9 de enero de 2008

Jarretes



Esta foto es de la Puerta del Sol hace 200 años. La misma que hoy está llena de lucecitas, de ruido, de carteristas, de alguaciles, de turistas, de taxis, de chaperos, de trileros y de chicas hermosas. 

Impresiona de esta foto hecha por Goya el paisano que acuchilla con toda la saña de la que es capaz al mameluco derribado de su montura. Lo ha derribado el que está a su derecha: el paisano que le corta los jarretes al caballo a fin de que caiga al suelo. Al tío que acuchilla al mameluco no le impresiona ni su bombacho ni su turbante. Quizá uno de esos moros asaeteados era Mustafá, héroe de Austerlitz y condecorado por Napoleón en persona. Venía de humillar a los prusianos y a punto estuvo de capturar al zar ruso. Pero el destino le tenía reservado un final más vulgar e inesperado. Sus mamelucos y él venían a galope tendido desde lo que hoy es el Congreso de los Diputados, subieron por la Carrera de San Jerónimo y entraron rabiosos de cólera a la Puerta del Sol. 

Se toparon con una muchedumbre que blandía tijeras, palos, azadas y, sobre todo, navajas. De dos palmos y hechas en Albacete, como mandaban los cánones. La gente se tiraba a las patas de los caballos para que tropezasen. Los más hábiles les cortaban los tendones de las patas o les sacaban las tripas. Lo que fuera con tal de derribarlos. Y tras el equino caía su jinete. A Mustafá, héroe de Austerlitz, lo debieron de degollar entre varios madrileños coléricos por la zona donde hoy está el intercambiador. Nadie se fijó en sus galones ni en sus medallas. Solo vieron carne gabacha y a por él que fueron.

Aunque hubo muertes por doquier, Murat, el gran duque de Berg, se concentró en dos sitios. El primer patíbulo estaba donde hoy se levanta el Hotel Ritz. El segundo, justo en Plaza España. De este segundo patíbulo Goya haría una conmovedora foto con "Los fusilamientos de la montaña de Príncipe Pío". Por justicias del destino, Murat murió fusilado 7 años después. Era tan coqueto el amigo -siempre iba con sus plumas, sus pendientes, sus casacas relucientes y su pantalón con el paquete bien marcado- que pidió que no le apuntasen a la cara. Coqueto hasta la muerte.

2 comentarios:

Tobias dijo...

Yuhuuu!! Por fin, JP! Al final no conseguimos vernos, pero continuamos por aquí las visitas. Tengo viaje de curro al centro de los Gabachos hasta el sábado. Dame más material para mirarles como se merecen, jajaja.
Un abrazo!
T

Juan Pablo Arenas dijo...

jajaja, somos seres del siglo XXI. No nos vemos en persona pero sí que coincidimos por aquí aporreando el castañeteante teclado. Jajajaja. Ya le daré caña al gabacho.