11 de diciembre de 2010

El reno innecesario


Dicen que Sarah Palin ha matado un reno a disparos. Muchos se escandalizan.

Yo supe de la noticia cuando estaba comiéndome un cuarto de cochinillo en el precioso pueblo de Burgo de Osma. La camarera nos trajo el cochinillo y lo descuartizó con suma habilidad. A cucharazos. También puede usarse un plato. 36 euros un cuarto de cochinillo, más un entrante de morcilla y un platito de alubias y garbanzos con bacalao. En total fueron 62 euros prescindibles. Mientras, el telediario mostraba a Sarah Palin matando un reno. Muchas personas de mi alrededor comían cochinillo descuartizado. Mojaban pan en el caldo e hinchaban sus carrillos de viandas. Hacían incluso bromas con el rabito carbonizado del cochinillo. Un niño jugó con el rabito enroscado y calcinado.



Les pareció repugnante que Sarah Palin matase un reno a disparos. Les pareció inhumano. Lo dijeron los mismos humanos que seguían deglutiendo el cochinillo muerto. Los huesos descarnados se quedaron sobre el plato de greda y la gente aún comentaba sobre el pobre reno muerto de Sarah Palin. Pobre reno, decían.

Nadie recitó una oda al cochinillo muerto. Tampoco hubo rezos o rituales por el alma del cochinillo muerto. El cochinillo ya comenzaba a ser pasto de las enzimas, cuando las lamentaciones por el reno de Sarah Palin seguían.

Se les escapó algún regüeldo. Hubo felicitaciones por el sublime arte con que se había cocinado el cadáver del cochinillo. Hubo petición de tarjetas del restaurante a fin de volver. Se lo recomendaré a mi cuñado y a mi primo, decían.

Los huesos del cochinillo bajaron al tarro de la basura y el reno de Sarah Palin subió a los altares. Siempre ha habido clases.

Dicen que es moral matar por necesidad, pero inmoral matar por placer. Ergo, el placer no puede involucrar la muerte de un animal. Pero yo puedo vivir sin cochinillo. Ellos podrían vivir sin cochinillo. Podríamos vivir sin matar animales. Solo con pan y agua. El cochinillo es un adorno burgués innecesario. También los coches, el agua caliente y las calefacciones. Podríamos vivir sin todas esas verrugas burguesas. No parece clara la barrera que separa el consumismo de lo necesario. Yo tiendo a pensar que todo lo que consumo es porque lo necesito. No consumo piolets de alpinista, ruedas de camión, fajas, tijeras podadoras, un Velázquez o aceleradores de partículas. La socialdemocracia repite mucho el mantra del consumismo. 

Nunca he sabido bien a qué se referían con eso, porque los propios socialdemócratas consumen mucho también. Y aunque son adalides de lo público, recurren a lo privado en cuanto pueden. Y alquilan sanidad privada, contratan pensiones privadas y mandan a sus hijos a colegios privados. Como el señor José Montilla que promovió la inmersión lingüística en catalán pero luego mandaba a sus hijas a un liceo alemán donde solo estudiaban una hora de catalán. Pero nunca dirán que su consumo es en demasía. El consumismo es siempre de otros. 

El consumismo y matar por placer señalan placeres innecesarios. Dicen que quien hace sufrir a un animal es otro animal. Por eso dicen no a los toros. El toro sufre y es mejor extinguirlo a que sufra.

O es un asunto visual. Parece que es la visión del animal muerto lo que acongoja. Es el rifle y su ruido. Como si casi percibiéramos el olor a pólvora. Y el animal que cae desangrándose con un último hálito de vida. 

La muerte ha de ser circunscrita a lugares habilitados. Los mataderos. Yo no habría sido capaz de matar el cochinillo que me comí. Seguro que ninguno de los restantes. Se nos ha roto el vínculo occidental que nos unía con quienes mataban para comer el cadáver aún caliente. Por lo tanto, parece que es un asunto de pudor. Quiero muerte en mi plato, pero no quiero matarla yo. Y si se mata por placer está mal. Los masai se beben la sangre caliente de sus animales. Y viven muchos años.




Los animales matan solamente por hambre. Eso reza el mantra ecologista. Pero no es cierto. También matan por causas que los etólogos se afanan en descubrir. Los chimpancés van a la guerra. Y luego se les quieren dar derechos humanos con el Proyecto Gran Simio. No parece muy lógico darles derechos humanos. Ya que los simios no son humanos y no tienen deberes ni responsabilidades. Un simio no puede ir a la cárcel por matar. Aunque, si admitimos que van a la guerra, podríamos admitir que la guerra los humaniza y que deberían tener derechos humanos o simiescos.

Un león ingrato mató a la naturalista que tanto hizo por defender a los leones. A pesar de la humanización de los animales, los animales matan. Y muchos animales matan a sus crías, solamente para evitar la competencia. Es decir: se prueba que los animales matan y no solamente por hambre.

Parece que el rechazo también proviene del dolor de los animales. El humano siente empatía –se conmueve ante sentimientos ajenos- y cree que el reno o el toro son criaturas débiles maltratadas por la maldad humana. Y que sienten dolor.

El dolor se ha convertido en asunto moral. El dolor es una respuesta física a una posible amenaza. Yo quito la mano del fuego porque siento dolor. El dolor me avisa. Pero si me anestesian, no sentiré dolor. Si estoy civilizado, también quitaré la mano. No queda claro si los animales sienten dolor. El toro vuelve y embiste a pesar del puyazo del picador. Dirán que el instinto vence su dolor. O quizá el toro no percibe el mundo como nosotros y considera que la vida es ser toro. Y el toro embiste.



Parece que el dolor no nos quita la condición de humanos. Quienes están en contra de la pena de muerte no consideran que anestesiar al condenado antes de matarlo sea bastante. Y si me cortan un miembro, sigo sintiendo dolor aunque no lo tenga. Es lo que se llama el miembro fantasma. Esto lo ha estudiado el neurólogo Ramachandran, quien también dice que muchos animales no sienten dolor. O no sienten dolor humano.

Si el dolor es la causa básica, bastaría con anestesiar al reno y al toro para que su caza y su lidia fueran aceptables. Podríamos tener lidia con toros intervenidos neurológicamente. Y un reno instruido en que morirá igual, aunque no lo mate Sarah Palin.

Parece que lo obsceno es la retransmisión de la muerte. Que un comentarista narre la muerte, como si narrase un partido de fútbol. Que se contemple la muerte y que haya quien disfrute con ello. Parece que la raíz es que hay humanos que se llenan de cólera cuando ven a otros humanos no escandalizarse con la lidia o la caza. Porque lo natural es conmoverse con el sufrimiento del animal que no ha sido muerto en el lugar circunscrito. El matadero. Lo normal y natural. Igual de natural y normal que creer en Dios en el siglo XVI.  


4 comentarios:

Tobias dijo...

Qué rico el cochinillo. Voy a ver si me paso por algún sitio de esos con la chorba estas navidades, que es vegetariana, jaajja. Acerca de lo de la Palin, paridas de políticos. No cazaba el Juancar osos en Rusia? De hecho, la Palin se debe estar arrepintiendo de ese video, si es un poco inteligente, porque probablemente para fidelizar a 10 votantes se ponga a 100 en contra, es lo que tiene que mayoritariamente se piense de una manera.
En una cosa no coincido plenamente: parece que llegas a sugerir que los animales no sienten el dolor, al menos como nosotros. Yo creo que si coges a cualquier perro y con una navaja le haces un corte se pondrá a aullar de dolor. No creo que se lo invente. Si es igual de intenso que el nuestro, no lo se, pero no tengo lugar a duda de que es dolor y de que no le gusta. Por qué hacérselo entonces?
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Esto del dolor es una cosa de los neurólogos como Ramachamandran, que es quien lo dice. Yo también he pisado a mi perro y grita.

Pero el asunto de matar por placer o aburrimiento es una discusión interesante.

Decía hace unos días Fernando Savater que, si tuviéramos que empezar a comer animales con nuestra moral del siglo XXI, no lo haríamos. Nuestro espanto occidental ante cualquier gota de sangre lo impediría.

Yo creo que tiene mucha razón. El pudor occidental es apasionante. La lista de cosas que le producen grima se incrementa a diario.

JP.

Anónimo dijo...

Yo te agarraria a ti la bolas con una tenaza por el experimento de saber si neurologicamente sientes dolor.

Anónimo dijo...

Pues a mí,como no me parece bien ni lo del cochinillo ni lo del reno,no mato a ninguno de los dos.Tú podrías hacer lo mismo. Es más fácil eso que andarte justificando en las incoherencias de discurso de los demás(que las hay).Te recomiendo que te fijes también de vez en cuando en la gente que SÍ obra de acuerdo a sus principios y dedica a luchar por ellos gran parte de su tiempo y esfuerzo.A propósito de lo del consumismo,es muy fácil justificarlo todo señalando el doble discurso socialdemócrata(que realmente existe).Otros preferimos informarnos de lo que hay detrás de lo que consumimos y obrar en consecuencia.Salud