A raíz de los independentistas catalanes que quemaron un retrato del rey hubo reacciones de varios tipos. Hubo a quienes les pareció muy mal y dijeron que atacaba la libertad de expresión. Hubo a quienes les pareció correcto porque se aplicaba la ley. Y hubo a quienes les pareció una pena exigua y exigían más dureza. Tanto si se quema una bandera española o un retrato del rey, parece estéril hablar del objeto en sí mismo. Estamos de acuerdo en que una bandera es un trapo. No daña físicamente a nadie que se le prenda fuego. Pero una bandera representa algo. Hablar de la quema de una bandera diciendo que es solo un trozo de tela es una bobada. Es como querer analizar el hecho de que hay gente que usa agua bendita para santiguarse al entrar en una iglesia, analizando la composición química del agua. El agua bendita y el agua normal son dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Decir eso no explica la razón de que haya gente que quiera santiguarse al entrar en una iglesia. O de que haya quien desee que un sacerdote católico derrame agua fría y bendita sobre la cabeza de su hijo recién nacido. Es igual de necio que querer explicar el motivo por el que la gente se droga analizando la composición química de la sustancia. Tanto el agua bendita, las banderas, los crucifijos, la heroína y el hachís forman parte de una compleja e inadvertida cadena de rituales y símbolos.
Si una bandera no significase nada, la gente habría salido con reproducciones de Las Meninas, con jamones de Jabugo, o con volúmenes del diccionario de la Real Academia cuando España ganó la Eurocopa de fútbol. Habría elegido símbolos que representasen algo de una supuesta cuestión española, pero escogieron una bandera. De todos modos, curiosamente, quienes son tan comprensivos con las quemas de banderas ajenas, no suelen serlo tanto cuando les queman las propias. De igual manera que ,quien proclama siempre que el hombre es bueno y que la sociedad lo pervierte y que las cárceles no deberían existir, suele exigir pena de muerte y cadena perpetua cuando le matan a un ser querido. Es curioso cuánta gente desea para otros lo que no desea para ellos mismos.
Pero en 1859 se desencadenó una guerra contra Marruecos porque unos marroquíes derribaron y patearon una columna en que había grabado un escudo de España. La columna estaba en las afueras de Ceuta y formaba parte de un avanzadilla en territorio marroquí que los españoles querían controlar para proteger mejor Ceuta. Es decir: se estaban metiendo en territorio que no era español según los últimos tratados que se habían firmado. Obviamente era una excusa por razones estratégicas. El control del Estrecho de Gibraltar era la razón de fondo. Y la prueba es que los ingleses –siempre tan simpáticos con España- daban armas y entrenamiento militar a los marroquíes. Lo difícil de entender hoy en día es que mucha gente en España se ofendiera en aquel momento porque unos moros pateasen un escudo español. Hoy sería de lo más normal y habría muchos a quienes les parecería genial y dirían que es justo castigo por nuestra opresión, nuestro colonialismo y nuestro feroz capitalismo. Como un señor de La Coruña, que se apellidaba González, que en una carta al director del diario El País afirmaba rotundo que él era moro. Pues bien. Allá cada cual. Yo muy moro no creo que sea. Me gusta el vino, el jamón ibérico y me encanta que las chicas vayan por la calle con escote y minifalda. Supongo que eso es machismo opresor. Pero cada vez tengo más claro que soy una antigualla. El caso es que en la España de 1859, que nunca existió y que es solo fruto de la opresión y el centralismo, hubo mucha gente que pedía la guerra contra Marruecos. La gente se presentaba voluntaria para ir a la guerra. El País Vasco recaudó 4 millones de reales. Y se crearon tropas voluntarias como el Tercio de Álava de Voluntarios Vascongados o los Voluntarios Catalanes que se distinguirían en batalla. El abad de Montserrat bendijo a los Voluntarios Catalanes antes de partir hacia África. La mayoría de lo que sabemos acerca de la guerra de 1859 se debe a Pedro Antonio de Alarcón –de quien leímos cuando éramos chavales “El Sombrero de Tres Picos”- que fue un pionero en ser corresponsal de guerra. También hubo pintores como el catalán Mariano Fortuny –aún no había fotógrafos- que fueron allí a retratar lo que vieron. Hasta tiene su gracia imaginarse al tío con el papel y el carboncillo en medio de los tiros y los cañonazos. Hoy a los dos les habrían dado premios.
El general que más se destacó en la guerra contra Marruecos era catalán y se llamaba Juan Prim. Había nacido en Reus, en Tarragona, y llegó a ser presidente del Consejo de Ministros. Lo mataron en un atentado cerca de la calle Barquillo en Madrid en 1870, bajo una intensa nevada. Juan Prim – o Joan Prim, como queráis- dirigía la División de Reserva en África. En un encontronazo con los marroquíes, que se denominaría Batalla de los Castillejos, se vieron desbordados y los soldados comenzaron a dejar sus mochilas en el suelo para combatir mejor. Al retroceder iban perdiendo los macutos. Es el momento en que Prim le quita la bandera española a un soldado y suelta: “Soldados. Podéis abandonar esas mochilas, pero no podéis abandonar esta bandera que es la de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas. ¿Permitiréis que caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro general?” Este tipo de frases debe darle sonrojo a un nacionalista catalán en la reivindicación de su hecho diferencial. Pero hacen lo que hacen siempre: el más absoluto silencio. Pretender que nunca pasó.
Con la fuerza renovada los españoles contraatacaron pero el resultado no estaba decidido. Ahí es cuando se produce un episodio digno de recordarse. En ese momento apareció a la carga el señor Leopoldo O’Donnell que era el Jefe del Gobierno Español. Es decir: el presidente del Gobierno de aquellos años ¿Os imagináis a Aznar, González o Zapatero con un sable en la mano cargando contra los moros en el norte de África? Está claro que los tiempos han cambiado. Las balas le rozaban las orejas al señor O’Donnell. Se arriesgó tanto que el general Prim lo regañó por exponerse al fuego enemigo. Hoy los jefes de gobierno mandan a otros a matar en su lugar.
El 3 de febrero de 1860 –un mes después de Castillejos- llegaron los Voluntarios Catalanes. Eran unos 500 y venían con su indumentaria típica como se ve en el cuadro de Francesc Sans i Cabot. Lo más reconocible es la barretina -el gorro rojo y caído- que aún usan. Aunque los nacionalistas intentan hoy darle otra intención, como es normal. El general Prim pidió integrarlos bajo su mando, cuestión a la que O’Donnell accedió. Al día siguiente de llegar tuvo lugar la Batalla de Tetuán, que Mariano Fortuny inmortalizó, y los Voluntarios Catalanes quisieron ponerse en vanguardia. Más de 60 cayeron y hasta su comandante Sugrañes murió. A bayonetazo limpio se fajaron con los marroquíes. Más tarde Prim y los Voluntarios treparon por la Alcazaba cuando ya habían tomado la ciudad. Y usaron los cañones enemigos para dispersar a los marroquíes que aún permanecían. Años más tarde se usaría el bronce de estos cañones para hacer los leones que están en la entrada del Congreso de los Diputados.
La guerra terminó aunque la gente estaba decepcionada porque querían que España hubiera comenzado a conquistar África al igual que ya hacían Inglaterra, Francia o Bélgica. Se añoraba el imperio perdido de América. Las tropas volvieron a Madrid y, como si fuera un parque temático, se instalaron al norte de la ciudad para que todos vieran de cerca cómo se organizaba un ejército. Los soldados hacían simulacros de combates y disparaban salvas para regocijo y divertimento de los ociosos madrileños. Hasta la reina Isabel II acudió al campamento. Se instalaron bares, fondas, tabernas, burdeles y todo tipo de negocios en los que pudiera dejarse la paga un soldado. Fue el comienzo de un barrio que aún sigue llamándose Tetuán.
Si una bandera no significase nada, la gente habría salido con reproducciones de Las Meninas, con jamones de Jabugo, o con volúmenes del diccionario de la Real Academia cuando España ganó la Eurocopa de fútbol. Habría elegido símbolos que representasen algo de una supuesta cuestión española, pero escogieron una bandera. De todos modos, curiosamente, quienes son tan comprensivos con las quemas de banderas ajenas, no suelen serlo tanto cuando les queman las propias. De igual manera que ,quien proclama siempre que el hombre es bueno y que la sociedad lo pervierte y que las cárceles no deberían existir, suele exigir pena de muerte y cadena perpetua cuando le matan a un ser querido. Es curioso cuánta gente desea para otros lo que no desea para ellos mismos.
Pero en 1859 se desencadenó una guerra contra Marruecos porque unos marroquíes derribaron y patearon una columna en que había grabado un escudo de España. La columna estaba en las afueras de Ceuta y formaba parte de un avanzadilla en territorio marroquí que los españoles querían controlar para proteger mejor Ceuta. Es decir: se estaban metiendo en territorio que no era español según los últimos tratados que se habían firmado. Obviamente era una excusa por razones estratégicas. El control del Estrecho de Gibraltar era la razón de fondo. Y la prueba es que los ingleses –siempre tan simpáticos con España- daban armas y entrenamiento militar a los marroquíes. Lo difícil de entender hoy en día es que mucha gente en España se ofendiera en aquel momento porque unos moros pateasen un escudo español. Hoy sería de lo más normal y habría muchos a quienes les parecería genial y dirían que es justo castigo por nuestra opresión, nuestro colonialismo y nuestro feroz capitalismo. Como un señor de La Coruña, que se apellidaba González, que en una carta al director del diario El País afirmaba rotundo que él era moro. Pues bien. Allá cada cual. Yo muy moro no creo que sea. Me gusta el vino, el jamón ibérico y me encanta que las chicas vayan por la calle con escote y minifalda. Supongo que eso es machismo opresor. Pero cada vez tengo más claro que soy una antigualla. El caso es que en la España de 1859, que nunca existió y que es solo fruto de la opresión y el centralismo, hubo mucha gente que pedía la guerra contra Marruecos. La gente se presentaba voluntaria para ir a la guerra. El País Vasco recaudó 4 millones de reales. Y se crearon tropas voluntarias como el Tercio de Álava de Voluntarios Vascongados o los Voluntarios Catalanes que se distinguirían en batalla. El abad de Montserrat bendijo a los Voluntarios Catalanes antes de partir hacia África. La mayoría de lo que sabemos acerca de la guerra de 1859 se debe a Pedro Antonio de Alarcón –de quien leímos cuando éramos chavales “El Sombrero de Tres Picos”- que fue un pionero en ser corresponsal de guerra. También hubo pintores como el catalán Mariano Fortuny –aún no había fotógrafos- que fueron allí a retratar lo que vieron. Hasta tiene su gracia imaginarse al tío con el papel y el carboncillo en medio de los tiros y los cañonazos. Hoy a los dos les habrían dado premios.
El general que más se destacó en la guerra contra Marruecos era catalán y se llamaba Juan Prim. Había nacido en Reus, en Tarragona, y llegó a ser presidente del Consejo de Ministros. Lo mataron en un atentado cerca de la calle Barquillo en Madrid en 1870, bajo una intensa nevada. Juan Prim – o Joan Prim, como queráis- dirigía la División de Reserva en África. En un encontronazo con los marroquíes, que se denominaría Batalla de los Castillejos, se vieron desbordados y los soldados comenzaron a dejar sus mochilas en el suelo para combatir mejor. Al retroceder iban perdiendo los macutos. Es el momento en que Prim le quita la bandera española a un soldado y suelta: “Soldados. Podéis abandonar esas mochilas, pero no podéis abandonar esta bandera que es la de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas. ¿Permitiréis que caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro general?” Este tipo de frases debe darle sonrojo a un nacionalista catalán en la reivindicación de su hecho diferencial. Pero hacen lo que hacen siempre: el más absoluto silencio. Pretender que nunca pasó.
Con la fuerza renovada los españoles contraatacaron pero el resultado no estaba decidido. Ahí es cuando se produce un episodio digno de recordarse. En ese momento apareció a la carga el señor Leopoldo O’Donnell que era el Jefe del Gobierno Español. Es decir: el presidente del Gobierno de aquellos años ¿Os imagináis a Aznar, González o Zapatero con un sable en la mano cargando contra los moros en el norte de África? Está claro que los tiempos han cambiado. Las balas le rozaban las orejas al señor O’Donnell. Se arriesgó tanto que el general Prim lo regañó por exponerse al fuego enemigo. Hoy los jefes de gobierno mandan a otros a matar en su lugar.
El 3 de febrero de 1860 –un mes después de Castillejos- llegaron los Voluntarios Catalanes. Eran unos 500 y venían con su indumentaria típica como se ve en el cuadro de Francesc Sans i Cabot. Lo más reconocible es la barretina -el gorro rojo y caído- que aún usan. Aunque los nacionalistas intentan hoy darle otra intención, como es normal. El general Prim pidió integrarlos bajo su mando, cuestión a la que O’Donnell accedió. Al día siguiente de llegar tuvo lugar la Batalla de Tetuán, que Mariano Fortuny inmortalizó, y los Voluntarios Catalanes quisieron ponerse en vanguardia. Más de 60 cayeron y hasta su comandante Sugrañes murió. A bayonetazo limpio se fajaron con los marroquíes. Más tarde Prim y los Voluntarios treparon por la Alcazaba cuando ya habían tomado la ciudad. Y usaron los cañones enemigos para dispersar a los marroquíes que aún permanecían. Años más tarde se usaría el bronce de estos cañones para hacer los leones que están en la entrada del Congreso de los Diputados.
La guerra terminó aunque la gente estaba decepcionada porque querían que España hubiera comenzado a conquistar África al igual que ya hacían Inglaterra, Francia o Bélgica. Se añoraba el imperio perdido de América. Las tropas volvieron a Madrid y, como si fuera un parque temático, se instalaron al norte de la ciudad para que todos vieran de cerca cómo se organizaba un ejército. Los soldados hacían simulacros de combates y disparaban salvas para regocijo y divertimento de los ociosos madrileños. Hasta la reina Isabel II acudió al campamento. Se instalaron bares, fondas, tabernas, burdeles y todo tipo de negocios en los que pudiera dejarse la paga un soldado. Fue el comienzo de un barrio que aún sigue llamándose Tetuán.
9 comentarios:
Querido y admirado JP!
Desde Arrimanna con amor te mandamos saludos y admiración por tu OPRESORA intención de contarles cuentos a los nacionalistas que siempre sabrán cambiar la historia según les convenga. Es cierto que la realidad depende del color del cristal a través del cual se mire, pero los hechos están ahí. Por mucho que se interpreten y re-interpreten están ahí. Sólo me queda pedirte humildemente que le sumes a tus brevísimos relatos históricos enlaces desde los cuales podamos profundizar nuestros conocimientos, criticar tu vision de la historia y recordar de dónde venimos.
Ave, Juanofa y su césar-bebé te saludan.
Hombreeeee Matíasssss. El orgulloso padre. Espero que tu bebita Hannah, Juanita y tu os halléis gordos, sanos, hermosos y sonrientes. Que me cuides Juanofa y esos adorables tranvías. Mis escritos suelen ser una humilde recopilación de libros y artículos, así que muchas veces no hay enlaces que lo cuenten en conjunto. Pero los artículos de la Wikipedia son más que dignos y suelen estar bastante bien hechos. Te he encontrado un artículo redactado en una bitácora que está bastante bien sobre la Guerra de África de 1859. Muchos besitos a todos. Cuidaos.
http://ecodetetuan.blogspot.com/2006/06/alarcon-y-la-guerra-de-africa-jesus.html
JPdeOOOOO! Muchas gracias por aclararme el origen del nombre del barrio que tenemos tan cerca. El famoso rastro de Tetuán, que empieza (o empezaba?) en donde acaba el parque Rodriguez Sahagún. Menudas risas me echaba con el Mazorkos en ese parque después de hacer footing a la 1 de la madrugada :)
Abrazetes!
T
¿Futin a la 1 de la mañana? Solo Mazorkos podía proponerte eso. Y lo mejor de Tetuán era la plaza de toros. Hay una placa que recuerda el lugar donde estaba. Por cierto, me hago llamar Oyarzun porque es el segundo apellido de mi abuela materna. Un apellido vasco en medio de Chile. Al igual que tantos vascos que son las familias más prestigiosas de Chile como Izaguirre o Echevarría. Por supuesto eran vascos que iban a América empujados a culatazos por la Guardia Civil. Como todos los vascos que participaron en la historia.
Bueno, lo de correr a esas horas era más una costumbre mía. Eso sí, el seguir luego hablando hasta las mil era un triunfo de Marcos...
T
lo q te ha faltado decir es q Prim cuando se dirigía a sus tropas lo hacía en...catalán!. Una lengua tan española como el castellano, aunq unos y otros se nieguen a admitirlo. Por cierto, otra aclaración: no son todos los q están, ni están todos los q son. El nacionalismo y el patriotismo es la misma cara de la misma moneda, sólo cambia el cacho de tierra por el q estás dispuesto a cometer las mayores estupideces. O sea q tan penoso es el nacionalismo catalán y vasco como el castellanista español. Y t recalco lo de castellanista. Soy catalán, y por lo tanto, tb soy español, PERO NO SOY CASTELLANO, xq ESpaña, NO es sólo Castilla. El día q en la meseta lo entendáis, los independentistas desaparecerán. Un saludo de un catalán de madre leonesa. EL TIMBALER DEL BRUC. Adeu!
Totalmente cierto que lo hacía en catalán. Y por supuesto que es una lengua española. Pero yo quisiera que los políticos catalanes y los catalanes que lo secundan, también viesen que el castellano es una lengua más en Cataluña y que dejasen hacerlo a quien quisiera educarse en esa lengua. Y que no se erradicase el castellano de la vida pública. No de la calle, que está claro que en la calle la gente habla como le da la gana. Yo no creo que el nacionalismo y el patriotismo sean lo mismo. En mi caso, el patriotismo es una reacción a tanto desprecio y tanto insulto por parte de vascos y catalanes, principalmente. Para mí antes era como ser hijo de mi padre. Yo lo sé, pero no tengo que ir exhibiéndolo por la calle. Es algo mío y ya está. Pero tanto desprecio continuo como Carod alegrándose de que Madrid no obtenga las Olimpiadas, acaba cansando. Y acabó originando una reacción en contra. Madrid está lleno de peñas del Barça que animan y jalean cuando los blaugranas ganan, pero un grupo de viejos de mi barrio se volvió espantado de la Costa Brava porque los insultaban por ser madrileños. Con todos mis respetos, no crea que se vivan igual las cosas en Madrid que en Cataluña. En Madrid no se queman banderas catalanas durante el 12 de octubre, pero sí que se queman banderas españolas el Día de la Diada. Y no digo que a todos les parezca bien, pero me gustaría ver a algún catalán quejarse de eso. Nadie ha dicho jamás -al menos yo- que España solo sea Castilla. Esa es la idea absurda y equivocada que tantos tienen para fomentar su victimismo. Si lees mi bitácora, verás multitud de personajes que no eran castellanos y estuvieron en la historia de España. Empezando por el general Prim y siguiendo con Blas de Lezo o Churruca. Pero yo creo que visto que en muchas ciudades de Cataluña se les cambian los nombres a plazas y calles y se sustituye Plaza de la Constitución por Ovidi Montllor, como ha acontecido en Gerona, quienes no quieren tener nada que ver con la historia de España son los propios catalanes. Nadie los excluye: se excluyen ellos solos.
Te aseguro que en la Meseta -como tu dices peyorativamente- hace mucho que sabemos que España no es solo Castilla y por eso cuando estudiábamos historia lo estudiábamos todo. Desde la Marca Hispánica, hasta la resistencia de astures contra romanos, o las batallas de ilergetas contra Escipión, o Jaime I el Conquistador. En cambio, tengo un libro de la ESO en catalán, donde solo se habla de Cataluña, como si hubiera surgido de la nada.
Es un grave error decir que el independentismo lo originamos en la Meseta. Jamás ha habido más concesiones a Cataluña en todo y jamás ha habido más victimismo y más mentiras distorsionadas propagadas por doquier. El independentismo se origina por múltiples causas y nada que tuviera que ver con Castilla.
Pero el independentismo catalán es propio de naciones subdesarrolladas cuya única aspiración es siempre ser víctimas de alguien. Compara el caso de Estados Unidos que se independizó de Inglaterra sin victimismos, simplemente, porque querían mandar ellos, y compáralo con países como Cuba o Bolivia que siempre, siempre, siempre, argumentan que su felicidad se ve truncada porque los yanquis los putean. Los pueblos atrasados siempre culpan a alguien de sus desgracias. Los pueblos avanzados no culpan a nadie y, simplemente, miran hacia adelante y trabajan y arriman el hombro.
Decía la Polla Records: "un patriota, un idiota", pues eso. Te aconsejo q viajes un poquito y q no hables de oídas, esa historia de unos pobres abueletes perseguidos en la Costa Brava x unos perversos catalanes suena a chiste. Y aunq fuera cierto (xq hijoputas hay en todos lados sin distinción de raza, nacionalidad, sexo y edad) nunca hagas de la excepción la norma. Xq vamos a ver hablas de quemar banderas y de enviar a tomar x el culo al Rey en un par de manifas de las juventudes de ERC. ¿Has contao cuantos había?. Eran 10 y el tato, y en Catalunya vivimos unos 7 millones. Y bueno para ver arder una senyera no t tienes q ir a Madrid, sólo con darte una vuelta x Montjuic el 12 de Octubre cuando los demóctaras de toda la vida, ya sabes, esos d la camisa azul y brazo en alto, se dedican a hacer hogueras con la bandera catalana. Claro q eso no interesa y no vende fuera de Polonia, perdón, Cataluña. A mi particularmente me importa un pimiento q quemen banderas, no deja de ser un cacho trapo, y mejor q hagan eso y no pongan bombas ni zurren a sus mujeres, por ejemplo. Bueno y lo del Barça, no se a aq viene xq no todos los catalanes son dl barça ni todos los culés son catalanes. De hecho debajo de mi casa cuando gana el Madrí se juntan como unas 4000 personas. En catalunya es más fácil ser del Madrí q del Español. Cosa q no pasa ahí. Q hay mucho Atlético por hay...Y bueno lo del victimissmo solo decirte q es tan penoso echarle la culpa a Madrid (desde Cataluña) como a los catalanes y a los vascos (desd Madrid). Ya sabes, la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio. Mira si no la q teneis ahí liada entre el ayuntamiento, la comunidad y el gobierno con las nevadas. Al final la culpa será del pobre hombre del tiempo, hay q joderse jjaja..En fin, un saludo del Timbaler del Bruc
Pd: me gusta Madrid, hice la mili ahí, y tengo muchos colegas, y tengo familia en León, pero a veces desd dt medios de comunicación se falta a la verdad, y luego pasa lo q pasa. Adeu!
Huy, La Polla Records, qué referentes intelectuales. Son los mismos que se meten tanto con Bush y luego les parece genial el demócrata Fidel Castro. Te aseguro que mi patriotismo no tiene que ver con el de los de Esquerra. A mí me gusta lo mío sin decir que lo de los demás es una mierda, cosa que sí he oído muchas veces en Cataluña. Y no se trata de que aquí no haya gente así, que claro que la hay. La diferencia es que allí le repiten al niño desde que es enano, que es mejor, más guapo, más libre, más progre, y más oprimido que el cerril mesetario. Y eso no lo oyes en las escuelas aquí. No hablo de oídas. Te aseguro que todo eso lo he vivido en persona. Llevo casi 3 años viajando a Cataluña largas temporadas, -por una novia- y hablando a diario con gente que vive allí. Y la historia de los abuelotes no es inventada, pero vamos: tú mismo si no me quieres creer.
Yo ya sé que en las manifestaciones de Esquerra son cuatro gatos. A mí lo que me molesta es que nadie diga nada, que nadie levante la voz, que nadie se queje. Que les dé igual que se haga eso. Y eso para mí es cobardía. E incluso a mi propia familia los he llamado cobardes. Yo nací años antes de que se produjese el golpe de Estado en Chile, en el 73 y mi familia tuvo amigos a quienes los hicieron desaparecer por comunistas y mi familia se calló. No dijeron nada. No intentaron interceder por nadie. Yo creo que tan cabrón es el que lo hace, como el que se calla y no dice nada. A mí me daba vergüenza ajena ver a las Madres de la Plaza de Mayo que eran unas viejas, gritando y protestando por los desaparecidos de la dictadura argentina. Y nadie de mi familiar hizo nada por ninguno de sus amigos. Para mí tan culpable es quien la hace como quien lo ve y no hace nada para impedirlo. Pero vamos: la sociedad catalana es igual de dormida y pasiva que el resto de España para otras cosas. Aquí no se queja nadie, ni nadie protesta. En eso nos parecemos como gotas de agua.
A mí también me gusta mucho Cataluña y no creo que los medios de comunicación sean los únicos culpables de la mala imagen que tiene en el resto de España. Cuando todo un vicepresidente como Carod Rovira desea en alto y en público que ojalá Madrid no fuera designada como ciudad olímpica. Y no creas que los políticos de Madrid me gustan más que los catalanes. La clase política española es analfabeta, rastrera, cobarde y acomplejada. Los detesto a todos. Hace años que dejé de votar. Además, el voto de un catalán o un vasco vale el doble que el mío. Que vote él por mí. Se lo regalo.
Y el patriotismo sano no es malo. Solo en España esa palabra esta teñida de mierda. Yo hablo del patriotismo de la memoria, del patriotismo de acordarte de dónde vienes y de lo que eras antes. Yo me pregunto si el ayuntamiento de Barcelona conmemorará este año el alzamiento de 1809 en que catalanes como Juan Gallifa o Salvador Aulet se rebelaron contra los franceses en nombre del rey de España. Supongo que harán como con todo. Lo silenciarán no sea que los llamen españolistas. Y tú que eres el Timbaler del Bruc, algo sabrás de la Guerra contra el Francés. Memoria, simple, memoria.
Date un paseo por Méjico el día de su fiesta nacional y verás a gente que un día al año aparca sus diferencias y se mezcla solo con el ánimo de festejar lo que son. Sin odiar a nadie; sin quemar la bandera de nadie; sin insultar y sin reivindicar la sexagésima opresión o la sempiterna deuda histórica.
Un abrazo.
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