19 de febrero de 2008

Héroes de Baler




El 3 de junio de 1899, tras casi un año de resistencia y cuando ya hacía muchos meses que el Gobierno español se había rendido ante el de Estados Unidos, el teniente Saturnino Martín Cerezo entregó a los tagalos la ermita donde se habían atrincherado en el pueblo filipino de Baler. Lo que pasaron aquellos, luego llamados Los Últimos de Filipinas, es difícil de imaginar: humedad tropical que no sólo pudría alimentos sino que impedía cicatrizar las heridas, disentería, falta de ventilación que ventilase el hedor a excrementos, delirios, hambre, sed y deserciones. 337 días aguantaron comiendo ratas y bebiendo meados. Hasta que no les quedó más remedio que rendirse. No hace falta decir que en el destacamento había gallegos, vascos, catalanes, además de castellanos y andaluces. Fue el último reducto español en Filipinas desde que en 1521 Magallanes pasó por allí en la primera vuelta al mundo.

La cuestión tuvo lugar en Cáceres el año pasado y no tuvo ni pena ni gloria en los periódicos ni en la tele que están muy ocupados con la Pantoja. El Ayuntamiento de Cáceres decidió eliminar el nombre de la calle Héroes de Baler por "franquista". Obviamente, nadie tenía ni idea. Nadie sabía que Franco tenía 7 años cuando el suceso de Baler tuvo lugar.

La otra anécdota que muestra la burricie de nuestros políticos es la de un cateto que hace años en Granada propuso -muy orgulloso él- eliminar de la fachada de la Chancillería cualquier rastro franquista. El temible rastro franquista eran el yugo y las flechas que veis en la parte derecha de la foto. Alguien le debió soplar al cateto que eso era un signo de los Reyes Católicos. Un signo de bastantes siglos antes de que José Antonio Primo de Rivera diera vueltas en los huevos de su padre. Seguramente el orgulloso cateto no dormía bien por las noches y pensó en ir a raspar con un estilete tan fascista signo.


Uno de los cornetas de los Últimos de Filipinas, Santos González Roncal, serviría años más tarde de ejemplo de cuán miserable es nuestra amada y maldita tierra. González Roncal fue fusilado siendo ya un viejo, con 63 años, al comienzo de la Guerra Civil. Da igual qué bando lo fusilara. González Roncal no huyó ni eludió su destino, solo pidió ser fusilado con la chaqueta de la que colgaban sus viejas medallas de Filipinas. Es lo único que pidió: que lo fusilaran con sus medallas ganadas con honor. Los valientes que iban a fusilar a un viejo por el mero hecho de estar en el lugar equivocado, no quisieron concederle tamaña merced. Y Santos González Roncal fue fusilado sin sus medallas. Así somos de mezquinos.

3 comentarios:

Tobias dijo...

JP, hay que conseguir que todos que vayan a votar te lean, aunque igual si lo hacen se quedan en casa... Es verdad que los de Baler lucharon durante muchos meses porque nadie les dijo que la guerra ya había acabado?
Una pregunta: Till Eulenspiegel (http://en.wikipedia.org/wiki/Till_Eulenspiegel) se puede considerar que tiene que ver con la picaresca? O qué tiene que tener una novela para poder ser calificada de perteneciente al género?
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Lucharon sin saber que se habían rendido. Es una guarrada que no hubiera mensajes de texto ni interné en esos tiempos. En cuanto a la cacho de pregunta que me haces, te recomiendo este texto de Alonso Zamora Vicente que es largo pero bien explicado : http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12604282009040405209624/index.htm

Si te contesto así rápidamente te diría que la novela picaresca es un ejercicio muy sano de realismo y, sobre todo, de saber reírse de uno mismo que es lo que hace el Lazarillo cuando habla de hidalgos con mucho título pero sin un puto duro y de su esposa que se tira al cura para que Lázaro pueda seguir viviendo. Es normal que España aportase tanto a la novela picaresca puesto que era y es una tierra dura, agreste, de buscavidas, de reyes canallas que tenían un pueblo bueno aunque cruel entre sí que veía con desprecio los grandes ideales por los que su rey los mandaba a morir. Esa visión lúcida y desencantada es clave en la novela picaresca. No es que naciese en España pero España le dio un toque único por su propia peculiaridad. Son desencantados que aman su tierra sin entender por qué esa misma tierra amada los putea. Hay mucho del desencanto de Cervantes o de Lázaro de Tormes en la novela del XIX o en el gran Dickens sin ir más lejos. No conocía a este caballero pero está claro que tiene mucho que ver con un pícaro. Pícaros siempre hubo, quizá la novedad de la novela picaresca fue darle una forma y un color típico de aquí. Algo así como Barricada y Extremoduro son al blues del Mississipi.

Aurora González dijo...

Santos González Roncal es mi bisabuelo