17 de julio de 2008

Arrodilladas


Tiene lugar en Madrid estos días la Conferencia Mundial del Diálogo promovida por el rey Abdalá de Arabia Saudí. Al parecer se hace en Madrid porque en Arabia Saudí está prohibida cualquier práctica religiosa que no sea musulmana. Arabia Saudí es un país donde los judíos no pueden entrar en la Meca, porque lo tienen prohibido y, durante el Ramadán, fumar, comer o beber en público es delito de cárcel para los saudíes o expulsión directa para los extranjeros. Uno de los asistentes es William Baker un curioso personaje que fue del Ku Klux Klan y que se relaciona con organizaciones integristas islámicas de Florida. ¿Un nazi llevándose bien con un islamista radical? Están locos estos romanos, que diría Obélix. En fin: todo muy tolerante y moderado.

La conferencia no ha sido hecha a escondidas, pues la han inaugurado el Presidente Zapatero y el Rey. También acude el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, quien considera que algunos elementos de la doctrina cristiana son ofensivos para los musulmanes. No especifica qué elementos son los ofensivos. Ni tampoco dice los elementos del Islam que son ofensivos para el Cristianismo. En Arabia Saudí las mujeres no pueden viajar sin permiso paterno o conyugal, tampoco presentarse ante cualquier autoridad estatal sin estar acompañadas por un hombre o conducir un vehículo. Pero estas nimias e ínfimas cuestiones no se tocarán en la reunión. El monarca Abdalá sostiene que el Islam es la religión de la moderación, la ponderación y la tolerancia y aboga también por un diálogo constructivo entre los seguidores de las religiones. Supongo que empezarán por dar a los cristianos del mundo musulmán las mismas facilidades para construir iglesias que los musulmanes tienen en el mundo occidental para hacer mezquitas.
En Sevilla se erigirá una tras un acuerdo entre el Gobierno municipal y la Comunidad Islámica para construirla en la Avenida Carlos III, en la Cartuja, donde estaba la Expo 92, que no cuenta con el visto bueno de los empresarios de Cartuja 93 ni de la dirección del parque tecnológico. Esta ubicación la consideran inapropiada. Y parece que en la Conferencia no se hablará del velo islámico y menos después de que la vicepresidenta Fernández de la Vega dijera que el Gobierno respetaba mucho el velo islámico. Polisémico y confuso el verbo respetar. Como siempre, nunca dejarán de asombrarme aquellos que quieren para los demás lo que no quieren para sí mismos. ¿O dejaría la vicepresidenta, tan avanzada y feminista, que su hija se casara con un musulmán y se pusiera un burka o un chador?

El siguiente artículo está escrito por Rosa Montero, quien lleva 30 años trabajando para El País –por lo tanto, nada sospechosa de ser fascista- en el que se ve las piruetas ideológicas que lleva a cabo la izquierda –sobre todo la española- para justificar y acercarse a doctrinas tan poco amigas de la libertad como son el nacionalismo y el islamismo. Quizá como un modo desesperado de buscar proletarios que llenen de votos sus urnas, sin darse cuenta de la ideología profundamente tiránica y contraria a la libertad que supuran los inspiradores y practicantes de estas corrientes. El artículo habla de mujeres arrodilladas, como las deliciosas hermosuras cuya foto podéis admirar y que lo pasarían muy mal en un país islámico. Como decían Siniestro Total: “Ayatola, no me toques la pirola”.


El 10 de enero de 1979, Francia padecía una terrible ola de frío. Estaba todo nevado y las radios lanzaban llamamientos para que no se utilizaran los coches. La cita era con el imán Jomeini, que vivía los últimos días de su exilio, antes de tomar el poder en Irán, en Neauphle le Château, a unos 70 kilómetros de París.El sha estaba a punto de rendirse y de abandonar el país, y la corte volante de Jomeini, el líder chiíta que había encabezado la revolución, se apiñaba en dos pequeños chalets medio enterrados en la nieve crujiente. Una de las casas era la residencia del imán; la otra, más grande, acogía a la variada tropa de políticos, clérigos, ayudantes, ministeriables y rendidos admiradores de Jomeini. Había comenzado ya la cuenta atrás para la toma de Irán y todos querían estar junto al ayatola, porque ese viejo de rostro sombrío, cejas enredadas y expresión de trueno encarnaba en ese momento todo el poder de su atribulado país. Y ya se sabe que el poder atrae tanto a los humanos como el estiércol a las moscas.Cinco veces al día salía el imán de su retiro, cruzaba la carretera y entraba en el chalet comunal a dirigir los rezos. Eran los únicos momentos en los que sus seguidores podían verlo y lo esperaban transidos de emoción durante horas, en la gélida intemperie, con los pies pegados ya a la costra de hielo. Estos eran los creyentes, los fieles silenciosos y anónimos. Pero además, y sobre todo, en Neauphle le Château se conspiraba, se constituían consejos revolucionarios provisionales, se buscaban alianzas. El mundo entero contemplaba con atención este pequeño pueblo. Con atención y, dejémoslo claro, con indudable simpatía, sobre todo entre la izquierda. El razonamiento al uso era el siguiente: el sha es un tirano, Jomeini va a derrocar al sha, luego Jomeini es progresista.


Un silogismo fatal semejante al que se aplicó en el siglo XIX sobre unos nacionalismos reaccionarios que, por el mero hecho de enfrentarse al poder imperial central, fueron considerados también fuerzas del progreso.Sea como fuere, en aquellos tiempos simplistas e inocentes todos los izquierdistas del mundo adoraban al ayatola. Releo ahora mi reportaje y veo los patéticos esfuerzos que hice por comprender y justificar algo que a todas luces me resultaba bárbaro e incomprensible: “Es otro mundo, y como tal hay que juzgarlo”, repetí varias veces en el texto. Pero no pude evitar contar lo que veía. Y lo que veía era inquietante. Como la ciega adoración que depositaban en el imán, o los oscuros pañuelos y las informes túnicas negras que ocultaban a todas las mujeres. Nada más llegar, yo también fui provista de un pañuelo. Me obligaron a llevarlo durante todo el tiempo que estuve en el pueblo, y a cubrirme con él hasta las cejas (“más adelante, écheselo más adelante, tiene que taparle todo el pelo”). Y, cuando por fin conseguí que Jomeini me recibiera, me dijeron que mantuviera mi cabeza siempre más abajo que la del imán. Cosa disparatadamente difícil, porque el ayatola estaba sentado en el suelo, de modo que tuve que ponerme de rodillas y casi tumbarme delante de él. Ha sido la entrevista más absurda y extravagante que he hecho en mi vida. Por no mencionar las ideas que sostenían.

Los seguidores del imán aseguraban que querían implantar una república islámica por sufragio universal, rareza que nadie sabía bien en qué consistía. Pero, entre otras cosas, Jomeini me dijo: “En el Islam, la religión interviene en todas las actividades del hombre, ya sean políticas o sociales, y las reglamenta”. Y también: “Hay terrenos en los que el hombre concibe mejor los problemas que la mujer. El Islam prohíbe las cosas que atacan su dignidad y su castidad”. No se puede decir que fueran pensamientos muy alentadores, pero, aunque ahora parezca mentira, cuando salió el reportaje recibí algunas críticas por no haberme mostrado suficientemente entusiasta con la revolución chiíta. Para ser justos, hay que señalar que muchos iraníes tampoco tenían claro dónde se estaban metiendo. A Neauphle le Château habían llegado corriendo, llenos de idealismo revolucionario, muchos chicos y chicas iraníes apenas veinteañeros, que habían abandonado sus estudios universitarios en Estados Unidos o en Inglaterra para unirse a la causa. Ellas, sobre todo, me impresionaron. Se habían puesto sus pañuelos y sus informes mandilones negros sobre vaqueros ajustados, y me decían, enardecidas, que lo que los occidentales pensábamos sobre la supeditación de las mujeres en el islam era mentira. Me acordé de ellas hace poco cuando vi a mujeres parecidas explicando en televisión, desde Teherán, el miedo que sentían ante la reciente victoria del nuevo presidente de Irán, el integrista Ahmadineyad.Hubo un tipo a quien entrevisté que no quiso darme su nombre. Tenía unos cuarenta años, los ojos líquidos, un impecable abrigo azul, corbata de seda. Dijo ser ingeniero y portavoz del Frente Nacional, un grupo socialdemócrata que colaboró con Jomeini (como también hicieron los socialistas y los comunistas) para echar al sha: “Yo no soy creyente” –me explicó– “y en Irán, los que mueven de verdad el país, los intelectuales, los estudiantes, no son precisamente creyentes”. El, como los otros ministrables cultos y europeizados que se movían en aquellos días por Neauphle, creía que estaban utilizando a Jomeini como quien utiliza una bandera; que el imán sería una herramienta unificadora que serviría para cambiar el régimen, y que después podrían relegarlo a su papel de líder religioso y desarrollar una democracia. Algunos meses después, cuando empezamos a ver por televisión las ejecuciones públicas que llevó a cabo el régimen iraní, me pareció reconocer al hombre de los ojos líquidos entre un grupo de desdichados que fueron ahorcados en un estadio.También hablé allí con otro clérigo, el ayatola Jaljali. Y me dijo: “El gobierno se elegirá por votación y la república islámica tendrá libertad de prensa, de opinión, respetará todo tipo de creencias religiosas y contará con todos los partidos”. Palabras mentirosas que se apresuró a traicionar con entusiasmo, porque, pocos meses después, este mismo Jaljali dirigió los tribunales revolucionarios y condenó a la horca a centenares de personas. Era tan intransigente y tan cruel que lo llamaban el juez del patíbulo.

A los veinte días de mi entrevista, Jomeini entró en Irán. Y diez meses más tarde se aprobó la nueva Constitución, que le otorgaba la jefatura del Estado con carácter vitalicio. Después vendría lo que hoy todos sabemos, las ejecuciones en masa, la fatwa contra Rushdie, los atentados. Como el asesinato de Bajtiar, opositor del sha y antiguo primer ministro, al que degollaron y cortaron las manos en su casa de París. Todo ese dolor y toda esa sangre que por entonces, en Neauphle le Château, aún no manchaba la nieve inmaculada del pueblecito.

Podéis leer el artículo íntegro de Rosa Montero en:http://www.elpais.com/articulo/reportajes/rodillas/Jomeini/elpepusocdmg/20050814elpdmgrep_2/Tes/

Siguiendo la amable indicación del señor Ramiro Nogal, declaro: que la foto arriba insertada es de su absoluta e intransferible propiedad y que solo ha sido usada para ilustrar la entrada de este cuaderno de bitacora.

5 comentarios:

Tobias dijo...

La verdad es que es lo único bueno del buenrrollismo: Los principios de cartón piedra que siempre acaban por ser traicionados por sus defensores. Las de patadas kármicas que se acaban dando en el propio culo da para hacer películas leslienielsenescas.
Yo me quedo con la foto. En nuestro mundo occidental de consumo capitalista desenfrenado y falta de valores al menos podemos soñar con una escena así en vida...
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Huy. No estoy muy de acuerdo con vos Maese Tobías. No creo que haya falta de valores. Más bien que los valores cambian y ahora son importantes otros que antes eran ridículos. Echo de menos los tiempos en que había honor, pero me parece bien que Dios haya dejado de ser el centro de todo. En cuanto al consumismo me parece un término ambiguo en el que de una situación normal se extrae una enfermedad. Siempre me gustó ir al gimnasio a mover kilos y comer algo más de proteina de lo normal. Y ahora me entero de que soy vigoréxico. Con el consumismo me pasa lo mismo: ¿qué tiene de malo consumir? ¿dónde está la barrera entre el buen consumidor y el consumista? ¿Qué productos son adecuados para que no te tilden de consumista? ¿Es consumista comprar un Aifoun que hace que la tecnología avance y progrese y no lo es comprar una lechuga recolectada a base de subvenciones? Esto da para muchas discusiones. Y un hurra para Leslie Nielsen. Qué de risas me eché con él.

Tobias dijo...

JP, esta vez fui yo quien no supo transmitir el sarcasmo. En una frase: Se meterán con nosotros como quieran, pero jamás vivirán y contarán que han tenido a tres mozas tan graciosas alrededor.
En cuanto a los valores, cada uno con los suyos que ya se cuida también cada uno de juntarse con la gente con la que mejor comparte.
T

Ramiro Nogal dijo...

Hola. Has usado una foto de mi autoría para ilustrar tu nota. No tengo problema en que lo hagas manteniendo la marca que llevaba la foto o mencionando el autor. Por favor corrige eso. Gracias
Ramiro Nogal
www.ramironogal.com.ar
PD: La encntré buscando en google datos historicos sobre el tema de las gracias.

Juan Pablo Arenas dijo...

Siguiendo la amable indicación del señor Ramiro Nogal, declaro: que la foto arriba insertada es de su absoluta e intransferible propiedad y que solo ha sido usada para ilustrar la entrada de este cuaderno de bitacora.