12 de junio de 2009

Propiedad conmutativa



El maestro Santiago González escribe hoy en El Mundo:


Hoy es noticia en los diarios la primera condena a una mujer por haber ejercido violencia contra su mujer. Este hecho es la anécdota. La categoría está en la sentencia. Para inscribirla en el marco de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, el juez de Santander escribe de la agresora como si fuera un hombre: "la ofendida sea o haya sido esposa o mujer que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación".
El asunto es de un gran interés, porque configura el universo Aído ( y, por ende, el de Zapatero) y define con precisión el sentido de la igualdad. Desde que se aprobó en 2007 la Ley de Identidad de Género, el sexo ha dejado de ser lo que Monk llamaría "un don y una maldición". No. Ahora es optativo. Uno (o una) se presenta en el Registro Civil y le dice al funcionario (o a la funcionaria): "Yo vivía prisioner@ en el (la) cuerp@ equivocad@" y te inscriben como varón o mujer en función de tu percepción intelectual del tema. Y si esto puede elegirlo cualquiera, ¿cómo no va a poder decidirlo el juez?
Cuestiones como ésta hacen que el género ya no deba contemplarse en perspectiva de igualdad. Bibiana debería considerar que el concepto se le está quedando estrecho a las dimensiones de su Departamento. Desde aquí sugerimos un nombre que cuadraría mejor al invento: Ministerio de la Propiedad Conmutativa.
También pasa con la edad. Lógicamente. Si cualquiera tiene la capacidad de sacar su alma de la cárcel de su cuerpo, ¿por qué no habría de rescatar su cuerpo de la condena del calendario? La edad, como la Economía en opinión de Zapatero, es un estado de ánimo. Es a partir de aquí desde donde debemos considerar la propuesta del Ministerio de Cultura: las películas para mayores de 18 años serán, en adelante, para mayores de 16.
Es natural para las chicas. Pueden abortar sin permiso de mamá y comprar la píldora postpolval sin receta. ¿Cómo no van a poder ir al cine? No faltará quien diga a ver qué pasa con los chicos. Tampoco hay problema. ¿No pueden suspender y pasar de curso? Pues esto es más fácil, porque tiene doble solución: La primera es decirle al portero del cine: "Esto que ve usted es un cuerpo equivocado. Soy tía". La otra es: "la fecha del DNI es irrelevante. La verdadera edad está en la mente".
Esto es algo de lo que ya habíamos tenido pruebas antes, al considerar la ministra que a partir de los 16 años una adolescente es una mujer que puede enfrentarse sola a una experiencia como la del aborto. Sin embargo, la extraordinaria labilidad socialdemócrata convierte en niñas a las chicas de 18 años en las fiestas de Berlusconi.