22 de julio de 2008

Los Cuernos de Hattin

La batalla de los Cuernos de Hattin tuvo lugar junto al Lago Tiberiades o Mar de Galilea, sobre cuyas aguas un día caminó, dicen, Jesús de Nazaret. La ciudad de Tiberiades había sido fundada por Herodes Antipas, el hijo del Herodes bíblico que mataba niños, en honor del emperador Tiberio. La batalla se dio el 4 de julio de 1187 entre el Reino Cruzado de Jerusalén y las tropas de Saladino. Jerusalén estaba en poder de los cristianos desde la Primera Cruzada, ya que habían conquistado la ciudad en 1099, el mismo año en que murió en España, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Saladino se había erigido en líder de los musulmanes acabando con sus enemigos y quitándoles sus territorios. De forma que en 1187 toda Tierra Santa se hallaba en poder de los musulmanes excepto el reino de Jerusalén, rodeado y hostigado por el Islam. Saladino, por azares del destino, había nacido en Tikrit, la misma ciudad en que nacería siglos más tarde: Sadam Hussein.

Saladino sitió Tiberiades porque sabía que la esposa de uno de los caudillos cristianos, Raimundo de Trípoli, estaba allí. A pesar de eso, Raimundo optó por dejar caer la ciudad y no entrar al trapo del ardid de Saladino. Pero el espíritu caballeresco de imaginarse a la afligida dama acosada por los crueles sarracenos les hacía dudar. Aun así resolvieron no atacar a Saladino. Pero Gerardo de Ridefort, el Gran Maestre de los Caballeros Templarios, insistía en atacar. Tan bravucón él, afirmaba que un templario no podía desperdiciar la oportunidad de vengarse de un infiel. Guido de Lusiñán –rey de Jerusalén y quien tenía que dar la orden de marchar hacia Tiberiades- se dejó seducir por los ardores guerreros del jefe de los templarios y mandó que el ejército se dirigiese a Tiberiades.

La mañana del viernes 3 de julio de 1187, bajo un sol terrible, los cristianos abandonaron Seforia con dirección a Tiberiades. El paisaje se tornó de unas huertas verdes y fértiles en un erial pedregoso y seco y en unas yermas colinas. No había agua a lo largo del camino. Las pocas fuentes habían sido envenenadas por Saladino. Los hombres y caballos empezaron a padecer la sed. Los caballos morían. El agotamiento los hacía caminar muy lentamente. Los musulmanes hostigaban la vanguardia y la retaguardia con sus arqueros y sus veloces caballos. Por la tarde los cruzados llegaron a la planicie de Afín. Frente a ellos había un volcán apagado con dos cráteres llamado Los Cuernos de Afín. Los cruzados acamparon en las faldas de los Cuernos. No les quedaba más agua que la que había en sus odres. Las fuentes estaban secas o envenenadas. El calor y la deshidratación les hacían tener delirios y alucinaciones. Los musulmanes se reían y se burlaban de ellos desde su bien surtido campamento, diciéndoles que el agua les sobraba.

El ataque de Saladino comenzó después del amanecer. Los musulmanes incendiaron los arbustos que rodeaban las tiendas cristianas a fin de ahogarlos y desorientarlos. Los cristianos se lanzaron a la desesperada hacia el lago pero fueron contenidos por las llamas y los musulmanes les cortaban los pasos. Los jinetes cristianos rechazaron uno tras otro los ataques de la caballería de Saladino pero sus fuerzas iban menguando. El hijo de Saladino que aquel día presenció su primera batalla escribió sobre el valor de los francos: “Cuando el rey franco se había retirado al pico de la colina, sus caballeros lanzaron una valiente carga y obligaron a nuestros hombres a retroceder. Yo observaba su desesperación. Los rechazábamos pero ellos volvían a atacar” Al final los cristianos fueron copados. Uno de los grandes talismanes de la época, la Vera Cruz, fue capturada por los infieles. La Vera Cruz era una cruz hueca de metal en cuyo interior se hallaba un trozo de madera de la cruz en la que, supuestamente, fue crucificado Jesús de Nazaret.

Se condujo a los caudillos cristianos a la tienda de Saladino donde se les dio agua. A uno de ellos, Reinaldo de Chatillón, Saladino le cortó la cabeza con su propio alfanje. Se perdonó al resto de jefes cristianos pero la casi totalidad de los templarios y hospitalarios que sobrevivieron fueron muertos por los sufíes. Los cristianos que fueron llevados a Damasco a fin de que los vendiesen como esclavos causaron un súbito desplome de los precios. Se podía cambiar un par de sandalias por un cristiano. El viernes 2 de octubre de 1187, Saladino entró en Jerusalén sin apenas resistencia. Habían pasado 88 años desde que los cruzados la capturasen. En toda la Cristiandad hubo miedo por el resurgir musulmán y por el liderazgo de Saladino. Se resolvió organizar la Tercera Cruzada a cuya cabeza se pondrían varios reyes europeos. El rey más aguerrido y de convicciones religiosas más hondas fue el rey Ricardo I de Inglaterra. Más tarde conocido como Ricardo Corazón de León. Todo un personaje a quien le interesaba más combatir que gobernar. Que se rebeló contra su padre cuando era un adolescente de 15 años. Que no quiso ceder ni un territorio jamás a sus hermanos. Y que se casó con una española, Berenguela de Navarra, en Chipre, con quien no tuvo hijos, dicen, porque a Ricardo Corazón de León le gustaban más los chicos que las chicas.









6 comentarios:

Tobias dijo...

Interesante la entrada de hoy. Me han entrado ganas de seguir indagando y parece ser que el tal Reinaldo era un rufián de cuidado. Al menos los líderes daban ejemplo, decapitando a los jefes enemigos...
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Lo interesante de esto es cómo el romanticismo que siempre ha rodeado a lo árabe hace que ciertos personajes se hayan visto rodeados de un aura de misticismo y otros de crueldad. De Saladino siempre se dijo que era el más compasivo y el más benévolo. Y de los cristianos que eran las alimañas sin entrañas. Lo que intento decir es que no creo que fueran muy distintos moros y cristianos. Saladino empezó matando musulmanes para quitarles sus reinos y erigirse en mandamás. Pero me fascina esa admiración exótica y paleta que despierta lo árabe. Admiración que suele centrarse más en la cuestión diferencial que en encontrar alguna riqueza autóctona. Es más el empeño en proclamar su valía porque son distintos y llevan babuchas que en leerse un par de libros de poetas árabes. Es decir: como el turista que le hace mil fotos a un masai bebiendo sangre de su vaca pero luego vuelve a su hotel con su televisión por cable y su agua caliente. Recuerdo un programa que presenta Javier Sardá en el que se llevan a un famoso de viaje a un sitio del planeta. Estaban en las cuevas que los bereberes tienen en Marruecos donde siguen moliendo el grano con un pequeño molino manual y viven sin electricidad ni comodidades. Los bereberes decían que el gobierno marroquí no les deja tener lavadoras ni microondas porque ahuyentaría a los turistas que se pirran por ver a gente tan primitiva. Aunque es curioso que ninguno de los turistas quiera vivir como los bereberes. Los bereberes quieren globalizarse y su propio gobierno los mantiene en la pobreza para seguir recaudando a su costa. Es llamativo que el pobre quiera globalizarse y tener teles de plasma y que el rico turista quiera que el pobre siga siendo pobre para poder ir a echarle unas fotos y tirarle unos misérrimos euros. Y luego volver con las fotos y proyectarlas en su súper tele de plasma, en su mega salón, climatizado con un moderno aparato de aire acondicionado. Supongo que a eso se refiere la progresía cuando habla del respeto a las culturas. Respetar su miseria y su pobreza para que podamos ir a extasiarnos con su vida primitiva.

Tobias dijo...

Hombre, lo que está claro es que nosotros tenemos nuestras teles de plasma porque ellos no las tienen. Estamos tan llenos de contradicciones que si empezaramos a contarlas seguro que nos desintegraríamos de incoherencia en el momento. El otro día decía una progre comentarista española del País, acerca de la detención de Rabomán Karadzic, que ella tenía mucho más en común con los musulmanes bosnio-croatas (?) que con los católicos, ortodoxos y protestantes europeos. Con este patio, qué te voy a decir de admiraciones absurdas? Aunque en general solemos admirar por necesidad y quedarnos solo con lo bueno. Como cuando los americanos eran los más de lo mejor, o los civilizados griegos eran el ejemplo... Demasiado complejo esto para un miércoles cualquiera.
T

Juan Pablo Arenas dijo...

Esto se pone interesante ¿De verdad crees que tenemos teles de plasma porque ellos no las tienen? Creo que uno de los grandes mitos del capitalismo es decir que para que uno se haga rico el otro se empobrece. Cosa que a mí me parece falsa. No creo que ninguno de nosotros sea más pobre porque Bill Gates esté forrado. No creo que la pobreza de los bereberes esté relacionada con las ganancias de Bill Gates ¿O es que los bereberes instalan Windows en los ordenadores que no tienen endeudándose hasta las cejas? Lo que dices es un sentimiento muy arraigado en Occidente: la culpa. El occidental siente culpa por vivir mejor que otros y se echa a sí mismo la culpa de que esto suceda. Culpa al mercado, a la riqueza de la disfruta. Sería muy cruel decir que los pobres, en general, son pobres porque quieren.

En cuanto a la admiración de la tertualiana progre por los musulmanes croatas, métete en www.elplural.com y fliparás con todos los españolitos que dicen que son moros. Y se quedan tan anchos.

Anónimo dijo...

Berenguela de Navarra, como su propio nombre indica, era de Navarra, y no española.
Y si se casó con Ricardo, fue precisamente por una alianza que implicaba a Navarra en la defensa de los intereses de Ricardo en Francia, y a "Inglaterra" en la defensa de Navarra ante la amenaza castellana.

Y aunque la alianza matrimonial no funcionó demasiado bien, la militar fue todo un éxito. Lamentablemente para Navarra, Ricardo murió demasiado pronto. Así, un par de meses después de su muerte, Castilla invadía Navarra y le arrebataba su franja costera, Guipúzcoa, Álava y el Duranguesado.

Y ahora, vete tú y dile a Berenguela que era española. Que tu dios cruzado te pille confesado.

Anónimo dijo...

investiguen primero bien bola de pendejos nunguno de uds valen verga me cae

PENDEJOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS