29 de enero de 2011

Catolicismo mitocondrial


Queridos amigos Tobías y Ángel:

Por supuesto que forrarse no tiene que ser el objetivo de nadie. O sí. O no. No sé. De todos modos, habría que definir lo que es forrarse. A nuestros ojos católicos, un tendero que vende pan es un ser adorable que practica un capitalismo respetable y un banquero es una víbora execrable de quien hay que mofarse a toda costa. No entiendo dónde está la barrera entre forrarse y ganar dinero respetablemente. Quizá Hacienda tenga un baremo que lo establezca. 

Esas fronteras entre ganar dinero con el beneplácito de los buenos y ser un usurero siempre me han parecido una muestra de “charlesdickensismo” algo pasado. Una especie de síndrome de “misterScroochismo” que llevamos anclado en las células. Catolicismo mitocondrial, si se me permite.

El bueno de Dickens aborrecía el capitalismo y las consecuencias que veía en Londres. Pero al bueno de Dickens se le olvidó mencionar cómo vivían los londinenses antes del capitalismo. Los pobres londinenses tipo Oliver Twist vivían mucho peor antes de la Revolución Industrial por la sencilla razón de que era una sociedad agraria. Y vivir en una sociedad agraria del siglo XVIII no era como ahora donde los agricultores tienen tractores, insecticidas, satélites que pronostican el tiempo y ayudas del Estado si el granizo les rompe los melocotones.

Los agricultores del siglo XVIII trabajaban 365 días al año y de sol a sol. Eso que todavía conocían nuestros agricultores del siglo XX en España. Entonces, el capitalismo comenzó a ofrecerles sueldos fijos independientemente de si se ganaba más o menos. Ya no estaban pendientes de si nevaba o llovía y hasta tenían un horario fijo y un día de descanso. Era un horario más duro que ahora, naturalmente. Pero mejor que lo que tenían hasta entonces. Es decir: ese capitalismo les hizo vivir mejor. Aunque desde nuestros ojos no lo parezca, porque nunca supimos cómo lo pasaba de mal un agricultor del XVIII. Pensad en plagas, pedrisco, cosechas que se pierden, alimañas, enfermedades que mataban al cabeza de familia, hijos que morían siendo niños,  etc… Asimismo, Dickens pudo inspirarse para sus obras porque la miseria pasó de estar dispersa en el campo a estar agrupada en las ciudades. Esto, además, tuvo el efecto positivo de agrupar a quienes lo pasaban mal para que pudieran unirse, protestar y exigir mejoras. Un campesino miserable disperso en el campo no tenía voz. Pero mil obreros de una fábrica hacían ruido y se les escuchaba. Y esto me parece muy positivo. 

Que ganar dinero siempre ha estado mal visto entre los ciudadanos de la Cristiandad, lo sabemos todos. Y claro que existía capitalismo antes. Y en España. Piensen en la lana castellana que tan bien se vendía en toda Europa en el siglo XV y con parte de cuyos ingresos se financió la conquista de América.

Entiendo el rencor al rico. Yo lo tuve. Me crié en la socialdemocracia, como muchos. Y lo asimilé, al igual que el resto de mandamientos socialdemócratas. Les cuento una historieta de la Universidad Autónoma de Madrid.

Un día las fotocopias comenzaron a ser gratis, porque en las copias resultantes salía el membrete de una empresa. Unas veces era de Burger King y otras de Tele Pizza. El estudiantado protestó contra lo que ellos consideraban el mercantilismo de la universidad. Decían que no iban a permitir semejante tropelía y al final lo suprimieron. Las fotocopias volvieron a costar dinero y ellos tan felices y satisfechos por haber arrinconado, una vez más, al capitalismo salvaje.

Yo les decía que la matrícula de la Autónoma cuesta 800 euros y no 30.000 -como sí cuesta la matrícula del MIT- porque la universidad está subvencionada. Y está subvencionada porque el Estado da dinero que recauda de la actividad económica, a la cual contribuyen -también- Burger King y Tele Pizza. Así es que, aunque a ellos les doliera, Burger King y Tele Pizza también pagaban -religiosamente- la matrícula del antisistema rastafari cheguevarista. Lo entendieron, pero seguían sin querer el membrete de esas empresas en sus fotocopias. Es decir: habían interiorizado perfectamente el dogma de que el dinero ensucia, infecta y contamina todo aquello que toca. Ya solo el verbo “mercantilizar” tiene guasa. Quieren universidad barata y muchos medios, pero sin membretes inmundos. Como si el dinero lo regalara Dios a través del maná. Catolicismo irracional y mitocondrial. Y tan ateos ellos. 

Pero la socialdemocracia ha conseguido eso: que a uno le guste el dinero y sus ventajas, pero considere sucios los métodos con los que se consigue.

Y habíamos empezado hablando del “forring”. Sigo sin localizar dónde está la barrera que separa el lucro apestoso del ganar dinero amorosamente.

Me acordaba yo de Google. Ese buscador cuyos servicios añadidos usamos todos y que surgió del afán de lucro o “forring”. Porque solo queriendo forrarse llegó Google a ser lo que es. Si no, se habría quedado en Lycos o Altavista. O menos. 

Y resulta que Google se desarrolló en un aula de la Universidad de Standford que había sido donada por Bill Gates. Fíjense en el dato: Bill Gates dona dinero para que le hagan la competencia. Pero para que Bill Gates donara un aula perfectamente equipada a la Universidad de Stanford tuvo que hacer “forring” primero. Una vez forrado, pudo donar el aula. Sintiéndolo mucho, yo no podría donar esa aula porque no hago “forring”. Aunque me gustaría: donar esa aula y forrarme. Creo que Bill Gates está donando como una cuarta parte de su fortuna para una vacuna contra la malaria

O el caso de este Blogspot donde nos tiramos de los pelos, que es gratis porque a Google le pagan muchas empresas que hacen que Blogspot sea gratis. Otra vez el vil metal.

La propia Universidad de Stanford surgió de la donación de un tal Leland Stanford que empezó de dependiente de una tienda para los mineros de la fiebre del oro en California. Luego Leland Stanford se forró y puso dinero para el tren que cruzó Estados Unidos. Ya saben: el tren facilita la vida porque es más barato viajar; la comida baja porque cuesta menos traerla; y ya no te come un oso al cruzar la pradera. Al final, Stanford donó 400 millones de la época para fundar la Universidad que lleva su nombre. Hizo “forring” y fundó una universidad.

Para que la Universidad de Harvard tenga una biblioteca llamada Widener con unos 15 millones de volúmenes, primero el señor Widener tuvo que hacer “forring” y luego donarla. Y de esta biblioteca tengo yo otra parábola.

Mi profesor Mario Hernández lo sabía todo de Goya y el siglo XVIII. Qué gozada oírle hablar de Diego de Torres y Villarroel. Qué personaje desconocido. Aunque también nos lanzaba sus monsergas antiamericanistas. Pero se emocionaba cuando nos hablaba de la biblioteca de Harvard. Es que todo esta ahí, decía. Millones y millones de libros a mi disposición, decía. Mi querido profesor hizo su tesis doctoral con esos libros donados por un sucio capitalista y consiguió un trabajo en una universidad española que también se paga con el dinero de los sucios capitalistas. Y siguió clamando contra el capitalismo hasta que se jubiló.

Y Tobías: es una discusión muy interesante lo de libertad y pobreza. ¿Preferimos ser libres o ricos? Supongo que prefiero ser rico y no pasar hambre. Habría preferido la dictadura franquista a la espontaneidad primitiva de Haití. Y creo que es más fácil que de la riqueza venga la libertad que de la pobreza. Por supuesto que clama al cielo lo que ocurre en China. Pero creo que prefiero el comunismo capitalista de los chinos, al comunismo paleolítico de Corea del Norte. Por muy tutelado que esté en el caso chino. 

Entiendo el rencor al rico. Entiendo lo entrañable que resulta la falta de codicia. Sostengo que es catolicismo mitocondrial. Pero me temo que la humanidad debe algo más a los codiciosos repugnantes que a los humildes oficinistas que de tan buena prensa disfrutan siempre. Recordemos que una persona puede tener un trabajo normalito y dedicar tiempo a sus hijos, porque hay uno por encima de él que arriesga su dinero y que trabaja más horas y más días que él. Si no hay capitalista codicioso, no hay oficinista amable con tiempo para sus hijos. Eso sí, el capitalista necesita un estado justo y firme que proteja su dinero y no le expropie sus propiedades ni sus cuentas bancarias. El funcionario también crea riqueza. No soy anarco-capitalista. 

O en términos de Dickens: para que Bob Crachit fuera tan simpático y dulce, tuvo primero que haber un Mister Scrooge repugnante que pusiera el dinero para que Bob Crachit fuera tan estupendo. Si no hay usura de Scrooge, no hay Crachit. 

Asimismo, para que Dickens se fuera de gira por Estados Unidos, en 1867, primero ganó mucho dinero con sus libros y así pudo asistir a banquetes y pasear a la luz de la luna sin preocuparse de levantarse a las 5 de la mañana a currar. La gente podía comprar sus libros porque podía destinar una parte de su sueldo a adquirirlos. Nadie compra libros en los países pobres.


La foto ilustra esos prejuicios sobre el dinero que todos tenemos. ¿Hasta cuándo los ricos como Saramago nos seguirán diciendo que forrarse está mal? ¿Lo que ellos ganan es justa compensación a su esfuerzo, pero lo nuestro es codicia?


Buen fin de semana a todos. 

26 de enero de 2011

Atlantis



Uno de los aspectos más tediosos de la socialdemocracia es su eterno pesimismo. Un socialdemócrata que se precie de serlo siempre está triste y compungido. Siempre ve a la Humanidad abocada a la destrucción. Además, se suele sentir atrapado en un mundo que no le gusta. A veces casi lo detesta. Al mundo.


Tiene altas dosis de culpa que es un rasgo muy definitorio del buen socialdemócrata. Como es occidental porque no le queda más remedio, se siente culpable y convencido de haber corrompido y ensuciado al resto del mundo. El socialdemócrata es un sufriente agónico que vive atrapado en un mundo del que abjura y al que le quedan unos pocos años o minutos para autodestruirse. Cualquier avance le parece una muestra de capitalismo salvaje. La socialdemocracia gusta mucho de los prefijos y los adjetivos atronadores. La socialdemocracia crea sintagmas como "capitalismo salvaje", "ultraliberal", "neoliberal". Prefiere etiquetar que combatir ideas. Desprestigiar ad hominem siempre es más sencillo que escribir un libro. También podría hablarse de "socialdemocracia salvaje" o  de "neoprogre". Sería divertido.


Y decíamos que a la socialdemocracia no le gustan los cambios. Avanzar siempre es un cambio y nunca se sabe qué se puede encontrar más allá. Pero la Humanidad ha avanzado así: sin saber qué había detrás. A pesar de considerarse progresistas los socialdemócratas son conservadores. Nada más conservador que el ecologismo: esa nueva doctrina que está siempre en contra de los avances. Tampoco le gusta al socialdemócrata la libertad individual y suele delegar en el Estado para que cuide de él. Miedo a la libertad y miedo a los cambios. El socialdemócrata se jacta con tanta fuerza de haberse liberado de Dios, para luego entregarse tan complacido en el regazo del Estado. Es un cambio de tutelas.


Yo no soy socialdemócrata -entre otras razones- porque no soy un pesimista crónico. Estoy enamorado de la Humanidad. A pesar del hambre y las guerras, veo avances, libertad, sonrisas, atardeceres, vacunas, aviones... Un inmenso ramo de elementos tangibles e intangibles que continuamente me enamoran de la Humanidad.


Constantemente tengo la sensación de que un socialdemócrata no se emociona cuando le hablan de nanotecnología. Solo se emociona si viaja a Calcuta o a Zambia. Solo el primitivismo lo emociona. Esa perenne añoranza del Paleolítico. Si va a Zambia y ve a un señor golpeando dos palos, se emociona, se estremece y le hace fotos. Si yo salgo de mi casa, me siento en el suelo y golpeo dos palos no soy más que un idiota. En Zambia es cultura. En España es un tío tonto que golpea dos palos. Ay, ese éxtasis por el hombre primitivo. Ese arrobo por el sílex.


Adoro internet porque me permite cotillear en la página de la NASA y piratearles este precioso vídeo en alta definición. Ya sé que no es tan excitante como un masai saltando sobre sus piernas, pero a mí me emociona este derroche de inteligencia en que se convierte cualquier lanzamiento de una nave espacial. Miles de cerebros que trabajan y piensan de forma individual y colectiva. Miles de personas que se dejaron las pestañas para llegar a ser los mejores. Esa cualidad tan hermosa y tan denostada por la socialdemocracia que es el esfuerzo individual. Querer ser el mejor. Ser el mejor en lo tuyo. Cómo habría llorado, si mi amigo Tobías hubiera podido llegar a ser astronauta. Habría sido su mayor fan. Habría hecho imprimir camisetas y banderitas.


Estos transbordadores espaciales pasarán pronto al olvido. La NASA los jubila porque están viejos. Creo que los transbordadores siguen usando los vetustos procesadores 386. El 28 de enero se cumplen 25 años del desastre del Challenger que estalló delante de nuestros ojos. Esos astronautas me emocionan de igual modo que me emociona pensar en gente como Magallanes o Elcano. Aquellos marinos se subían a cascarones frágiles y se lanzaban a la aventura. Y estos astronautas se suben a cascarones y se sientan encima de millones de litros de combustible. A pesar de todo el control tecnológico que los monitoriza, hay miles de variables que pueden fallar y hacer que todo se vaya al garete.


Las carabelas de Colón eran ya en su época un barco viejo y pasado de moda. Al igual que los transbordadores espaciales hoy.


Intenten aguantar los 7 minutos y 33 segundos que dura el vídeo. Merece la pena, si es que están tan enamorados de esta vieja Humanidad como lo estoy yo. Seguro que Elcano habría hecho buenas migas con cualquiera de estos marineros del espacio... 




23 de enero de 2011

Iñaki Arteta

Iñaki Arteta es un director de cine vasco que ha hecho tres documentales acerca del terrorismo de ETA. 


Se han hecho películas que narraban el punto de vista del terrorista, pero pocas que hablasen de la víctima. Pocas que hablasen de su desolación y de su rabia. Y pocas que hablasen de los efectos secundarios del asesinato. No solo te matan, sino que te insultan y te desprecian. 


Los documentales de Iñaki Arteta no tienen un punto de vista neutral. Como aconteció con el documental "La pelota vasca" de Julio Medem. El documental de Medem insistía en la idea del "conflicto". Le llaman conflicto a que unos maten y amenacen y que otros lleven guardaespaldas y se agachen a revisar los bajos de su coche, por si hay una bomba lapa. Nada más errado que la equidistancia y la neutralidad cuando es uno quien recibe el tiro en la nuca; y es otro quien aprieta el gatillo. El documental de Medem insistía en tratar las opiniones como si fueran hechos, tal cual explicó Hannah Arendt


Sus documentales cuentan las historias menos conocidas. Como el caso de Ramón Baglietto que salvó la vida de un niño de unos pocos meses, al evitar que muriese atropellado. Este niño de pocos meses -llamado Kándido Azpiazu- le pegó un tiro en la nuca en 1980. Cuando Kándido Azpiazu salió de la cárcel, montó una cristalería en el mismo portal donde vivía la viuda de Ramón Baglietto.  Kándido Azpiazu dijo en una entrevista que lo mató porque "tenía que hacerse" y que tenía que asesinarlo por razones históricas. Una entrevista aclaradora del retraso mental que supone el terrorismo. Los argumentos son raquíticos porque intentan ahondar en uno de nuestros mitos arraigados: que el terrorismo tiene causas.  


El primero documental es de 2004 y se llama "Voces sin libertad". En él se muestran casos de asesinados y opiniones de vascos acerca del terrorismo etarra. 





El segundo documental es de 2005 y se llama "Trece entre mil". Se cuentan 13 casos, algunos muy poco conocidos, de personas asesinadas por ETA. Aquí se muestra el caso de Ramón Baglietto. 







El tercer y último documental se llama "El infierno vasco" y narra las historias de los vascos que no soportaron la tiranía y la coacción y se marcharon del País Vasco. Son los desterrados del miedo. 





Con la esperanza de que las ideas dejen de llevar guardaespaldas. 



12 de enero de 2011

Ha nacido Noelia, la hija de Carlitos

Mi amigo Carlitos del Barrio ha sido papá. Tras un parto de dos horas y treinta minutos, la diminuta e indefensa Noelia ha venido al mundo.

Hoy es 12 de enero de 2011.

Un 12 de enero nació el escritor Jack London.

Un 12 de enero nació el pintor José Ribera.

Un 12 de enero nació el escritor Charles Perrault que es autor de cuentos como Caperucita Roja o El Gato con Botas.

Un 12 de enero iba a empezar la Guerra del Golfo.

Un 12 de enero se hablaba de que se abriría la verja de Gibraltar.

Un 12 de enero Julio Iglesias pedía que ETA tratase bien a su padre.


Qué noticia más hermosa.

Te quiero mucho, ya lo sabes.

Mil besos a la pequeña Noelia, a Isabell y a ti.

¡¡¡ FELICIDADES!!!

P.D.- Carlitos es el de la corbata. Está a la izquierda del tipejo que parece un sicario colombiano, que soy yo. :)

10 de enero de 2011

Conductas y palabras





"Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con [consiguen] ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo[siempre]; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como ac[c]identes inseparables, que no se quitan sino con la muerte". 


El párrafo anterior lo escribió Miguel de Cervantes al comienzo de su novelita llamada "La Gitanilla". Se podría incurrir en el error de creer que Cervantes era un racista. Esos conceptos de racismo no existían a principios del siglo XVII que es cuando Cervantes escribió. Si acaso, el mundo se dividía en fieles e infieles. Aunque, por supuesto, se tendría ojeriza a ciertas gentes de ciertos lugares. Como también se tendría ojeriza a los gitanos. Cervantes, al igual que cualquiera de nosotros, tenía sus vivencias y sus lecturas. También tenía sus prejuicios y sus ideas preconcebidas. En eso no se diferenciaba de nosotros. 


Es imposible saber qué vivencias tuvo con los gitanos para comenzar así su novelita. A la vez, el mundo de los gitanos le pareció lo bastante atractivo como para escribir sobre ellos. Más que racismo, en Cervantes habría desconfianza por gente que hace cosas distintas, o que habla otras lenguas, o que tiene costumbres distintas a las nuestras. Como animales de hábitos que somos, más que el color es la desconfianza hacia lo nuevo lo que genera las actitudes tildadas de racistas.  Pero es bueno que las creaciones se impregnen de los prejuicios de su época, ya que nos ayuda a entender el pasado. 


Todo esto viene a colación de la nueva edición de Huckleberry Finn, obra escrita por Mark Twain, que ha sido expurgada de palabras ofensivas como "nigger" e "injun". La corrección política considera que es abominable que el libro incluya estas palabras hirientes. 


La palabra "nigger" tiene un uso peculiar. Es muy ofensiva cuando la utiliza un blanco para dirigirse a un negro; pero pierde su valor peyorativo cuando un negro la usa para hablar con otro negro. 


Al hilo de estas tendencias, quizá un día se pida prohibir o expurgar La Odisea por el asesinato sin juicio que perpetra Ulises sobre los pretendientes de Penélope. Como puede leerse en este canto XXII. Podría inducir a ciertas personas a tomarse la justicia por su mano. 


Estos intentos de prohibiciones o expurgaciones no son nuevos. Hace tiempo que se quiere prohibir el cómic Tintín por racista






En Bolivia, el gobierno de Evo Morales, desea que ciertas obras sean leídas con la asesoría de un burócrata que sabe mejor que el individuo lo que es mejor para él. Dicen que obras antiguas hieren el sentimiento indígena


Hace años hubo mucha polémica, porque un profesor de la Complutense fue acusado de racismo en sus escritos. En este caso el uso de las palabras entró en conflicto con la libertad de cátedra.  


Todos estos casos parecen querer decir que las palabras crean conductas. Esta creencia de que las palabras generan conductas ha sido expuesta por quienes aseguran que la congresista demócrata Gabrielle Giffords fue disparada en la cabeza por la "incitación" que, al parecer, llevó a cabo la política estadounidense Sarah Palin. Ya hay quien usa términos militares para hablar de que Palin incitó el tiroteo. El columnista Paul Krugman habla aquí de un "clima de odio" instigado por los republicanos. 


Aunque también es cierto que los demócratas no escapan a esta terminología militar, como se ve en la foto. Se habla de "targets", es decir, objetivos. 




O en esta otra foto. 




Sea como fuere, es una vieja discusión saber si las palabras incitan conductas reales. Es cierto que España se protege contra la apología del terrorismo. 


Pero no parece quedar claro si la lectura de literatura erótica incita a cometer violaciones. O si los insultos que se lanzan en un partido de fútbol contra el árbitro incitan o no a la violencia. Yo creo que, más bien, la calman. 


Me inclino a pensar que, aparte de sostener que hay palabras que incitan conductas, hay siempre una tendencia a hallar la raíz del mal en causas ambientales. Siempre es más fácil hacer política o periodismo con una raíz ambiental que entrevistar al cerebro del asesino.








4 de enero de 2011

La civilización

Aunque el discurso nacionalista suele decir que lo más importante de una nación son los elementos culturales como la lengua, lo cierto es que no es así. 


Solo las naciones que disponen de estilos de vida acomodados pueden emplear su tiempo en crear productos culturales para ser consumidos. Por eso el teatro y la literatura se dan en naciones o imperios que generan riqueza a fin de que los ciudadanos posean una cantidad de dinero con el que -libremente- puedan consumir esos productos culturales. Ninguna sociedad que sobreviva mediante una economía de subsistencia puede gastar sus recursos en crear o adquirir productos culturales. Y solo las naciones acomplejadas y decadentes como la española pueden gastarse 12.000 euros por sesión para utilizar todas las lenguas de las Autonomías en el Senado. 


Este gasto innecesario prueba que el multilingüismo genera pobreza. Para muchas personas, el enriquecimiento es cultural. Pero el enriquecimiento cultural es vago e indeterminado. Quien habla de enriquecimiento cultural utiliza un lenguaje que se aproxima a lo religioso porque no usa referentes claros, sino etéreos y difusos. No se sabe qué cosa es la cultura, como tampoco se sabe qué es Dios. 


Se suele medir la civilización en términos culturales. Pero son elementos materiales y tangibles los que realmente le dan a una nación la categoría de civilizada. 


El nacionalismo suele ir en contra de la civilización porque enmienda y desvía las tendencias naturales del hombre. Lo natural en el hombre siempre fue hablar una sola lengua, mejor que tres. El hombre ha ido asesinando lenguas a lo largo de su historia sin remordimiento alguno, porque no estaba impregnado del mito de la cultura. El hombre siempre utilizó las lenguas para comunicarse y por eso habló algunas y dejó de hablar otras. Y lo hizo porque buscaba la civilización.  Y lo hizo así porque, para disfrutar de las bondades de la civilización, es más fácil hacerlo en una lengua que en veinte. 


El grupo inglés de humor Monty Python construyó la mejor definición sobre qué es la civilización. La civilización se compone de esa serie de factores que parecen superficiales e incluso frívolos a quien los disfruta sin valorarlos.





El rostro del genial John Cleese es un poema en sí mismo.