanol/nuevo/politica/lenguas

Y el manifiesto es este:
https://www.upyd.es/modulo-web/modules/recogida_firmas/manifiesto.pdf