13 de enero de 2008

Olivos


No creo que ninguno de nosotros lo haga con mucha ceremonia. Si nos apetece meternos entre pecho y espalda un par de huevos fritos, agarramos la botella, echamos a la sartén y, hala, huevos fritos con o sin puntilla. Cada cual escoge. Pero quizá deberíamos empezar a pensar en lo que hay detrás de esa botella de aceite de oliva. En esa botella que yace junto a arroces, frijoles, albahaca -bellísima palabra- y latas de atún hay historia. E historia de la buena.

Porque Jesús de Nazaret, Justiniano, Séneca, Pompeyo, Aníbal, San Agustín, Escipión y el gran Alejandro aliñarían sus platos, fueran más frugales u opíparos, con aceite de oliva. Pensad en esas galeras romanas en cuya panza iban cientos de ánforas cargadas con buen aceite de oliva de Hispania. Dicen que en la Bética, lo que hoy es Andalucía y parte de Extremadura, se cosechaba el mejor aceite del Imperio. Según Estrabón, que tenía buenas fuentes pero nunca estuvo en Hispania, el mejor aceite de oliva era el hispano. El africano lo usaban para las lámparas y el itálico en la elaboración de perfumes.

Llegaba tanto aceite de Hispania que al sur de Roma se erigió el Monte Testaccio o Testacho como lo mentó Cervantes. Este monte se hizo con los restos de ánforas que venían de la Bética. Se cree que hasta 26 millones de ánforas se acumularon formando ese monte. La economía mandaba -entonces y ahora- y salía más barato romperlas que lavarlas y enviarlas de vuelta. Es decir: era un vertedero de aceitosas e históricas ánforas.

No creo que sea casualidad que los anglosajones y otros pueblos bárbaros -sin nuestro latín seguirían siendo bárbaros- sigan cocinando con hedionda manteca y otras grasas fétidas.
Sentíos parte de todo aquello cuando os hagáis unos huevos fritos o aderecéis una ensalada. Pensad en esos abnegados navegantes que cruzaban nuestro Mediterráneo. Pensad en la ramita de olivo de Atenea y en los santos óleos cristianos y en el rey ungido sobre cuya frente se derramaba aceite de oliva, cuando veais un hermoso y antiquísimo olivo.

3 comentarios:

Tobias dijo...

Jajaja, hoy he cenado en casa de 'bárbaros.' He ayudado a freír la cena y me he topado con otro aceite de gran renombre en España, aunque más reciente: el aceite de colza. Espero que este no esté tuneado, aunque por lo menos he aumentado los escapes.
El de oliva está bien guardado en mi armario. El bueno, de lata de España para las ensaladas. Igual me hago unos huevos fritos de esos un día de estos, sólo porque se me ha hecho la boca agua al leerte y el otro día se los vi hacer a un amigo. Me permitiré tal derroche.
Para las frituras normales, aceite de oliva del Lidl, que me imagino que vendrá de donde sea más barato. Hace unos 10 años igual era España, pero ahora seguro que no.
Oye, ponte un registrador de visitas de esos en la página, para ver desde dónde te visitan. Yo uso http://mapstats.blogflux.com/ y parte bastante. También http://www.clustrmaps.com/ pero después de un tiempo no refresca muy frecuentemente.
Buena semana!
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Nada como unos huevos fritos con chorizo. No creo que haya manjar más suculento en el mundo. Que se dejen de langostas en salsa de pepino, de ciervo trufado con virutas de remolacha y lenguas de alondra con guarnicion de chicle de menta. Dadme unos huevos fritos, pardiez, que no hallo yo placer mayor. Viva Sancho Panza.

Tobias dijo...

Acabo de comerme los huevos (de gallina, fritos), al aceite de oliva como prometí ayer. Cosa sublime, sobre todo después de un tiempo de carencia. Iba a pedirte que comentases la entrevista de la última página de el mundo del sábado, pero no está online, así que nada, te ahorras un par de arcadas.
Abracetes!
T