Trujamán es el término con que en el siglo XV se llamaba a los intérpretes: esos señores de aspecto frágil que meten la nariz en las conversaciones de los poderosos. Es increíble la de cosas que sabrán y no sueltan prenda. En la conquista de América hubo muchos trujamanes: algunos cumplieron su labor con discreción y otros la liaron gorda.
La cosa tuvo que tener su guasa. Más, si tenemos en cuenta que la mayoría eran andaluces. Me imagino los chistecitos. Todo pasó cuando Cristóbal Colón llegó a una islita del archipiélago de las Bahamas el 12 de octubre de 1492. Veamos a don Cristóbal que se baja del bote con su estandarte de Castilla y Aragón y unos escribanos con la pluma preparada a fin de no perder detalle del pedazo de discurso que iba a soltar el almirante. La burocracia española tiene su lado bueno. Tenían tal adicción a ponerlo todo sobre papel que ahora es bastante fácil estudiar esa época gracias a la inmensa cantidad de legajos que permanecen. Pero no había recepción de honor para el almirante: apenas unos pocos indios desnudos con miedo y curiosos. Colón se dirigió a los indios y tomó posesión en nombre de Isabel y Fernando y bla, bla, bla. El careto que se les tuvo que quedar a los indios hubo de ser de órdago. No obstante, Colón, hombre resuelto, no se dejó amilanar y llamó a Rodrigo de Jerez un tipo que había estado en Guinea. El tal Rodrigo de Jerez les echó la misma charla de tomamos posesión en nombre de sus majestades y bla, bla, bla. Nada. No había manera. Los indios seguían sin entender ni papa. Y Colon impacientándose porque se había encaprichado con que quería largar su discurso. Me imagino a los marineros, que esperaban en las carabelas hasta los mismísimos de tanta ceremonia y deseando que maese Colón terminase y así poder bajar a tierra, haciendo chistes y coñas sobre el traje del almirante y quizá echándole el ojo a una tierna y cándida india desnuda. Colón insistió e hizo bajar a Luis de Torres quien aseguraba hablar árabe, hebreo, caldeo y no sé cuántas lenguas más. Total, que Colón se empezó a poner de los nervios, así que encomendó a Torres y Jerez que partieran sin demora en una misión de alto riesgo: comunicarse con los nativos. Y esto tuvo que ser más gracioso aún: los dos trujamanes oficiales de Colón recorriendo la pequeña isla adonde habían arribado preguntándole a cada indio con quien se cruzaban en ¡¡¡latín!!! Colón estaba convencido de que la lengua con que se comunicaban con Dios serviría para comunicarse con esos indios tan pintorescos. Para decepción del almirante, los trujamanes volvieron diciéndole que nadie hablaba latín. De manera que el augusto Colón, con sus recios estandartes que representaban a Aragón y Castilla, con sus reales escribanos y con sus conocimientos de lenguas clásicas hubo de recurrir al sistema más viejo y válido de comunicación: las señas, igual que si fuera un turista español en Londres intentando pedir un fish and chips. Colón era optimista. En uno de sus diarios afirmaba que los indios le habían dicho por señas que había llegado a Cipango, es decir, Japón. Lo cual es mucho deducir de unas señas.
Los primeros misioneros que llegaron a las Indias se escandalizaron intensamente al ver que los indígenas faltaban sin descanso al sexto mandamiento –no cometerás actos impuros- tanto con miembros de su propio sexo como con los del mismo – el pecado nefando o sodomía-. De modo que había que refrenar los bajos instintos de esos indígenas que se empeñaban en ir desnudos sin taparse las vergüenzas. Unos franciscanos que llegaron a México, cuando Hernán Cortés aún era gobernador, escogieron un método muy gráfico y expeditivo. Como los indios no solo hablaban una lengua sino decenas de ellas, hicieron una hoguera que representaba el infierno y comenzaron a arrojar animales vivos a fin de que los indios entendieran qué les iba a pasar si no se convertían a la verdadera fe. Los indios no entendían a esos señores de largos hábitos con los ojos desorbitados, así que los misioneros continuaban recurriendo a las señas. También tuvieron que ser dignos de verse esos misioneros que usaban la mímica y las señas para advertir a los indígenas de los peligros del fornicio. Supongo que hacían un agujerito con la mano y lo hincaban con el índice, o algo así.
En 1611 un tendero llamado Pedro de Arenas compuso un vocabulario de las lenguas nahuatl y española cuya edición de 1793 podéis ver en la foto. En lugar de llenarlo con frases elevadas de filosofía y teología incluyó frases comunes y prácticas: ir a la compra, montar a caballo o contratar a un albañil que no hablase español, que eran la mayoría. Cosa que, paradójicamente, vuelve a ocurrir hoy en día en España. El vocabulario se seguía editando en el siglo XIX lo cual muestra que a los españoles no les preocupó mucho extender su lengua, a pesar de la leyenda negra que siempre acompañó a la Conquista de América. Había más preocupación –y ni eso- por extender la fe que la lengua. En 1788, un italiano al servicio de España, Alejandro Malespina, montó una expedición a fin de explorar las posesiones en América y Asia. España era el país europeo que más dinero daba a investigación científica gracias a un rey culto como Carlos III. Malaspina bordeó América, llegó hasta Alaska, luego hasta las Filipinas y volvió a España por el Cabo de Hornos. Una de las motivaciones de su viaje era comprobar si el español era la lengua más usada en América como pretendía Carlos III. La desilusión fue grande. Malaspina encontró enormes masas de nativos que no hablaban español. El español solo se hablaba en los centros urbanos y siempre mezclados con las lenguas indígenas. Además, los españoles tenían una mala costumbre: en lugar de enseñarle español a los negros e indios, preferían aprender ellos la lengua indígena pues les parecía más rápido. Los españoles nunca estuvieron especialmente interesados en extender su lengua. Se preocupaban de vivir bien y trabajar poco: más o menos como hoy. La lengua era un modo de negociar y comerciar. Una forma de entenderse para que el dinero se moviese. Y para eso les podía servir el español, pero también el quechua o el nahuatl. Lo más anecdótico que le ocurrió a Malespina fue encontrarse con un grupo de Voluntarios Catalanes -soldados- en la isla de Nookta, cerca de Vancouver, en lo que hoy es la frontera entre Canadá y Estados Unidos en la costa oeste. Era un fuerte que defendía el comercio de pieles a cuyo cargo estaba un grupo de fieros -y muertos de frío- soldados catalanes, que añoraban su lejana Cataluña. Los soldados debían de ser de realidad virtual porque, como sabemos, Cataluña nunca participó en la historia de España.
Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar habían naufragado hace siete años cuando se toparon con la expedición de Hernán Cortés. Sietes años en los que convivieron con los indios y adoptaron sus costumbres y aprendieron su lengua maya. Cuando los hombres de Cortés les ofrecieron volverse con ellos, sólo Jerónimo de Aguilar dijo que sí. Gonzalo Guerrero casi hablaba maya mejor que español, se había tatuado el cuerpo, se había perforado las orejas y los labios, tenía tres mujeres y varios hijos y lo habían nombrado cacique. A Gonzalo Guerrero le faltaba la camiseta del Che para ser igualito que un antisistema del siglo XXI. Como es natural, prefirió quedarse entre los mayas y de hecho murió luchando contra los españoles años después. Siempre se ha considerado a Gonzalo Guerrero como el primer mestizo, pero no sería el último. A diferencia de la conquista que tendría lugar en América del Norte –llevada a cabo por puritanos con un marcado toque racista- a los españoles no les importó en absoluto mezclarse con los indígenas. Hernán Cortés tuvo varios hijos con indias y los reconoció en su testamento. Con una india llamada Malinche tuvo uno.
La cosa tuvo que tener su guasa. Más, si tenemos en cuenta que la mayoría eran andaluces. Me imagino los chistecitos. Todo pasó cuando Cristóbal Colón llegó a una islita del archipiélago de las Bahamas el 12 de octubre de 1492. Veamos a don Cristóbal que se baja del bote con su estandarte de Castilla y Aragón y unos escribanos con la pluma preparada a fin de no perder detalle del pedazo de discurso que iba a soltar el almirante. La burocracia española tiene su lado bueno. Tenían tal adicción a ponerlo todo sobre papel que ahora es bastante fácil estudiar esa época gracias a la inmensa cantidad de legajos que permanecen. Pero no había recepción de honor para el almirante: apenas unos pocos indios desnudos con miedo y curiosos. Colón se dirigió a los indios y tomó posesión en nombre de Isabel y Fernando y bla, bla, bla. El careto que se les tuvo que quedar a los indios hubo de ser de órdago. No obstante, Colón, hombre resuelto, no se dejó amilanar y llamó a Rodrigo de Jerez un tipo que había estado en Guinea. El tal Rodrigo de Jerez les echó la misma charla de tomamos posesión en nombre de sus majestades y bla, bla, bla. Nada. No había manera. Los indios seguían sin entender ni papa. Y Colon impacientándose porque se había encaprichado con que quería largar su discurso. Me imagino a los marineros, que esperaban en las carabelas hasta los mismísimos de tanta ceremonia y deseando que maese Colón terminase y así poder bajar a tierra, haciendo chistes y coñas sobre el traje del almirante y quizá echándole el ojo a una tierna y cándida india desnuda. Colón insistió e hizo bajar a Luis de Torres quien aseguraba hablar árabe, hebreo, caldeo y no sé cuántas lenguas más. Total, que Colón se empezó a poner de los nervios, así que encomendó a Torres y Jerez que partieran sin demora en una misión de alto riesgo: comunicarse con los nativos. Y esto tuvo que ser más gracioso aún: los dos trujamanes oficiales de Colón recorriendo la pequeña isla adonde habían arribado preguntándole a cada indio con quien se cruzaban en ¡¡¡latín!!! Colón estaba convencido de que la lengua con que se comunicaban con Dios serviría para comunicarse con esos indios tan pintorescos. Para decepción del almirante, los trujamanes volvieron diciéndole que nadie hablaba latín. De manera que el augusto Colón, con sus recios estandartes que representaban a Aragón y Castilla, con sus reales escribanos y con sus conocimientos de lenguas clásicas hubo de recurrir al sistema más viejo y válido de comunicación: las señas, igual que si fuera un turista español en Londres intentando pedir un fish and chips. Colón era optimista. En uno de sus diarios afirmaba que los indios le habían dicho por señas que había llegado a Cipango, es decir, Japón. Lo cual es mucho deducir de unas señas.
Los primeros misioneros que llegaron a las Indias se escandalizaron intensamente al ver que los indígenas faltaban sin descanso al sexto mandamiento –no cometerás actos impuros- tanto con miembros de su propio sexo como con los del mismo – el pecado nefando o sodomía-. De modo que había que refrenar los bajos instintos de esos indígenas que se empeñaban en ir desnudos sin taparse las vergüenzas. Unos franciscanos que llegaron a México, cuando Hernán Cortés aún era gobernador, escogieron un método muy gráfico y expeditivo. Como los indios no solo hablaban una lengua sino decenas de ellas, hicieron una hoguera que representaba el infierno y comenzaron a arrojar animales vivos a fin de que los indios entendieran qué les iba a pasar si no se convertían a la verdadera fe. Los indios no entendían a esos señores de largos hábitos con los ojos desorbitados, así que los misioneros continuaban recurriendo a las señas. También tuvieron que ser dignos de verse esos misioneros que usaban la mímica y las señas para advertir a los indígenas de los peligros del fornicio. Supongo que hacían un agujerito con la mano y lo hincaban con el índice, o algo así.
En 1611 un tendero llamado Pedro de Arenas compuso un vocabulario de las lenguas nahuatl y española cuya edición de 1793 podéis ver en la foto. En lugar de llenarlo con frases elevadas de filosofía y teología incluyó frases comunes y prácticas: ir a la compra, montar a caballo o contratar a un albañil que no hablase español, que eran la mayoría. Cosa que, paradójicamente, vuelve a ocurrir hoy en día en España. El vocabulario se seguía editando en el siglo XIX lo cual muestra que a los españoles no les preocupó mucho extender su lengua, a pesar de la leyenda negra que siempre acompañó a la Conquista de América. Había más preocupación –y ni eso- por extender la fe que la lengua. En 1788, un italiano al servicio de España, Alejandro Malespina, montó una expedición a fin de explorar las posesiones en América y Asia. España era el país europeo que más dinero daba a investigación científica gracias a un rey culto como Carlos III. Malaspina bordeó América, llegó hasta Alaska, luego hasta las Filipinas y volvió a España por el Cabo de Hornos. Una de las motivaciones de su viaje era comprobar si el español era la lengua más usada en América como pretendía Carlos III. La desilusión fue grande. Malaspina encontró enormes masas de nativos que no hablaban español. El español solo se hablaba en los centros urbanos y siempre mezclados con las lenguas indígenas. Además, los españoles tenían una mala costumbre: en lugar de enseñarle español a los negros e indios, preferían aprender ellos la lengua indígena pues les parecía más rápido. Los españoles nunca estuvieron especialmente interesados en extender su lengua. Se preocupaban de vivir bien y trabajar poco: más o menos como hoy. La lengua era un modo de negociar y comerciar. Una forma de entenderse para que el dinero se moviese. Y para eso les podía servir el español, pero también el quechua o el nahuatl. Lo más anecdótico que le ocurrió a Malespina fue encontrarse con un grupo de Voluntarios Catalanes -soldados- en la isla de Nookta, cerca de Vancouver, en lo que hoy es la frontera entre Canadá y Estados Unidos en la costa oeste. Era un fuerte que defendía el comercio de pieles a cuyo cargo estaba un grupo de fieros -y muertos de frío- soldados catalanes, que añoraban su lejana Cataluña. Los soldados debían de ser de realidad virtual porque, como sabemos, Cataluña nunca participó en la historia de España.
Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar habían naufragado hace siete años cuando se toparon con la expedición de Hernán Cortés. Sietes años en los que convivieron con los indios y adoptaron sus costumbres y aprendieron su lengua maya. Cuando los hombres de Cortés les ofrecieron volverse con ellos, sólo Jerónimo de Aguilar dijo que sí. Gonzalo Guerrero casi hablaba maya mejor que español, se había tatuado el cuerpo, se había perforado las orejas y los labios, tenía tres mujeres y varios hijos y lo habían nombrado cacique. A Gonzalo Guerrero le faltaba la camiseta del Che para ser igualito que un antisistema del siglo XXI. Como es natural, prefirió quedarse entre los mayas y de hecho murió luchando contra los españoles años después. Siempre se ha considerado a Gonzalo Guerrero como el primer mestizo, pero no sería el último. A diferencia de la conquista que tendría lugar en América del Norte –llevada a cabo por puritanos con un marcado toque racista- a los españoles no les importó en absoluto mezclarse con los indígenas. Hernán Cortés tuvo varios hijos con indias y los reconoció en su testamento. Con una india llamada Malinche tuvo uno.
El otro náufrago, Jerónimo de Aguilar, se volvió con los españoles y les sirvió de trujamán con los mayas que se iban topando. Hasta que un día unos caciques les regalaron unas mujeres a los españoles como signo de buena voluntad. En el lote de señoras iba una jovencita de 15 años a la que llamaron Malinche. La chica hablaba nahuatl –la lengua de los aztecas- y maya. Como Aguilar hablaba maya y castellano, Malinche traducía del nahuatl al maya y Aguilar del maya al castellano. Cortés estaba exultante de poderse entender con todos. Pero Aguilar fue víctima del reajuste laboral y de la competencia capitalista: Malinche aprendió español y dejó de ser útil. Este dominio de las lenguas le sirvió a Cortés para ir tejiendo una sutil red de alianzas y confabulaciones contra el poder azteca. Conseguía coligarse con los enemigos de los aztecas y los atraía a su bando.
Pero no todos tuvieron tanta suerte escogiendo trujamanes. Francisco Pizarro había capturado a un niño inca y le había enseñado español. El niño se llamaba Felipillo –les ponían estos nombres- pero no era muy ducho en dominar las lenguas. Los misioneros se quejaban de que Felipillo hablaba un español repleto de blasfemias e insultos, cosa lógica si se había criado entre soldados. Cuando Fray Vicente Valverde se esforzaba en explicarle a Atahualpa- el último jefe inca- los matices de la religión católica, el misionero se desesperaba viendo que Atahualpa lejos de entender nada se moría de la risa. Debía ser porque Felipillo estaba en medio y lo enredaba todo. Cuando Fray Vicente le decía a Atahualpa que Dios es tres en uno, o sea uno y trino – la Santísima Trinidad- Felipillo traducía que Dios es uno más tres, es decir: cuatro. Y claro Atahualpa estallaba en carcajadas y sus risas ofendían a los misioneros. Lo peor fue que Felipillo se enamoró de una de las mujeres de Atahualpa y como así por las buenas no podía tenerla conspiró para matar a Atahualpa. Cuando los españoles creían que los incas podían atacarlos, le preguntaron a Atahualpa si esto era posible. Atahualpa los calmó diciendo que los incas no atacarían, pero Felipillo lo tradujo intencionadamente al revés. Los españoles mandaron ejecutar a Atahualpa al objeto de desmoralizar a los incas. Años más tarde, cuando Felipillo se hallaba al servicio de Diego de Almagro volvió a liarla, pues se confabuló contra los españoles aliándose con los incas. Almagro lo descuartizó haciendo que varios caballos tirasen de todos los miembros de su cuerpo al igual que hacía siglos antes Alejandro Magno. Gajes del oficio.
Por cierto, el año pasado me metí en un chat para preguntar a la gente si sabían por qué diantres era fiesta el 12 de octubre. Gentes que decían ser universitarios aseguraban que era por la Virgen del Pilar. Lo de Colón no le sonaba a nadie. Y en 2006 se cumplieron 500 años de su muerte, pero nadie se enteró. La España moderna no festeja aniversarios franquistas que ofendan a las minorías oprimidas. En Estados Unidos se hartaron de homenajear a Colón al que tienen en muy alta estima. De igual modo que festejan, y siguen festejando, el primer asentamiento inglés en Virginia en 1607, con 18 meses de celebraciones y actos. El 11 de septiembre los catalanes celebrarán su Diada con la parafernalia habitual de quemar alguna banderita española y de proclamar la opresión castellana. Eso no es franquista. Eso es progresista. Pero hablarles a los niños de Cristóbal Colón es reaccionario y retrógrado. Qué país más analfabeto y acomplejado. El pobre Cristóbal tenía que haber sido francés o inglés y así podríamos admirarlo sin ofender a nadie.
11 comentarios:
1492 querido amigo de las juanoferanas, se trata de una errata
sigue siendo un placer leer tu digitácora
m ;)
Amado Matías: castellano y germano hasta las trancas. Espero que tu pequeñuela siga hermosa y desarrollándose en esa tierra bella rodeada de silenciosos tranvías. 1492 es una errata y Colón era un personaje de un juego de rol. Para no ofender lo mejor es fingir que nunca existió.
Pues mira por dónde hoy me he metido en la wikipedia para curiosear sobre la colonización de América y me he decepcionado un poco:(http://es.wikipedia.org/wiki/Colonizaci%C3%B3n_espa%C3%B1ola_de_Am%C3%A9rica)
No sé quién habrá escrito esa entrada pero desde luego es una visión menos amable de la Historia...:
Comienza hablando del sometimiento de los pueblos indígenas, la despoblación de España¿?, y hasta de la reivindicación por parte de las comunidades indígenas del reconocimiento del "genocidio" que cometieron los españoles (yo a estos señores indígenas reivindicativos ya me los había encontrado en alguna ocasión y no les hacía mucha gracia que los españolitos hubiésemos arribado por allí..).
Esto es sólo el comienzo, la wikipedia se explaya con el mestizaje y las relaciones sexuales entre españoles e indígenas, que al parecer no fueron tan voluntarias como parecía sino más bien violaciones. También menciona a Malinche para aclarar que el hijo que tuvo con Hernán Cortés no fue reconocido sino que éste tuvo otro del mismo nombre (Martín Cortés) que sí fue legítimo pero no era el mismo. Mi gozo en un pozo, qué manera de cargarse el encanto.
Para seguir con la versión catastrofista, la entrada continúa hablando de las enfermedades que acarrearon los colonos españoles , de la esclavitud encubierta bajo el Régimen de Encomienda, y del Requerimiento, otra prenda de la que sentirnos orgullosos. Por supuesto tampoco aportamos nada a aquellas culturas, ni siquiera en cuestión de técnica y es que el apartado de intercambios técnicos también está "sembrado". Vamos, que a la entrada no falta un perejil para tener que sentirnos de lo más avergonzados por haber tenido "algo que ver" con el descubrimiento de América.
El resto de las entradas no le van a la zaga, si sigues bicheando en la wikipedia, verás ninguneado al pobre Cristobal Colón, que pasaba por allí de casualidad, eso lo sabemos todos, y a la reina Isabel convertida en una tonta que se dejo convencer por fastidiar a los portugueses. La colonización francesa, portuguesa, holandesa e inglesa fueron más interesantes que la española, (http://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_y_colonizaci%C3%B3n_de_Am%C3%A9rica)
Para colmo de males, me encuentro con que el primero en llegar a América fue un vikingo llamado Ericsson, como los móviles, y que resulta que encima lo hizo 500 años antes que Colón, pobre Colón. (Interesante la historia de Vinland y el campamento de Leifbundir, por si le queréis echar un vistazo: http://es.wikipedia.org/wiki/Vinland,).
Vaya chasco me he llevado, que digo yo que la Historia es una, pero que hay muchas maneras de contarla, no?, y es que me ha empezado a entrar un sentimiento de culpa de los gordos por ser españolita y por si pudiera ser que algún antepasado mío hubiese pasado por allí durante la conquista, que me estoy pensando irme con el Bardem a hacer algo…., solidario, claro, se entiende, no?
Besitosssss.
La Leyenda Negra española es rica y fructífera. Es inagotable y sigue siendo la excusa y causa de todos los males de América. Los pueblos atrasados siempre culpan a otros de sus errores. Son incapaces de asumir sus culpas. Y te lo digo como sudaca que ha crecido oyendo la cantinela de la maldad española desde que era un crío. Como dijo Jack el Destripador: vamos por partes.
La entrada habla del “sometimiento de las culturas originarias”. El lenguaje es tendencioso. Si te fijas, no verás ese tipo de lenguaje cuando se habla de la romanización en España. Es un lenguaje victimista que ensalza al perdedor para difamar al ganador. Nadie habla del sometimiento de los celtas y los íberos o de los lusitanos en España. Al revés: se da por hecho que la romanización fue positiva y que la cultura rica barrió a la pobre. El termino “cultura” quiere darle un aire de prestigio a quien perdió. Cultura es un término confuso, muy usado hoy en día, que presupone que tan cultura es una sinfonía de Mahler como las técnicas de pesca en Sicilia. En ningún momento se habla de los pueblos que los aztecas e incas sometieron, como si esos pueblos no hubieras sido a su vez igualmente “culturas”. No se habla de los tlaxcaltecas, que servían de alimento a los aztecas, ni de los cañaris o chancas sometidos por los incas. Ni de todos los pueblos caníbales que había en América y que se comían a otros pueblos americanos. Supongo que comerse a otro pueblo no es genocidio. Aquí solo hay un pueblo malvado: el español; el resto son culturas hermosas que no conocían el dolor ni la guerra. Hablar de genocidio es otro recurso victimista al aplicar moral del siglo XXI a hechos del siglo XVI. Supongo que también los franceses podrían hablar del genocidio de los galos, habida cuenta del millón de muertos que causó Julio César en la Campaña de las Galias. Pero los pueblos avanzados no andan con victimismo: asumen su pasado y miran hacia delante. Tampoco veo a otras naciones europeas pidiéndole cuentas a Francia por los 10 millones de muertos durante las guerras napoleónicas. Supongo que lo lógico sería pedir el derribo del Arco de Triunfo al igual que otros cenutrios piden que se derribe el Valle de los Caídos. Nada más perverso que ideologizar la historia. El artículo dice “consumió de América riquezas incalculables”. Fíjate en la indeterminación de “incalculable”. Por supuesto que España se llevó oro y plata de América, al igual que habrían hecho holandeses, franceses o ingleses, que gustaban mucho de robar los barcos que venían de las Indias. Pero de la maldad francesa, holandesa o inglesa no se habla. Esto se remonta al viejo mito de que si aún tuvieran esas riquezas naturales, ahora serían ricos. Mentira. En ningún lugar del mundo hay tantas riquezas como en África y mira cómo les va. Y en Japón no hay nada: todo lo importan y mira cómo son. Ya puestos: exijo una reparación por todo el oro que los romanos se llevaron de Hispania. Supongo que conoces el bellísimo paisaje de Las Médulas en León. Es un paisaje horadado que se originó por las explotaciones mineras de oro hechas por los romanos. Es hora de exigir reparaciones por el expolio al alcalde de Roma y al presidente italiano. Berlusconi: ¡devuélvenos nuestro oro!
Ya sabemos que los españoles llevaron la viruela y que muchos indios murieron por eso. Pero fue algo involuntario y que no puede encuadrarse como genocidio. Hablando de enfermedades, busca en Google de dónde vino la sífilis que mató a cientos de miles de personas en Europa, incluidos muchos artistas y literatos: de América. Así que si nosotros llevamos la viruela, ellos nos enviaron la sífilis.
En cuanto a la voluntariedad de las relaciones entre indios y españoles, repasemos lo dicho: Malinche fue regalada a los españoles por los indios. La regalaron como si fuera un objeto. A ver si va a resultar que los indios eran el no va más de la progresía y la discriminación positiva. Y tenían varias mujeres. Eran polígamos. Supongo que eso es el culmen de la felicidad en una mujer. Ya sé que los españoles tenían amantes, pero el papel de una mujer en Europa era bastante más destacado que el de la mujer en América: piensa en Leonor de Aquitania o en Isabel la Católica. Habría casos de violación pero los españoles no eran un pueblo racista que fuera midiendo el color de piel. Es difícil precisar el grado de voluntariedad en una mujer que ya se sentía sometida, pero de ahí a decir que todos los mestizos de América eran fruto de violación: no.
Hernán Cortés reconoció a su hijo con Malinche. Eso al menos dice mi biografía de Cortés escrita por Bartolomé Bennasar. De todos modos, aunque no hubiera sido Cortés, los españoles fueron reconociendo a sus hijos. Según el artículo, toda América está llena de bastardos. En cuanto a que no les aportamos nada, el artículo no dice que en América eran tan primitivos que ni conocían la rueda. Ni habla de lo rudimentaria que era la agricultura maya que causó su declive. No habla de las misiones en California que se sostenían a pesar de ser deficitarias para la Corona. O esos jesuitas españoles que se dejaron matar junto a los guaraníes en contra del rey de Portugal como se ve en la película La Misión. O que las primeras universidades se fundaron en 1538 en Santo Domingo o la de San Marcos o México: todas durante el siglo XVI. En Estados Unidos no habría universidades hasta 1636 en Harvard. En las universidades americanas había cátedras de lenguas indígenas e indios que enseñaban esas lenguas. ¿Cuánto tardó eso en pasar en América del Norte? Y otra cosa: Evo Morales es un indio –un indio tonto pero indio- que es presidente de un país donde la mayoría son indios. ¿Habría pasado eso en Estados Unidos tan rubios y tan de ojos azules? Yo mismo soy sudaca, tengo cara de indio y apellidos vascos: Román, Oyarzun, Araya. ¿Eso no es mestizaje? Isabel la Católica hizo súbditos de la Corona a todos los indios, cosa que jamás hicieron los ingleses. Y claro que Colón les ofreció el proyecto a otros reyes europeos que no quisieron. ¿Hay que disculparse por eso? Nadie confiaba en los delirios de Colón. Y ya sé que los vikingos llegaron antes, pero no duraron ni una generación. Pero eso no es descubrir. Descubrir es abrir al camino para que cientos de miles vengan detrás. También hay rastros de galeras romanas frentes a las costas de Brasil, pero no por eso los romanos descubrieron América.
El artículo habla de la independencia de las naciones americanas, pero no menciona las guerras salvajes que sostuvieron entre sí los artífices de la independencia. Ni menciona las pesimistas cartas de Simón Bolívar augurando un futuro muy incierto a las naciones recién nacidas e intuyendo brillantemente las causas que motivarían su decadencia. Por supuesto que hubo excesos en la conquista de América. Todas las empresas humanas tienen luces y sombras. Pero en España, Bartolomé de las Casas pudo denunciar los excesos ante el rey y se le hizo caso. De hecho, los excesos tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XVI, principalmente. ¿Pero quién denunciaba los excesos del mundo azteca sobre los tlaxcaltecas? A Hernán Cortés le llevaban la contraria y sus capitanes se le insubordinaban ¿Quién le llevaría la contraria a un absolutista emperador azteca o inca? Un mundo bastante libre se comió a uno que no lo era. Si la Conquista la hubieran hecho franceses o ingleses, ahora la tendríamos hasta en la sopa. Pero aconteció que fueron los sucios y grasientos ibéricos quienes la hicieron. Siempre envidiados y difamados. La Conquista de América fue una tarea hermosa y desconocida de la que seguiremos hablando en próximos episodios. Para saber más: “Imperios del Mundo Atlántico” del sabio inglés John Elliot.
Pues a mi me ha molado la de líos que eran capaces de montar los Trujamanes. De hecho, voy a ver si me meto a trujamán, que tiene que ser un curro la mar de entretenido, aunque cansado. De hecho, ya me veo con un traje ajustado, marcando paquete y con banderas de todos los países. Una capa con el logo de la ONU y una gran T, que a la vez sería la de mi identidad secreta como Tobias, el alter ego del gran TRUJAMAN!
T
p.s: Dios, estoy pasado...
Serías el Capitán Trujamán súper dotado y librando al mundo de los malentendidos. Cada vez que hubiera un desencuentro entre países acudirías tú volando con tu capa y tu ingle poderosa a desfacer tuertos cual moderno don Quijote finés. La leche.
Así se habla,JP, sí señor. Es una lástima que no te pueda llevar la contraria porque estoy de acuerdo contigo, qué pena...
Eso sí, lo de la Ingle Poderosa de súper T me ha dejado desconcertada, ¿me lo podéis explicar alguno de los dos?, ¿se trata de algún poder sobrehumano quizás?, ¿algo digno de conocer?, ¿o es algún tipo de publicidad subliminal?
Tobías tiene una ingle descomunal. Tras esa apariencia de mancebo modosito, tras esa abigarrada mezcla de sangres -alemana, castellana, finlandesa- late un corazón latino -cual Bisbal- que socava el alma de las mujeres con las que se cruza. Es un socavador de entrañas. Ni te imaginas cuánto.
mmmmmm...vaya con Tobías..se me ocurren algunos comentarios sobre su capacidad taladradora que no escribiré por prudencia.
Hoy llueve por aquí.Tengo cierta resaca de la noche de ayer y mi nevera sigue vacía, así que saldré a comer unos huevos fritos con patatas a ver si se me pasa.
Por cierto, esta semana estaré por Madrid, ¿me recomendáis algo interesante que hacer por allí?. Algo que no sea tomar copas por favor...
besitossss
EXCESO, LEÑE, Tengo que hacer un curso de mecanografía.
Pues claro Quique: si los aztecas no hubieran sido tan políticamente incorrectos de comerse a los tlaxcaltecas, éstos no se habrían aliado con los españoles ni habrian matado con gusto a sus compatriotas. Además, como intenté mostrar en una glosa anterior, había una superioridad tecnológica y estratégica aplastante: acero toledano, mastines y cañones. http://juanpabloarenas.blogspot.com/2008/06/tenochtitln.html y lo mismo puede decirse de Pizarro. Ambos imperios eran imperios con pies barro. Y del oro de Hispania tengo yo una revista de arqueología para llorar y hacernos las víctimas durante 100 años.
El Lady Pepas, ¿no era ese el garito del bigotudo y anacrónico Isaac? Qué recuerdos. Seguro que aún sigue ahí. Qué hambre feroz había a esas horas. Cómo entraba de bien ese papeo.
Un abrazo, camaradas.
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