21 de septiembre de 2011

Antonio Alcántara: un emprendedor irredento.



La serie Cuéntame hecha por RTVE es una serie irregular. En su mayor parte es una serie muy almibarada y cursi. Es altamente maniqueísta, ya que los personajes de derechas son planos, malvados y sin matices. En cambio, los de izquierda tienen sus contradicciones. Son humanos. Dudan. Pero siempre triunfa su bondad inherente. Esa bondad innata que les sitúa a tiempo en el correcto lugar. 

Sus elegías finales con la voz en off que flota sinuosamente sobre una música empalagosa son antológicas. El planto final deja a cada cual en su sitio y aporta la moraleja -o moralina- última y rotunda.La voz en off nos conduce con sigilo -pero con firmeza- para que las conclusiones no sean erradas y sepamos de manera taxativa quiénes eran los buenos y los malos en la época. 

Además, son abundantes sus críticas al capitalismo y sus vicios aledaños como la codicia. El capitalista por excelencia es don Pablo, quien es un personaje abyecto, vil, explotador, que engaña a su mujer y que trata con desdén a quien no es como él. Vive por el hedonismo más rampante y no para mientes en buscar las argucias más infectas al objeto de lograr sus metas rastreras. No vacila en engañar a Antonio Alcántara, su empleado, y hacerlo responsable de una estafa que no ha cometido. Es la ruindad personificada.

Pero el personaje más interesante y que matiza, muy mucho, el discurso anticapitalista es Antonio Alcántara interpretado por Imanol Arias cuya interpretación, a ratos, es sencillamente genial. Vistas las incoherencias de otros personajes de la serie, parece creíble pensar que la genialidad de la interpretación subyace más en el actor que en el guionista. 


Antonio Alcántara es un emprendedor. No se conforma con ser un don nadie. A pesar de que no ha podido estudiar, trabaja como ordenanza en un ministerio por la mañana y por las tardes en una imprenta. Dentro del ministerio, ascenderá de categoría -sin dejar de ser ordenanza- gracias a su buen hacer y en la imprenta llegará a ser el encargado. Es decir: su esfuerzo le reporta frutos. Su vida no ha sido fácil: llegó a Madrid desde un pueblo y era huérfano de un padre fusilado en la Guerra Civil.

No se conforma con eso y, mientras sigue de encargado en la imprenta, compra una máquina de impresión de segunda mano, con la que pretende ganar un dinero extra. Esto le supone trabajar aun más horas y llegar más tarde a su casa. Pero es ambicioso y quiere más. Se esfuerza para conseguirlo. Cuando lo quieren disuadir y le dicen que elija una vida más tranquila, siempre contesta que quiere más de lo que tiene. Por desgracia, su aventura de impresor en solitario no sale bien y ha de vender la máquina al borde de la suspensión de pagos. 

Más tarde, don Pablo le ofrece ser su mano derecha en su nuevo negocio inmobiliario. Antonio acepta. Pero Antonio ha de lidiar en un mundo sofisticado en el que ha de refinarse. Se lee sin chistar un libro sobre protocolo y buenas maneras. Asimismo, se compra una enciclopedia y se va leyendo todos los tomos desde la A hasta la Z. Aunque no pudo estudiar, no se resigna y quiere aprender. Además, quiere dinero para comprarse un televisor, una lavadora, para irse de vacaciones a Benidorm. Quiere vivir mejor. Dice que lo hace por su familia y es cierto. Pero lo hace por sí mismo, principalmente. 

El negocio inmobiliario sale mal y está a punto de ir a la cárcel. Vuelve a trabajar de ordenanza. Al poco volverá a trabajar en una imprenta donde se convertirá en encargado nuevamente. Después, la imprenta no irá bien y los dueños la venden a los trabajadores. Se acuerda explotarla en régimen de cooperativa y Antonio Alcántara es uno de los que arriesgan su dinero, junto a 2 socios más. Casi nadie quiere aceptar el riesgo, pero Antonio acepta. Podría haber salido escaldado de sus anteriores empresas: aun así, insiste.

La imprenta irá bien y Antonio Alcántara se convertirá en el único dueño al comprar la parte de los otros gestores. Incluso lanza una revista que funcionará al principio, aunque luego habrá de cerrarla. No tenía bastante con un riesgo y asume otro: la revista. Una organización patronal lo nombra empresario del año. Ha pasado de ser ordenanza a empresario del año gracias a su esfuerzo y abnegación. 

Inicia una carrera política por la que le dan un importante cargo dentro del Ministerio de Agricultura. Se muda a una casa más grande. Conduce un Mercedes. A la vez, le hacen una sustanciosa oferta por su imprenta que lo hace casi millonario. Está a punto de jugar en bolsa el dinero que le ha proporcionado la venta de la imprenta, pero su mujer lo convence para que lo inviertan a plazo fijo. El quiere riesgo; su mujer no. 

El banco en el que depositan su dinero quiebra y lo pierden todo. Tras el shock inicial, se va a la cola del paro dispuesto a empezar de nuevo. Antonio Alcántara es un emprendedor irredento. 


3 de septiembre de 2011

Lenguas en peligro


Uno de los sintagmas más excesivos e irracionales que se emplean en relación a las lenguas es el de “lenguas en peligro”. Hoy en día el lenguaje se hace excesivo para impactar. Y debido a esto se crean sintagmas alocados como “genocidio lingüístico” o “lenguas en peligro” que pretenden clavarse en el corazón del lector para obligarlo a tomar partido y apuntarse rápidamente a algún movimiento u organización que defienda las lenguas de su extinción. Como si fuera el lince ibérico.

Al hablar de “lenguas en peligro” se pretende equiparar una lengua a un organismo vivo y, de esta manera, incluirlas en la categoría del águila imperial o el urogallo. Una lengua no es un organismo vivo que deba ser protegido por el Estado, sino una creación del organismo del ser humano. Ambas son cuestiones relacionadas pero no iguales. Como tampoco se protegen las lágrimas, el sudor o una hez, es absurdo proteger una lengua. Las lenguas no respiran ni enferman. No existen sin el ser humano. Las lenguas existen cuando hay hombres que las quieren hablar. Y mueren cuando a los hombres les dejan de interesar. Este hecho que parece una tragedia no lo es. Ha pasado durante toda la historia de la Humanidad y seguirá pasando a pesar de los millones de euros que se gastan al día en preservar lenguas.

Los hombres han abandonado sus lenguas porque les venía mejor hablar otra para sobrevivir. Aunque en el mundo rico occidental se considere un avance gastar dinero en preservar lenguas, a la  Humanidad durante milenios ni le preocupó ni le entristeció cambiar su lengua por otra. Les preocupaba no pasar hambre y poder mantener una familia. Y, si para eso tenían que abandonar su lengua, lo hacían sin trauma alguno.

Quizá la creación de obras en esas lenguas lleva a muchos a pensar que las lenguas en que se han hecho esas obras han de preservarse, al igual que se protegen esas obras. Pero se olvida que no son las lenguas las que crean las obras sino los hombres que las hablan. Como tampoco se preserva el cincel y el martillo con los que Miguel Ángel esculpió su David. No fueron las herramientas sino la actividad cerebral de Miguel Ángel y sus manos las que esculpieron el David. Cualquiera de nosotros haría el ridículo con el mismo mármol, cincel y martillo con los que Miguel Ángel esculpía.

Pero se tiende a pensar que cualquier hablante de una lengua es un Cervantes en potencia y que cada frase que emite es un soneto bellísimo que debe ser preservado. No obstante, la mayoría de la Humanidad se comunica con su entorno en una lengua que habla a trompicones, con pausas torpes, con repeticiones, comenzando de nuevo, dejando las frases a la mitad, con caída de preposiciones, con errores de concordancia y con incorrecciones léxicas. Es normal que alguien diga al cabo del día una frase como “pásame el ése que está en el ése”. La frase no es bella pero cumple la función de la lengua que es comunicar.

La lengua es una herramienta, a pesar de que se le adjudiquen capacidades teológicas. Es común oír en las facultades de Filología que dejar de hablar la lengua materna es como que a uno le corten el brazo. Menuda necedad. Cómo se nota que nunca les cortaron un brazo y que tienen su nevera repleta de comida y dinerito en la cuenta bancaria. La Humanidad se juega la vida a diario para llegar a sitios donde perderá su lengua a cambio de comer caliente y vivir en una casa confortable.

La lengua materna: ese mito. Establecen ese vínculo teológico como si hablasen de la leche materna. Hay gente sanísima que se crió con biberón y gente que abandonó su lengua materna a cambio de comida, casa y prosperidad. Sin darse cuenta de que al abandonar su lengua y comenzar a hablar la de su entorno estaban utilizando la lengua para la primerísima función por la que fue surgiendo en los organismos de los humanos: la comunicación.

26 de febrero de 2011

Bernal Díaz del Castillo (II)




El 8 de noviembre de 1519, los españoles llegan a Tenochtitlán: la ciudad construida en medio de un lago. Bernal Díaz del Castillo cuenta la impresión que causan en los aztecas las barbas, el olor a cuero, los perros, los caballos, los cañones, los arcabuces, el pelo rubio...: "Salían a vernos. Todos los caminos estaban llenos de ellos; que no podíamos andar y los mismos caciques decían a sus vasallos que hiciesen lugar y que mirasen porque éramos teules [dioses]. Y que, si no hacían lugar, nos enojaríamos con ellos. Y por estas palabras que decían nos desembarazaban el camino".  


En seguida contemplan la ciudad de Tenochtitlán. Bernal Díaz del Castillo compara lo que ve con lo que había leído en el Amadís de Gaula. Los libros de caballería, como el Amadís, eran los libros más leídos de la época. Y eran muy poco apreciados por los más serios. Igual que ocurre ahora con los best-sellers. El Amadís y otros libros de caballerías eran las lecturas de los españoles que conquistaron México. El hispanista estadounidense Irving Leonard estudió la influencia de los libros de caballería en el imaginario de los conquistadores en un ensayo llamado "Los libros del conquistador". 


Y así narra Bernal la conmoción que les produce Tenochtitlán: "nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas y encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cues [templos] y edificios que tenían dentro del agua, y todas de cal y canto. Y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían era entre sueños. Que no sé cómo lo cuente, el ver cosas nunca vistas ni oídas y aun soñadas, como vimos".  


Poco después aparece Moctezuma, el gran emperador de los aztecas, con toda su solemnidad y su boato.  Bernal cuenta que..."el gran Montezuma venía muy ricamente ataviado, las suelas de oro y muy preciada pedrería. Y otros muchos señores que venían delante del gran Montezuma barriendo el suelo por donde había de pisar y le ponían mantas para que no pisase la tierra. Todos estos señores no le miraban a la cara, sino los ojos bajos, e con mucho acato".  Es cuando Cortés tiene la nefasta idea de querer abrazar a Moctezuma: " y le iba a abrazar y aquellos grandes señores que iban con el Montezuma detuvieron el brazo a Cortés que no le abrazase, porque lo tenían por menosprecio". 




Bernal retoma las menciones a los sacrificios humanos y describe cómo era un sacrificio: "que cuando sacrificaban a algún triste indio, que le aserraban con unos navajones de pedernal por los pechos; y bullendo le sacaban el corazón y sangre; y lo presentaban a sus ídolos en cuyo nombre hacían aquel sacrificio. Y luego les cortaban los muslos y brazos y la cabeza; y aquello comían en fiestas y banquetes y la cabeza colgaban de unas vigas". Como se puede ver en este fragmento de la película Apocalypto:





Más tarde describe cómo es un templo donde tenían lugar los sacrificios: "Estaban todas las paredes de aquel adoratorio tan bañadas y negras de costras de sangre y asimismo el suelo, que todo hedía muy malamente. Todo estaba lleno de sangre, así paredes como altar, y era tanto el hedor que no veíamos la hora de salirnos fuera


Es difícil entender qué tuvo que suponer la visión de esos templos para un español del siglo XVI. Estaban habituados a oler mal y a no cambiarse de ropa durante meses. Además, muchos de ellos eran veteranos de guerra y habían visto cuerpos mutilados y desmembrados por efecto de un cañonazo. Sabían lo que era la sangre y habían olido la peste de la gangrena. Aun así, les repugnó todo aquello. 


También hay tiempo para los momentos más jocosos, incluso escatológicos. Bernal habla de un soldado que tenía como misión custodiar a Moctezuma: "un soldado muy alto de cuerpo que se decía fulano de Trujillo, y era hombre de la mar, y cuando le cabía el cuerpo de la noche de la vela [hacer guardia durante la noche], era tan mal mirado[mal educado] que, hablando aquí con recato de los señores leyentes, daba unos traques [expelía flatulencias anales]que lo oyó el Montezuma. E como era un rey destas tierras y tan valeroso túvolo a mala crianza y desacato. Fíjense en que ya se menciona la fama de hombres rudos que tenían los marineros. 


La historia continúa...



4 de febrero de 2011

Bernal Díaz del Castillo (I)



Bernal Díaz del Castillo fue uno de los soldados que integraron la expedición de Hernán Cortés, que conquistó el imperio azteca, entre 1519 y 1521. 


Bernal era castellano. Nació en Medina del Campo alrededor de 1495 o de 1496. La fecha es vital para entender cómo crecían los castellanos de esa época. Ya se había descubierto América y las historias reales e inventadas acerca del Nuevo Mundo corrían como la espuma. Habría gente venida de América que hablaría sobre los extraños animales; sobre el tórrido clima; sobre los huracanes; sobre la agotadora travesía... En ese ambiente de honor, fantasía y pobreza creció Bernal Díaz del Castillo. Cruzó el Atlántico en 1514, en la gran expedición que Fernando el Católico montó al mando de Pedrarias Dávila


Aunque el motivo fundamental por el que se conoce a Bernal Díaz del Castillo es un relato que escribe sobre lo que fue la Conquista de México que él llamó "Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España". El adjetivo "verdadera" que él incluye no es por casualidad. Lo hace porque quiere que su relato sea una reivindicación de que todos los españoles que iban con Cortés contribuyeron a la conquista. Quiere precisar una historia que se había publicado unos años antes y que escribió López de Gómara, quien fue capellán de Cortés y cuyo relato entronizaba a Cortés como único artífice de la gesta.  




Bernal es un narrador honrado que fabrica un relato delicioso y de primera mano del salvaje y apasionante acontecimiento que supuso el choque entre españoles y aztecas. 


El primer y gran encuentro de la expedición de Cortés tiene lugar al encontrarse con Gonzalo Guerrero. Guerrero era un español que había naufragado y que había sido recogido por los mayas. Guerrero se había convertido en un maya. Vestía como ellos y hablaba su lengua. Así cuenta Bernal lo que contestó Guerrero cuando le propusieron que se fuera con la expedición de Cortés: "yo soy casado; tengo 3 hijos; y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras. Íos vos con Dios que yo llevo labrada la cara e horadadas las orejas [llevaba escarificaciones y piercings] ; ¿qué dirán de mí desque me vean esos españoles ir de esta manera? E ya veis estos mis tres hijitos cuán bonicos son. Gonzalo Guerrero se quedó con los mayas y dicen que los entrenó para luchar contra los españoles. Gonzalo Guerrero fue un Kevin Kostner real del siglo XVI. Una señera muestra del mestizaje que iba a mezclar América con España. 


Más tarde, Bernal recoge los trámites que los españoles hacían para fundar una ciudad. Lo primero era erigir una picota y una horca. "Y diré cómo se puso una picota en la plaza y fuera de la villa una horca; y señalamos por capitán a Pedro de Alvarado y maestre de campo a Cristobal de Olí". La picota era el símbolo del poder del rey. 


Después, Bernal relata los primeros encuentros con indios sojuzgados por los aztecas. Llegan a Cempoala, donde Cortés habla con un cacique a quien llama el cacique gordo por su gran corpulencia. Este cacique gordo les dice: "y demás de contar por qué vía y modo los había sujetado [dominado]; que cada año [Moctezuma] les demandaba muchos de sus hijos e hijas para sacrificar ,  y que los recaudadores de Montezuma les tomaban sus mujeres e hijas si eran hermosas y las forzaban". Más tarde llegan unos emisarios de Moctezuma y Bernal cuenta que a los indios de Cempoala: "como los vieron, se les perdió la color y temblaban de miedo". 


Cortés presencia la escena en que los enviados de Moctezuma exigen más indios para sacrificarlos. Al final, Cortés reduce a los enviados de Moctezuma y los carga de cadenas. Se está ganando la confianza de todos los indios dominados por los aztecas. Conseguirá que sean sus aliados. Dice Bernal: "Y dijo Cortés con semblante muy alegre que él y sus hermanos, que allí estábamos,  los defenderíamos y mataríamos a quien enojarlos quisiese




Después, Bernal sigue retratando a Cortés a quien define como un hombre astuto pero llano. Si hay que trabajar, es el primero en arrimar el hombro: "Cortés, que comenzó el primero a sacar tierra a cuestas y piedra, e ahondar los cimientos, como todos los capitanes y soldados". Cortés también imponía justicia: "Fulano de Mora de Ciudad Rodrigo tomó dos gallinas de una casa de indios y Cortés hubo tanto enojo que luego le mandó echar una soga a la garganta y le tenían ahorcado si Pedro de Alvarado no le cortara la soga con la espada" .


Además, Bernal describe a uno de los soldados de Cortés, cuyo retrato sirve bien para hacerse a la idea de cómo eran algunos de los soldados castellanos de ese tiempo. "Enviamos a Heredia el viejo, que era vizcaíno [vasco] y tenía mala catadura [aspecto] en la cara y la barba grande; y la cara medio acuchillada e un ojo tuerto e cojo de una pierna y era hombre que había sido soldado en Italia ". Menudo aspecto que tenía que tener  "Heredia el viejo". La barba, asimismo, llamaba mucho la atención a los aztecas. 


Bernal también cuenta cosas muy curiosas. Encuentran unos señores aztecas vestidos de señora que ejercían la prostitución: "Tenían muchachos vestidos en hábito de mujeres que andaban a ganar en aquel maldito oficio". Y Bernal se defiende contra la Leyenda Negra que ya se había alzado contra los conquistadores : "Y no como dice el cronista Gómara que matamos y prendimos y asolamos tantos millares de hombres". 




Los sacrificios humanos repugnaron profundamente a los españoles. La descripción que hace Bernal Díaz del Castillo sobre el aspecto de un sacerdote azteca encargado de los sacrificios es muy llamativa: "Y los cabellos largos hasta la cinta [cintura], y algunos hasta los pies, llenos de sangre pegada y muy enredados que no se podían esparcir. Y las orejas hechas pedazos, sacrificadas dellas y hedían como azufre y tenían otro muy mal olor como de carne muerta. No tenían mujeres y tenían el maldito oficio de la sodomía".  


Más tarde, cuando se menciona la leyenda de que Cortés quemó y hundió sus naves para que sus hombres no se echaran atrás, Bernal lo niega diciendo: "¿de qué condición somos los españoles para no ir delante y estarnos en partes donde no tengamos provecho e guerras?". Bernal Díaz, ofendidísimo, porque se pusiera en cuestión el arrojo y la ambición de los españoles. 


Bernal también habla de la tensión y el temor que padecían. Dormían con sus armas, asustados por un posible ataque azteca: "nuestras armas, así lanzas como escopetas y ballestas y rodelas, con ellas dormíamos y caminábamos. Y calzados nuestros alpargates y siempre muy apercibidos para pelear


Diego de Ordás era un miembro de la expedición de Cortés. Fue quien se aventuró a subir al volcán Popocatepetl y Bernal lo cuenta: "el Ordás y los dos soldados vieron al subir que comenzó el volcán de echar grandes llamaradas de fuego y piedras medio quemadas y mucha ceniza y que temblaba toda aquella sierra". Carlos V otorgaría a Diego de Ordás la facultad de poner el volcán en su escudo de armas. Años más tarde, Diego de Ordás sería otro de tantos españoles que buscaría El Dorado


Se acerca el momento épico. Los españoles se aproximan a Tenochtitlán: la gran capital del imperio azteca...







Vamos a tener que pagar por estudiar





Era una chica que repartía folletos. Aunque ella los llamaba panfletos. Estaba en el pasillo repartiendo papel impreso en lugar de en la biblioteca aprendiendo la diferencia entre folleto y panfleto. 


El folleto hablaba de la mercantilización de la Universidad. Que si se pagará más por la matricula, que si las empresas privadas quieren entrar en la universidad. 


Es extraña esa fobia por la entrada de las empresas en la universidad, aunque no suele importar que estén a la salida esperando a los estudiantes para contratarlos. 


Pero la frase rotunda fue "si al final nos van a cobrar por estudiar". 


Lo dijo una señorita que, seguramente, comenzará a pagar unos 15.000 euros de media por un coche en cuanto tenga trabajo. En cambio, si lo hizo todo en el tiempo estipulado, habrá pagado unos 3.200 euros por estudiar durante 4 años la carrera que le permitirá pagar ese coche. 


Pagar por la educación se considera obsceno e inmoral. Pagar por un coche es un proceso normal de la vida. 


Tampoco se reseñan los casos de quienes se embarcarán en una hipoteca que los tendrá pagando 30 ó 40 años de su vida. 


Pero pagar por la propia educación es de mal gusto. Quizá por esa razón los estudiantes más combativos son quienes más tiempo pasan en el pasillo y quienes más fracaso escolar arrastran. 


Podrían ahorrar desde que fueran pequeñitos. Una cartilla puede acumular bastante dinero durante 18 años.  Y, si hiciera falta, un crédito flexible y a bajo interés donde sí que podría meter mano el Estado. Luego habría que devolverlo, claro. Al pagar por su educación la valorarían más. A cambio, podrían y deberían exigir en la calidad de los profesores. Sería justo que un estudiante tuviera algo que decir a la hora de opinar sobre un mal profesor. Y tendrían más medios al haber más dinero.


O una inmensa biblioteca con un enorme letrero que pusiera "Donada por Amancio Ortega, dueño de ZARA". Pero eso sería mercantilizar la universidad, según ellos. 


Es mejor que haya estudiantes que tardan 8 años en aprobar una carrera que se puede hacer en 4. Y que los pasillos de la Autónoma apesten a kalimocho y hachís.


Si al final vamos a tener que pagar por estudiar, dijo ella. Como si algo fuera gratis.

29 de enero de 2011

Catolicismo mitocondrial


Queridos amigos Tobías y Ángel:

Por supuesto que forrarse no tiene que ser el objetivo de nadie. O sí. O no. No sé. De todos modos, habría que definir lo que es forrarse. A nuestros ojos católicos, un tendero que vende pan es un ser adorable que practica un capitalismo respetable y un banquero es una víbora execrable de quien hay que mofarse a toda costa. No entiendo dónde está la barrera entre forrarse y ganar dinero respetablemente. Quizá Hacienda tenga un baremo que lo establezca. 

Esas fronteras entre ganar dinero con el beneplácito de los buenos y ser un usurero siempre me han parecido una muestra de “charlesdickensismo” algo pasado. Una especie de síndrome de “misterScroochismo” que llevamos anclado en las células. Catolicismo mitocondrial, si se me permite.

El bueno de Dickens aborrecía el capitalismo y las consecuencias que veía en Londres. Pero al bueno de Dickens se le olvidó mencionar cómo vivían los londinenses antes del capitalismo. Los pobres londinenses tipo Oliver Twist vivían mucho peor antes de la Revolución Industrial por la sencilla razón de que era una sociedad agraria. Y vivir en una sociedad agraria del siglo XVIII no era como ahora donde los agricultores tienen tractores, insecticidas, satélites que pronostican el tiempo y ayudas del Estado si el granizo les rompe los melocotones.

Los agricultores del siglo XVIII trabajaban 365 días al año y de sol a sol. Eso que todavía conocían nuestros agricultores del siglo XX en España. Entonces, el capitalismo comenzó a ofrecerles sueldos fijos independientemente de si se ganaba más o menos. Ya no estaban pendientes de si nevaba o llovía y hasta tenían un horario fijo y un día de descanso. Era un horario más duro que ahora, naturalmente. Pero mejor que lo que tenían hasta entonces. Es decir: ese capitalismo les hizo vivir mejor. Aunque desde nuestros ojos no lo parezca, porque nunca supimos cómo lo pasaba de mal un agricultor del XVIII. Pensad en plagas, pedrisco, cosechas que se pierden, alimañas, enfermedades que mataban al cabeza de familia, hijos que morían siendo niños,  etc… Asimismo, Dickens pudo inspirarse para sus obras porque la miseria pasó de estar dispersa en el campo a estar agrupada en las ciudades. Esto, además, tuvo el efecto positivo de agrupar a quienes lo pasaban mal para que pudieran unirse, protestar y exigir mejoras. Un campesino miserable disperso en el campo no tenía voz. Pero mil obreros de una fábrica hacían ruido y se les escuchaba. Y esto me parece muy positivo. 

Que ganar dinero siempre ha estado mal visto entre los ciudadanos de la Cristiandad, lo sabemos todos. Y claro que existía capitalismo antes. Y en España. Piensen en la lana castellana que tan bien se vendía en toda Europa en el siglo XV y con parte de cuyos ingresos se financió la conquista de América.

Entiendo el rencor al rico. Yo lo tuve. Me crié en la socialdemocracia, como muchos. Y lo asimilé, al igual que el resto de mandamientos socialdemócratas. Les cuento una historieta de la Universidad Autónoma de Madrid.

Un día las fotocopias comenzaron a ser gratis, porque en las copias resultantes salía el membrete de una empresa. Unas veces era de Burger King y otras de Tele Pizza. El estudiantado protestó contra lo que ellos consideraban el mercantilismo de la universidad. Decían que no iban a permitir semejante tropelía y al final lo suprimieron. Las fotocopias volvieron a costar dinero y ellos tan felices y satisfechos por haber arrinconado, una vez más, al capitalismo salvaje.

Yo les decía que la matrícula de la Autónoma cuesta 800 euros y no 30.000 -como sí cuesta la matrícula del MIT- porque la universidad está subvencionada. Y está subvencionada porque el Estado da dinero que recauda de la actividad económica, a la cual contribuyen -también- Burger King y Tele Pizza. Así es que, aunque a ellos les doliera, Burger King y Tele Pizza también pagaban -religiosamente- la matrícula del antisistema rastafari cheguevarista. Lo entendieron, pero seguían sin querer el membrete de esas empresas en sus fotocopias. Es decir: habían interiorizado perfectamente el dogma de que el dinero ensucia, infecta y contamina todo aquello que toca. Ya solo el verbo “mercantilizar” tiene guasa. Quieren universidad barata y muchos medios, pero sin membretes inmundos. Como si el dinero lo regalara Dios a través del maná. Catolicismo irracional y mitocondrial. Y tan ateos ellos. 

Pero la socialdemocracia ha conseguido eso: que a uno le guste el dinero y sus ventajas, pero considere sucios los métodos con los que se consigue.

Y habíamos empezado hablando del “forring”. Sigo sin localizar dónde está la barrera que separa el lucro apestoso del ganar dinero amorosamente.

Me acordaba yo de Google. Ese buscador cuyos servicios añadidos usamos todos y que surgió del afán de lucro o “forring”. Porque solo queriendo forrarse llegó Google a ser lo que es. Si no, se habría quedado en Lycos o Altavista. O menos. 

Y resulta que Google se desarrolló en un aula de la Universidad de Standford que había sido donada por Bill Gates. Fíjense en el dato: Bill Gates dona dinero para que le hagan la competencia. Pero para que Bill Gates donara un aula perfectamente equipada a la Universidad de Stanford tuvo que hacer “forring” primero. Una vez forrado, pudo donar el aula. Sintiéndolo mucho, yo no podría donar esa aula porque no hago “forring”. Aunque me gustaría: donar esa aula y forrarme. Creo que Bill Gates está donando como una cuarta parte de su fortuna para una vacuna contra la malaria

O el caso de este Blogspot donde nos tiramos de los pelos, que es gratis porque a Google le pagan muchas empresas que hacen que Blogspot sea gratis. Otra vez el vil metal.

La propia Universidad de Stanford surgió de la donación de un tal Leland Stanford que empezó de dependiente de una tienda para los mineros de la fiebre del oro en California. Luego Leland Stanford se forró y puso dinero para el tren que cruzó Estados Unidos. Ya saben: el tren facilita la vida porque es más barato viajar; la comida baja porque cuesta menos traerla; y ya no te come un oso al cruzar la pradera. Al final, Stanford donó 400 millones de la época para fundar la Universidad que lleva su nombre. Hizo “forring” y fundó una universidad.

Para que la Universidad de Harvard tenga una biblioteca llamada Widener con unos 15 millones de volúmenes, primero el señor Widener tuvo que hacer “forring” y luego donarla. Y de esta biblioteca tengo yo otra parábola.

Mi profesor Mario Hernández lo sabía todo de Goya y el siglo XVIII. Qué gozada oírle hablar de Diego de Torres y Villarroel. Qué personaje desconocido. Aunque también nos lanzaba sus monsergas antiamericanistas. Pero se emocionaba cuando nos hablaba de la biblioteca de Harvard. Es que todo esta ahí, decía. Millones y millones de libros a mi disposición, decía. Mi querido profesor hizo su tesis doctoral con esos libros donados por un sucio capitalista y consiguió un trabajo en una universidad española que también se paga con el dinero de los sucios capitalistas. Y siguió clamando contra el capitalismo hasta que se jubiló.

Y Tobías: es una discusión muy interesante lo de libertad y pobreza. ¿Preferimos ser libres o ricos? Supongo que prefiero ser rico y no pasar hambre. Habría preferido la dictadura franquista a la espontaneidad primitiva de Haití. Y creo que es más fácil que de la riqueza venga la libertad que de la pobreza. Por supuesto que clama al cielo lo que ocurre en China. Pero creo que prefiero el comunismo capitalista de los chinos, al comunismo paleolítico de Corea del Norte. Por muy tutelado que esté en el caso chino. 

Entiendo el rencor al rico. Entiendo lo entrañable que resulta la falta de codicia. Sostengo que es catolicismo mitocondrial. Pero me temo que la humanidad debe algo más a los codiciosos repugnantes que a los humildes oficinistas que de tan buena prensa disfrutan siempre. Recordemos que una persona puede tener un trabajo normalito y dedicar tiempo a sus hijos, porque hay uno por encima de él que arriesga su dinero y que trabaja más horas y más días que él. Si no hay capitalista codicioso, no hay oficinista amable con tiempo para sus hijos. Eso sí, el capitalista necesita un estado justo y firme que proteja su dinero y no le expropie sus propiedades ni sus cuentas bancarias. El funcionario también crea riqueza. No soy anarco-capitalista. 

O en términos de Dickens: para que Bob Crachit fuera tan simpático y dulce, tuvo primero que haber un Mister Scrooge repugnante que pusiera el dinero para que Bob Crachit fuera tan estupendo. Si no hay usura de Scrooge, no hay Crachit. 

Asimismo, para que Dickens se fuera de gira por Estados Unidos, en 1867, primero ganó mucho dinero con sus libros y así pudo asistir a banquetes y pasear a la luz de la luna sin preocuparse de levantarse a las 5 de la mañana a currar. La gente podía comprar sus libros porque podía destinar una parte de su sueldo a adquirirlos. Nadie compra libros en los países pobres.


La foto ilustra esos prejuicios sobre el dinero que todos tenemos. ¿Hasta cuándo los ricos como Saramago nos seguirán diciendo que forrarse está mal? ¿Lo que ellos ganan es justa compensación a su esfuerzo, pero lo nuestro es codicia?


Buen fin de semana a todos. 

26 de enero de 2011

Atlantis



Uno de los aspectos más tediosos de la socialdemocracia es su eterno pesimismo. Un socialdemócrata que se precie de serlo siempre está triste y compungido. Siempre ve a la Humanidad abocada a la destrucción. Además, se suele sentir atrapado en un mundo que no le gusta. A veces casi lo detesta. Al mundo.


Tiene altas dosis de culpa que es un rasgo muy definitorio del buen socialdemócrata. Como es occidental porque no le queda más remedio, se siente culpable y convencido de haber corrompido y ensuciado al resto del mundo. El socialdemócrata es un sufriente agónico que vive atrapado en un mundo del que abjura y al que le quedan unos pocos años o minutos para autodestruirse. Cualquier avance le parece una muestra de capitalismo salvaje. La socialdemocracia gusta mucho de los prefijos y los adjetivos atronadores. La socialdemocracia crea sintagmas como "capitalismo salvaje", "ultraliberal", "neoliberal". Prefiere etiquetar que combatir ideas. Desprestigiar ad hominem siempre es más sencillo que escribir un libro. También podría hablarse de "socialdemocracia salvaje" o  de "neoprogre". Sería divertido.


Y decíamos que a la socialdemocracia no le gustan los cambios. Avanzar siempre es un cambio y nunca se sabe qué se puede encontrar más allá. Pero la Humanidad ha avanzado así: sin saber qué había detrás. A pesar de considerarse progresistas los socialdemócratas son conservadores. Nada más conservador que el ecologismo: esa nueva doctrina que está siempre en contra de los avances. Tampoco le gusta al socialdemócrata la libertad individual y suele delegar en el Estado para que cuide de él. Miedo a la libertad y miedo a los cambios. El socialdemócrata se jacta con tanta fuerza de haberse liberado de Dios, para luego entregarse tan complacido en el regazo del Estado. Es un cambio de tutelas.


Yo no soy socialdemócrata -entre otras razones- porque no soy un pesimista crónico. Estoy enamorado de la Humanidad. A pesar del hambre y las guerras, veo avances, libertad, sonrisas, atardeceres, vacunas, aviones... Un inmenso ramo de elementos tangibles e intangibles que continuamente me enamoran de la Humanidad.


Constantemente tengo la sensación de que un socialdemócrata no se emociona cuando le hablan de nanotecnología. Solo se emociona si viaja a Calcuta o a Zambia. Solo el primitivismo lo emociona. Esa perenne añoranza del Paleolítico. Si va a Zambia y ve a un señor golpeando dos palos, se emociona, se estremece y le hace fotos. Si yo salgo de mi casa, me siento en el suelo y golpeo dos palos no soy más que un idiota. En Zambia es cultura. En España es un tío tonto que golpea dos palos. Ay, ese éxtasis por el hombre primitivo. Ese arrobo por el sílex.


Adoro internet porque me permite cotillear en la página de la NASA y piratearles este precioso vídeo en alta definición. Ya sé que no es tan excitante como un masai saltando sobre sus piernas, pero a mí me emociona este derroche de inteligencia en que se convierte cualquier lanzamiento de una nave espacial. Miles de cerebros que trabajan y piensan de forma individual y colectiva. Miles de personas que se dejaron las pestañas para llegar a ser los mejores. Esa cualidad tan hermosa y tan denostada por la socialdemocracia que es el esfuerzo individual. Querer ser el mejor. Ser el mejor en lo tuyo. Cómo habría llorado, si mi amigo Tobías hubiera podido llegar a ser astronauta. Habría sido su mayor fan. Habría hecho imprimir camisetas y banderitas.


Estos transbordadores espaciales pasarán pronto al olvido. La NASA los jubila porque están viejos. Creo que los transbordadores siguen usando los vetustos procesadores 386. El 28 de enero se cumplen 25 años del desastre del Challenger que estalló delante de nuestros ojos. Esos astronautas me emocionan de igual modo que me emociona pensar en gente como Magallanes o Elcano. Aquellos marinos se subían a cascarones frágiles y se lanzaban a la aventura. Y estos astronautas se suben a cascarones y se sientan encima de millones de litros de combustible. A pesar de todo el control tecnológico que los monitoriza, hay miles de variables que pueden fallar y hacer que todo se vaya al garete.


Las carabelas de Colón eran ya en su época un barco viejo y pasado de moda. Al igual que los transbordadores espaciales hoy.


Intenten aguantar los 7 minutos y 33 segundos que dura el vídeo. Merece la pena, si es que están tan enamorados de esta vieja Humanidad como lo estoy yo. Seguro que Elcano habría hecho buenas migas con cualquiera de estos marineros del espacio... 




23 de enero de 2011

Iñaki Arteta

Iñaki Arteta es un director de cine vasco que ha hecho tres documentales acerca del terrorismo de ETA. 


Se han hecho películas que narraban el punto de vista del terrorista, pero pocas que hablasen de la víctima. Pocas que hablasen de su desolación y de su rabia. Y pocas que hablasen de los efectos secundarios del asesinato. No solo te matan, sino que te insultan y te desprecian. 


Los documentales de Iñaki Arteta no tienen un punto de vista neutral. Como aconteció con el documental "La pelota vasca" de Julio Medem. El documental de Medem insistía en la idea del "conflicto". Le llaman conflicto a que unos maten y amenacen y que otros lleven guardaespaldas y se agachen a revisar los bajos de su coche, por si hay una bomba lapa. Nada más errado que la equidistancia y la neutralidad cuando es uno quien recibe el tiro en la nuca; y es otro quien aprieta el gatillo. El documental de Medem insistía en tratar las opiniones como si fueran hechos, tal cual explicó Hannah Arendt


Sus documentales cuentan las historias menos conocidas. Como el caso de Ramón Baglietto que salvó la vida de un niño de unos pocos meses, al evitar que muriese atropellado. Este niño de pocos meses -llamado Kándido Azpiazu- le pegó un tiro en la nuca en 1980. Cuando Kándido Azpiazu salió de la cárcel, montó una cristalería en el mismo portal donde vivía la viuda de Ramón Baglietto.  Kándido Azpiazu dijo en una entrevista que lo mató porque "tenía que hacerse" y que tenía que asesinarlo por razones históricas. Una entrevista aclaradora del retraso mental que supone el terrorismo. Los argumentos son raquíticos porque intentan ahondar en uno de nuestros mitos arraigados: que el terrorismo tiene causas.  


El primero documental es de 2004 y se llama "Voces sin libertad". En él se muestran casos de asesinados y opiniones de vascos acerca del terrorismo etarra. 





El segundo documental es de 2005 y se llama "Trece entre mil". Se cuentan 13 casos, algunos muy poco conocidos, de personas asesinadas por ETA. Aquí se muestra el caso de Ramón Baglietto. 







El tercer y último documental se llama "El infierno vasco" y narra las historias de los vascos que no soportaron la tiranía y la coacción y se marcharon del País Vasco. Son los desterrados del miedo. 





Con la esperanza de que las ideas dejen de llevar guardaespaldas. 



12 de enero de 2011

Ha nacido Noelia, la hija de Carlitos

Mi amigo Carlitos del Barrio ha sido papá. Tras un parto de dos horas y treinta minutos, la diminuta e indefensa Noelia ha venido al mundo.

Hoy es 12 de enero de 2011.

Un 12 de enero nació el escritor Jack London.

Un 12 de enero nació el pintor José Ribera.

Un 12 de enero nació el escritor Charles Perrault que es autor de cuentos como Caperucita Roja o El Gato con Botas.

Un 12 de enero iba a empezar la Guerra del Golfo.

Un 12 de enero se hablaba de que se abriría la verja de Gibraltar.

Un 12 de enero Julio Iglesias pedía que ETA tratase bien a su padre.


Qué noticia más hermosa.

Te quiero mucho, ya lo sabes.

Mil besos a la pequeña Noelia, a Isabell y a ti.

¡¡¡ FELICIDADES!!!

P.D.- Carlitos es el de la corbata. Está a la izquierda del tipejo que parece un sicario colombiano, que soy yo. :)

10 de enero de 2011

Conductas y palabras





"Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con [consiguen] ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo[siempre]; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como ac[c]identes inseparables, que no se quitan sino con la muerte". 


El párrafo anterior lo escribió Miguel de Cervantes al comienzo de su novelita llamada "La Gitanilla". Se podría incurrir en el error de creer que Cervantes era un racista. Esos conceptos de racismo no existían a principios del siglo XVII que es cuando Cervantes escribió. Si acaso, el mundo se dividía en fieles e infieles. Aunque, por supuesto, se tendría ojeriza a ciertas gentes de ciertos lugares. Como también se tendría ojeriza a los gitanos. Cervantes, al igual que cualquiera de nosotros, tenía sus vivencias y sus lecturas. También tenía sus prejuicios y sus ideas preconcebidas. En eso no se diferenciaba de nosotros. 


Es imposible saber qué vivencias tuvo con los gitanos para comenzar así su novelita. A la vez, el mundo de los gitanos le pareció lo bastante atractivo como para escribir sobre ellos. Más que racismo, en Cervantes habría desconfianza por gente que hace cosas distintas, o que habla otras lenguas, o que tiene costumbres distintas a las nuestras. Como animales de hábitos que somos, más que el color es la desconfianza hacia lo nuevo lo que genera las actitudes tildadas de racistas.  Pero es bueno que las creaciones se impregnen de los prejuicios de su época, ya que nos ayuda a entender el pasado. 


Todo esto viene a colación de la nueva edición de Huckleberry Finn, obra escrita por Mark Twain, que ha sido expurgada de palabras ofensivas como "nigger" e "injun". La corrección política considera que es abominable que el libro incluya estas palabras hirientes. 


La palabra "nigger" tiene un uso peculiar. Es muy ofensiva cuando la utiliza un blanco para dirigirse a un negro; pero pierde su valor peyorativo cuando un negro la usa para hablar con otro negro. 


Al hilo de estas tendencias, quizá un día se pida prohibir o expurgar La Odisea por el asesinato sin juicio que perpetra Ulises sobre los pretendientes de Penélope. Como puede leerse en este canto XXII. Podría inducir a ciertas personas a tomarse la justicia por su mano. 


Estos intentos de prohibiciones o expurgaciones no son nuevos. Hace tiempo que se quiere prohibir el cómic Tintín por racista






En Bolivia, el gobierno de Evo Morales, desea que ciertas obras sean leídas con la asesoría de un burócrata que sabe mejor que el individuo lo que es mejor para él. Dicen que obras antiguas hieren el sentimiento indígena


Hace años hubo mucha polémica, porque un profesor de la Complutense fue acusado de racismo en sus escritos. En este caso el uso de las palabras entró en conflicto con la libertad de cátedra.  


Todos estos casos parecen querer decir que las palabras crean conductas. Esta creencia de que las palabras generan conductas ha sido expuesta por quienes aseguran que la congresista demócrata Gabrielle Giffords fue disparada en la cabeza por la "incitación" que, al parecer, llevó a cabo la política estadounidense Sarah Palin. Ya hay quien usa términos militares para hablar de que Palin incitó el tiroteo. El columnista Paul Krugman habla aquí de un "clima de odio" instigado por los republicanos. 


Aunque también es cierto que los demócratas no escapan a esta terminología militar, como se ve en la foto. Se habla de "targets", es decir, objetivos. 




O en esta otra foto. 




Sea como fuere, es una vieja discusión saber si las palabras incitan conductas reales. Es cierto que España se protege contra la apología del terrorismo. 


Pero no parece quedar claro si la lectura de literatura erótica incita a cometer violaciones. O si los insultos que se lanzan en un partido de fútbol contra el árbitro incitan o no a la violencia. Yo creo que, más bien, la calman. 


Me inclino a pensar que, aparte de sostener que hay palabras que incitan conductas, hay siempre una tendencia a hallar la raíz del mal en causas ambientales. Siempre es más fácil hacer política o periodismo con una raíz ambiental que entrevistar al cerebro del asesino.








4 de enero de 2011

La civilización

Aunque el discurso nacionalista suele decir que lo más importante de una nación son los elementos culturales como la lengua, lo cierto es que no es así. 


Solo las naciones que disponen de estilos de vida acomodados pueden emplear su tiempo en crear productos culturales para ser consumidos. Por eso el teatro y la literatura se dan en naciones o imperios que generan riqueza a fin de que los ciudadanos posean una cantidad de dinero con el que -libremente- puedan consumir esos productos culturales. Ninguna sociedad que sobreviva mediante una economía de subsistencia puede gastar sus recursos en crear o adquirir productos culturales. Y solo las naciones acomplejadas y decadentes como la española pueden gastarse 12.000 euros por sesión para utilizar todas las lenguas de las Autonomías en el Senado. 


Este gasto innecesario prueba que el multilingüismo genera pobreza. Para muchas personas, el enriquecimiento es cultural. Pero el enriquecimiento cultural es vago e indeterminado. Quien habla de enriquecimiento cultural utiliza un lenguaje que se aproxima a lo religioso porque no usa referentes claros, sino etéreos y difusos. No se sabe qué cosa es la cultura, como tampoco se sabe qué es Dios. 


Se suele medir la civilización en términos culturales. Pero son elementos materiales y tangibles los que realmente le dan a una nación la categoría de civilizada. 


El nacionalismo suele ir en contra de la civilización porque enmienda y desvía las tendencias naturales del hombre. Lo natural en el hombre siempre fue hablar una sola lengua, mejor que tres. El hombre ha ido asesinando lenguas a lo largo de su historia sin remordimiento alguno, porque no estaba impregnado del mito de la cultura. El hombre siempre utilizó las lenguas para comunicarse y por eso habló algunas y dejó de hablar otras. Y lo hizo porque buscaba la civilización.  Y lo hizo así porque, para disfrutar de las bondades de la civilización, es más fácil hacerlo en una lengua que en veinte. 


El grupo inglés de humor Monty Python construyó la mejor definición sobre qué es la civilización. La civilización se compone de esa serie de factores que parecen superficiales e incluso frívolos a quien los disfruta sin valorarlos.





El rostro del genial John Cleese es un poema en sí mismo.