26 de enero de 2011

Atlantis



Uno de los aspectos más tediosos de la socialdemocracia es su eterno pesimismo. Un socialdemócrata que se precie de serlo siempre está triste y compungido. Siempre ve a la Humanidad abocada a la destrucción. Además, se suele sentir atrapado en un mundo que no le gusta. A veces casi lo detesta. Al mundo.


Tiene altas dosis de culpa que es un rasgo muy definitorio del buen socialdemócrata. Como es occidental porque no le queda más remedio, se siente culpable y convencido de haber corrompido y ensuciado al resto del mundo. El socialdemócrata es un sufriente agónico que vive atrapado en un mundo del que abjura y al que le quedan unos pocos años o minutos para autodestruirse. Cualquier avance le parece una muestra de capitalismo salvaje. La socialdemocracia gusta mucho de los prefijos y los adjetivos atronadores. La socialdemocracia crea sintagmas como "capitalismo salvaje", "ultraliberal", "neoliberal". Prefiere etiquetar que combatir ideas. Desprestigiar ad hominem siempre es más sencillo que escribir un libro. También podría hablarse de "socialdemocracia salvaje" o  de "neoprogre". Sería divertido.


Y decíamos que a la socialdemocracia no le gustan los cambios. Avanzar siempre es un cambio y nunca se sabe qué se puede encontrar más allá. Pero la Humanidad ha avanzado así: sin saber qué había detrás. A pesar de considerarse progresistas los socialdemócratas son conservadores. Nada más conservador que el ecologismo: esa nueva doctrina que está siempre en contra de los avances. Tampoco le gusta al socialdemócrata la libertad individual y suele delegar en el Estado para que cuide de él. Miedo a la libertad y miedo a los cambios. El socialdemócrata se jacta con tanta fuerza de haberse liberado de Dios, para luego entregarse tan complacido en el regazo del Estado. Es un cambio de tutelas.


Yo no soy socialdemócrata -entre otras razones- porque no soy un pesimista crónico. Estoy enamorado de la Humanidad. A pesar del hambre y las guerras, veo avances, libertad, sonrisas, atardeceres, vacunas, aviones... Un inmenso ramo de elementos tangibles e intangibles que continuamente me enamoran de la Humanidad.


Constantemente tengo la sensación de que un socialdemócrata no se emociona cuando le hablan de nanotecnología. Solo se emociona si viaja a Calcuta o a Zambia. Solo el primitivismo lo emociona. Esa perenne añoranza del Paleolítico. Si va a Zambia y ve a un señor golpeando dos palos, se emociona, se estremece y le hace fotos. Si yo salgo de mi casa, me siento en el suelo y golpeo dos palos no soy más que un idiota. En Zambia es cultura. En España es un tío tonto que golpea dos palos. Ay, ese éxtasis por el hombre primitivo. Ese arrobo por el sílex.


Adoro internet porque me permite cotillear en la página de la NASA y piratearles este precioso vídeo en alta definición. Ya sé que no es tan excitante como un masai saltando sobre sus piernas, pero a mí me emociona este derroche de inteligencia en que se convierte cualquier lanzamiento de una nave espacial. Miles de cerebros que trabajan y piensan de forma individual y colectiva. Miles de personas que se dejaron las pestañas para llegar a ser los mejores. Esa cualidad tan hermosa y tan denostada por la socialdemocracia que es el esfuerzo individual. Querer ser el mejor. Ser el mejor en lo tuyo. Cómo habría llorado, si mi amigo Tobías hubiera podido llegar a ser astronauta. Habría sido su mayor fan. Habría hecho imprimir camisetas y banderitas.


Estos transbordadores espaciales pasarán pronto al olvido. La NASA los jubila porque están viejos. Creo que los transbordadores siguen usando los vetustos procesadores 386. El 28 de enero se cumplen 25 años del desastre del Challenger que estalló delante de nuestros ojos. Esos astronautas me emocionan de igual modo que me emociona pensar en gente como Magallanes o Elcano. Aquellos marinos se subían a cascarones frágiles y se lanzaban a la aventura. Y estos astronautas se suben a cascarones y se sientan encima de millones de litros de combustible. A pesar de todo el control tecnológico que los monitoriza, hay miles de variables que pueden fallar y hacer que todo se vaya al garete.


Las carabelas de Colón eran ya en su época un barco viejo y pasado de moda. Al igual que los transbordadores espaciales hoy.


Intenten aguantar los 7 minutos y 33 segundos que dura el vídeo. Merece la pena, si es que están tan enamorados de esta vieja Humanidad como lo estoy yo. Seguro que Elcano habría hecho buenas migas con cualquiera de estos marineros del espacio... 




15 comentarios:

Tobias dijo...

Mira, uno de "izquierdas" que tiene algunos puntos de vista similares a los tuyos.
http://www.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/2010/08/una-de-fantasmas/
Será que hay más que la simple división izquiera-derecha y el sufijo 'centro' para descafeinar?
A ver si nosotros llegamos a los vuelos espaciales lou-cos y nos damos alguna vez un paseo espacial!
Dúrenos la salud :)
T

Isabel dijo...

Irónico y fiel retrato del socialdemócrata de nuestros dias, o del "progresismo salvaje" que nos invade; y yo añadiría: convencido de que tiene razón y la historia se la dará, o algo por el estilo.
Precioso vídeo.

Juan Pablo Arenas dijo...

Isabel: gracias por los piropos. Es cierto que hay socialdemocracia salvaje, convencida de la supremacía de su razón y convencida de que los sectarios siempre son los otros.

Tobías: Yo creo que una de las raíces del mal son las ideologías.

La ideología pretende explicar el mundo en un folio y siempre asegura que hay un final paradisíaco al final del camino. Lo cual es mentira cochina, porque, aparte del nirvana budista, no hay felicidades plenas sino búsquedas constantes e imperfectas de situaciones más o menos ideales.

La ideología es la negación de la razón. Quien está empapado de ideología ya no piensa, sino que lo analiza todo en función de cuatro postulados asimilados previamente. Alguien muy ideologizado lo ha arreglado todo en media hora y en 3 líneas. Es la versión algo más elaborada del taxista bruto que, en 15 minutos, le ha cortado los huevos a medio planeta.

Yo hace mucho que me oriento hacia el liberalismo (en el sentido anglosajón de "libertarianism") que nunca es un fin, sino un camino perenne. Además, hace mucho que los tíos listos como tú y como yo nos dimos cuenta de que los problemas difíciles nunca tienen soluciones fáciles, como sí sueñan los ideologizados.


En cuanto a Rafael Reig, lo conozco por sus críticas literarias con las que nunca suelo coincidir, jaja. Además, se mete mucho con mi amado Reverte. :-)

JP.

Ángel dijo...

Hola. Mientras oigo por la radio los ires y venires del asunto de la jubilación (un galimatías ya, que no va a entender ni Dios, 67 pero 65 años en otros casos, 38 años y medio de cotización en unos casos, 37 ó 25 en otros), veo la alusión a Rafael Reig. El tío me parece un bocas, que una vez acierta y cinco marra el tiro. Pero tal como está la vidilla cultural, algún desbocarrao de estos viene bien... aunque no se coincida del todo con lo que dice.

Ángel

P. D.: Por si alguien no se ha dado cuenta, el temilla de la jubilación y las pensiones enlaza también, en gran medida, con el de la socialdemocracia... Pero ya seguiremos...

Tobias dijo...

Coincido con vosotros en eso de que Reig falla más que una escopeta de feria, pero en ese artículo tiene toda la razón: Somos responsables de nuestra diversión (y yo añado también de todo lo demás). Y yo creo que se mete con Reverte porque Reverte le ignora, jajaja.
Igual no conozco bien la definición de ideología, pero yo creo que las ideologías pueden estar bien pensadas y meditadas. Somos las personas con nuestra tendencia o necesidad de reducir la complejidad para entender las que luego las reducimos a un folio. En una sociedad decente, los que propugnan una ideología serían los que realmente saben de ella, y no unos trepas que lo que quieren es meterse a currar en el ayuntamiento. Igual que el que te opera de hemorroides abdominales sabe bastante bien lo que hace, porque si no no confiarías en él.
Precioso video.
Besitos.
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Tobías:
Te copio lo que venía a decir un francés liberal que era Jean François Revel. Venía a definir la ideología como "la forma moderna de lo que los clásicos llamaban superstición. Es decir, la suplantación del conocimiento por algo que no es más que la proyección de un deseo". Luego decía que la ideología es una excusa perfecta para que nuestro sistema de pensamiento sea lo más incoherente posible.

Eso explicaría que un socialdemócrata se afile los dientes criticando al carnicero Pinochet y luego disculpe y mitigue al carnicero Fidel Castro.
Revel decía que era difícil vivir sin ideología porque eso significaba tener que enfrentarte a problemas mediante el uso del conocimiento. Y claro, eso cansa más que pensar. La ideología es un catecismo que te exonera de cavilar. No hace falta que pienses cómo debes actuar: basta con seguir los mandamientos del catecismo.

El caso de Fidel Castro es un caso único porque ha sido amado por gente de los rincones más diversos. Les caía bien a los falangistas y a un señor como Manuel Fraga. Por su necio antiamericanismo. Y la adoración socialdemócrata por Castro es sabida.

Y te pego lo que decía Louis Althusser, "la ideología es una representación de la relación imaginaria de las personas con sus condiciones reales de existencia. Mediante la ideología se consigue que se produzca una aceptación donde, si hubiera conocimiento, habría rechazo. Es una cesión a la ilusión. Es fracasar en el conocimiento porque las cosas no se analizan por sí mismas, sino con el filtro de la ideología"

La ideología siempre tiene un fin, un paraíso alcanzable. En cambio, el conocimiento es un camino sin meta.

¿Cómo explicar de otro modo el infantilismo en el que cree firmemente nuestro presidente del Gobierno?

Ángel: Yo como autónomo observo anonadado los vaivenes de las jubilaciones. Yo creo que jamás me podré jubilar y hay quien se queja por trabajar dos años más. Es de coña gaditana.

Ángel dijo...

Hombre, por fin me encuentro con alguien que piensa lo mismo que yo en materia de jubilación... Dos años más no creo que, hoy por hoy, supongan ningún trauma. Con las excepciones del caso, que hoy ya las hay, por cierto (y no todas tienen por qué ser para rebajar la edad límite). Me parece que esa sería la forma más sencilla y menos maliciosa de abordar esto. Sin trampa ni cartón. Intentando, además, que no se abuse (como hoy sucede) de anticipadas, prejubilaciones, etc., etc.

Ángel dijo...

Ah, y Tobías, estoy contigo. Esta vez lleva la razón Reig. Me parece de sentido común, pero claro, esto del sentido común no es hoy muy común...

Juan Pablo Arenas dijo...

Ángel:

Yo me petrifico cuando escucho a un mocetón recio de 20 añazos agobiarse porque va a tener que currar dos años más. Ni siquiera ha estrenado el mercado laboral y el tío ya está pensando cuándo se va a jubilar.

Siempre creo que nos falta moral calvinista de que el trabajo enriquece y que no es una maldición. Queremos ser ricos sin pegar ni chapa.

Me gustan los valores yanquis de quiero ser rico y para eso tengo que trabajar. Al forrarme yo, se forran los demás indirectamente.

Espero que algún día deje de estar mal visto querer hacerse rico. Todo ese desprecio y mofa por quien tiene dinero, me parece una actualización del mito de Cristo expulsando mercaderes.

Llevo unos días leyendo a José Martí, Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias, Carpentier y... Madre mía qué cansino desprecio por el dinero. Siempre el mercader es el avaro despreciable. Siempre esa estúpida supuesta supremacía moral sobre el anglosajón. Siempre esa necia oposición entre el espíritu cultivado del latinoamericano y la vacuidad vulgar del basto anglosajón. Se han repetido hasta la saciedad que son mejores que sus amigos del Norte y se lo han terminado creyendo.

Mucha superioridad moral; mucho espíritu feraz y lleno de sangre greco-romana y luego muertos de envidia por querer ser como ellos.

Qué estúpida supremacía moral basada en el hambre y la pobreza. Y nada más inmoral y más indigno que pasar hambre.

Pero se seguirán sintiendo superiores.

Ángel dijo...

Jo, macho, aprovechas cualquier cosilla para llevar el ascua a tu sardina... Eso de la "moral calvinista del trabajo" me huele ya un poquito a pocho... En cuanto al ansia de enriquecerse, amiguito, me temo que está en la entraña de la crisis actual. ¿Que no? ¿De verdad que no? Anda, que los lobis no han hecho por manejar la situación... ¿Y los banqueros o financieros tramposos, qué?

Ahora, es verdad que lo del aristocratismo espiritual de la autodenominada América Latina es una cosa estomagante. Y falsa. Anda, que no le gustaba el dinero a Octavio Paz.

Juan Pablo Arenas dijo...

jajajajajaja, es que soy un sardinero.

Supongo que te refieres a las causas de la crisis. Yo veo más la crisis en la insistencia de estar llenos de órganos reguladores que se pasan la vida repartiendo cómo tiene que moverse el dinero. Tantos bancos centrales y tantos órganos de burócratas que quitan y ponen de allí. La expansión crediticia la ocasionaron los bancos centrales que se lo pasan muy bien subiendo y bajando el precio del dinero.

De todos modos, aunque el sintagma moral calvinista te suene chusco a mí me sigue pareciendo válido.

Me refiero a currar. Currar de verdad y no estar todo el día pendiente de ayudas, becas, pensiones y etc. Y te cuento un caso personal de un caballero muy allegado a mí que cobra una de las pensiones más altas y que, encima, se quiere acoger a la ley de Dependencia. Tanta ayuda y tanto paro solo consigue que la gente se instale en la idea de que siempre será el Estado quien le termine sacando las castañas del fuego. Y que la idea kennedyana de haz algo por tu país les suene a chino.

Por no hablar de los parados que prefieren cobrar el paro antes que buscar trabajo. Tengo un amigo que se toma los dos años de paro como unas vacaciones y que ya buscará trabajo cuando se le termine. Y seguro que tú conoces casos similares.

Llámalo moral calvinista o arrimamiento del hombro. Pero se puede salir de situaciones así pensando más en aportar, idear o sumar que pendiente de ayudas. Nuestra moral es la que sale en La Colmena. Ese aspirante a notario que se colocará y será un buen partido. Que inventen ellos, que hagan negocio ellos. Y luego queremos ser ricachones a tutiplén.

Es inconcebible querer ser del primer mundo cuando todo el mundo quiere ser funcionario para tener un curro fijo. Y claro que tiene que haber alguien cuya improductividad sea subvencionada. Que si profesores de universidad, que si investigadores.

Pero incluso ellos deberían rendir cuentas de su productividad. A mí me daba vergüenza ajena ver a los profesores de mi carrera que se iban al bar a dar la clase; que no tenían las notas pasadas ni el día del cierre de actas y que aprovechaban sus púlpitos para echarnos el tedioso sermón sobre su añoranza de la república, por vigésima cuarta vez. O que dedicaran las clases a hablar de la maldad de Aznar, la guerra de Iraq, cuando el tema del día tenía que haber sido Galdós.

¿Y qué crees que hacían cuando se les preguntaba sobre la situación del español en Cataluña o cosas así? Nada. Ellos no piensan. Si lo hacen los suyos es que está bien. A ver si voy a quedar yo como si fuera un facha. Esa era su profundidad de pensamiento. Lo hacen los míos y ya está. Encefalograma plano. Son funcionarios. Ellos están para cobrar y no meterse en líos con la ideología única.

A eso me refiero. A esa mentalidad acomodaticia de no sentir el aliento de la competencia en tu cuello, sino ver el funcionariado como el comienzo de tus vacaciones eternas. En lugar de sentirse un privilegiado y ganarse el puesto, lo convierten en vacaciones.

Y como colofón un botón. El caballero Julio Rodríguez-Puértolas. Comunista acérrimo él. Odiador profesional él. Autor de una historia de la literarura fascista que es igual a un índice de libros prohibidos. Autor de la doctrina de que el Mío Cid es un libro anticatalán. Aprovechador incansable de momentos para adoctrinar a sus perro-flauta en la maldad del capital. Pues él, que sospechosamente siempre aprobaba a quien asistía a sus Jornadas sobre la República, se negaba a dar clase los viernes porque tenía que irse a su chalet de la playa. Él. El comunista hasta el meollo. Se negaba a currar los viernes. ¿Pasaba algo? Nada de nada.

A eso me refiero. A pensar en producir y no en cobrar o jubilarte.

Jopé, qué rollo te he echado, jajaja.

Ángel dijo...

Sí, veo que te has explayado. Ya te adelantaba yo cuál es mi opinión sobre Octavio Paz y otros. También a García Márquez supongo que le gusta vivir bien, y le gustan las perricas, etc. En ese mismo carro puede meterse, sin riesgo de equivocación, a muchos otros. Hace unos años se produjo un caso de (me pareció a mí) desfachatez completa protagonizada por Agustín García Calvo. Peorcico que lo que dices tú de Puértolas. Salió en los diarios, así que se podría buscar (no lo resumo de memoria por si me equivoco).

En cuanto a lo que me cuentas de los profesores universitarios tuyos... Chico, de todo habrá. Desde luego, casos semejantes yo no conozco (o tan apenas conozco), me refiero en particular a lo de pontificar sobre lo que uno quiere, en cuestiones políticas, por ejemplo, o simplemente perder el tiempo en una clase y en otra porque sí.

En cuanto a tus trabajadorcísimos calvinistas... En fin... Repito que el mundo financiero hamostrado ser una cloaca. Pura especulación pensando en el beneficio personal, fíjate bien lo que te digo, personal, individual, de casta como mucho. O sea, que ni siquiera se pensaba en "el banco", "la corporación" o "los accionistas". Por supuesto, no en los "impositores". No. Se pensaba en uno mismo, en unos pocos amigos o socios de correrías especulativas. Se utilizaban sistemas piramidales, y no en Portugal o Albania, no: en los USA, en los USA... ¿Es esa tu "moral calvinista"? Vamos, vamos, vamos...

Tobias dijo...

Gracias por la definición/explicación de ideología. Aquí he de coincidir en parte con Ángel y su actitud crítica hacia el calvinismo anglosajón. No estarás 'ideologizando' con él? Creo que la cultura del calvinismo anglosajón trabajador funcionaba hasta que algunos se dieron cuenta de que el dios de Calvino Klein eran los padres. Estos frescos no se quisieron dar cuenta de que los padres lo habían inventado para que todos estuvieran mejor.y ahorrarse una pasta en policía.

Viviendo en un país en el que papá estado está muy presente en la vida de la gente, creo que el modelo USA es el que te da mejor resultado económico cuando inviertes mucho trabajo. Pero por qué tiene que ser el forrarse el mayor objetivo de una persona? No puede alguien ser feliz con un trabajo que le apasione y le de tiempo a vivir la familia por ejemplo? Creo que en España no se contempla esta alternativa. Hay que hacer mucho dinero para ser feliz (y quizás que lo quemen algún día nuestros hijos). Para las alternativas al forring, el modelo USA no es el mejor a mi parecer. Y tampoco para fomentar ocupaciones que no sean rentables desde el punto de vista económico, hoy en día mirando sobre todo hacia la cultura y las letras. Qué beneficio económico puede dar descifrar jeroglíficos?
Sí, de USA vienen Microsoft y Apple. Pero mira, el otro día decían en las noticias que el mayor banco de China había abierto una sucursal en Madrid. Crees que China es un país en el que el individuo trabajador y emprendedor llega a destacar y crear una empresa puntera? O son los timoneles de esos gigantes más bien tíos que se han sabido aprovechar de su posición y de la gran cantidad de pasta que significa que un 'pueblo' allí tenga un millón de habitantes?
Gracias a Calvin no todo es blanco y negro y podemos verter aquí nuestras pajas mentales. Feliz fin de semana!
T

Ángel dijo...

OK, Tobías.

Aludes a la práctica del forring en España. Yo lo hacía al forring estadounidense, o mejor anglosajón en general (ya que a los anglosajones me parece que se refería explícitamente Oyarzun). Aunque no al de todos, claro está, sino al de muchos banqueros, bolsistas, etc.
Pero estoy totalmente conforme en que lo del forring (qué hallazgo de palabra) se puede hacer extensivo a nuestros lares, por supuesto.

Juan Pablo Arenas dijo...

Amigos míos:

Les contesto en una nueva entrada de esta digitácora.

Perdonen la extensión.